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El PJ rema sus penas en aguas turbulentas

Miércoles, 11 de marzo de 2020 02:26

El PJ salteño (casi siempre) fue un partido de gobierno y todo indica que no estaba preparado para otro escenario.

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El PJ salteño (casi siempre) fue un partido de gobierno y todo indica que no estaba preparado para otro escenario.

Hoy, alejado del poder, no le queda otra que remar sus penas en aguas turbulentas.

Para la mayoría de la cúpula justicialista, la renuncia de Juan Manuel Urtubey a la presidencia no fue una sorpresa.

El exgobernador tenía mandato en el cargo partidario hasta abril del 2023.

La Carta Orgánica dice que el presidente del Consejo Provincial es el presidente del partido.

En caso de renuncia, miembros del Consejo Provincial son los que "deberán elegir nuevo presidente por mayoría absoluta". Esto implica que no habrá elección a través de los afiliados, salvo que el órgano ejecutivo quede acéfalo.

Por ahora, muy pocos creen que se dé la lógica que se venía imponiendo: que el gobernador es quien preside el PJ.

Si bien el gobernador Gustavo Sáenz es de extracción justicialista, desde su entorno dicen que ese paso no está en sus planes.

La realidad muestra que de ser una maquinaria electoral, el PJ salteño es hoy una agrupación que deberá trabajar en el llano para sobrevivir.

El extitular de la CAP, el "Indio" Godoy, advirtió en el congreso partidario de San Antonio de los Cobres que el futuro económico partidario era complicado. El presupuesto mensual, para sueldos y otros gastos, supera el millón de pesos, reveló. Sobre la deuda que tendría el PJ, en los corrillos justicialistas se dice en off que ronda en "una cifra par, seguida de seis ceros". Sin el PJ en el gobierno y con menos cargos legislativos, la caja de aporte partidario se redujo notablemente.

Sin duda que el armado electoral momentáneo con dirigentes no peronistas fue en detrimento de candidatos del PJ.

La decadencia electoral en Capital primero, donde nunca el PJ saboreo la miel de la victoria, y a nivel provincial después, mostró un concepto personalista por encima de la importancia del partido, que comicio tras comicio perdió votos y credibilidad.

Peronistas históricos creen que el desafío es encarar una verdadera reorganización institucional, tarea que se debe dar rápidamente, pero con la dirigencia actual dando un paso al costado para una verdadera renovación. Abogan para que "los distintos peronismos dejen de ser agua y aceite" y consideran que el "peronómetro" no debe quedar guardado en un rincón de la sede.

 

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