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Emilio Marcelo Cantarero: Un salteño dinámico y con vocación de futuro

Un hombre comprometido con su tiempo, tanto en El Tribuno como en su desempeño público, como ministro de Economía y legislador. Falleció ayer, a los 76 años. 
Lunes, 09 de marzo de 2020 02:02

Emilio Marcelo Cantarero, una figura importante de Salta tanto en su paso por El Tribuno como por su desempeño como ministro y legislador, falleció ayer, a los 76 años.
Su padre Manuel, un inmigrante español, trabajó en la administración del diario desde sus comienzos. De su mano, Emilio ingresó a la empresa siendo adolescente. Su trayectoria fue notable, estuvo caracterizada por la vocación para el trabajo y la enorme confiabilidad de su conducta, y se consolidó más aún luego de su graduación como contador público en la Universidad Nacional de Tucumán. Fue administrador y llegó a presidir el directorio de Horizontes SA. Su gestión llevó el sello de su dinamismo, que era innato, una notable perspectiva de futuro y, también, enorme sensibilidad en la relación con todo el personal.
En ese tiempo tuvo además una activa participación en las actividades del Club Central Norte.
En 1983 dejó el cargo en Horizontes SA y asumió como ministro de Hacienda en el gobierno de Roberto Romero.
En esa función, coincidente con los cuatro primeros años de la presidencia de Raúl Alfonsín, Emilio Cantarero sacó a relucir su capacidad ejecutiva y su destreza para la resolución de los muy frecuentes problemas financieros que atravesaba el país.
Así, debió gestionar recursos, en primer lugar, para sostener el ambicioso programa de Atención Primaria de la Salud que hizo posible reducir la mortalidad infantil gracias a la presencia de agentes sanitarios en todo el territorio de la provincia.
Fue el artífice, junto con Romero, de programas exitosos como los bonos salteños. A diferencia de las experiencias en otras provincias, esos títulos permitieron mantener el equilibrio de las cuentas públicas en tiempos de serias dificultades económicas.
Además, compartió responsabilidades en el enorme impulso a la obra pública, especialmente los planes de viviendas, que se produjeron en esos años.
Por su historia personal y su visión del mundo, Cantarero cultivó una sensibilidad acorde con esa etapa del país, posterior a la dictadura, inmersos en una severa crisis heredada y no resuelta y con un marcado consenso que intentaba confluir en el modelo del Estado de Bienestar.
Actuaba en el espacio público con la disciplina y el compromiso de quien se formó en el ámbito empresario. Al mismo tiempo, jamás sintió el poder como un estatus personal sino como un servicio, por eso quería contribuir a la dinámica creativa de la Salta de esos años.
Por su carácter, nunca se desentendió de los problemas de quienes lo rodeaban y siempre estuvo dispuesto a tender una mano.
Por eso, también, era capaz de mantener buenos vínculos con sus adversarios políticos, y abogaba por el consenso aún en medio de los conflictos.
Concluida su gestión ministerial, fue diputado provincial y presidió las comisiones vinculadas a la economía y el presupuesto. En la función legislativa, lo reconocían sus pares, trabajó a tiempo completo y aplicó su experiencia y conocimientos para producir las mejores leyes.
Los legisladores de su época, tanto en la Legislatura salteña como en el Senado de la Nación donde le tocó representar a Salta, lo reconocieron como un referente para los temas económicos y administrativos
Pero, aunque fue una figura pública importante en la provincia durante esos años, su espíritu era el de la empresa y fue, por eso, un exitoso hombre de negocios.
En los últimos años, su salud se resquebrajó.
Emilio Cantarero ya es parte de la historia viva de El Tribuno y, también, de la historia política de Salta durante dos décadas.
 

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Emilio Marcelo Cantarero, una figura importante de Salta tanto en su paso por El Tribuno como por su desempeño como ministro y legislador, falleció ayer, a los 76 años.
Su padre Manuel, un inmigrante español, trabajó en la administración del diario desde sus comienzos. De su mano, Emilio ingresó a la empresa siendo adolescente. Su trayectoria fue notable, estuvo caracterizada por la vocación para el trabajo y la enorme confiabilidad de su conducta, y se consolidó más aún luego de su graduación como contador público en la Universidad Nacional de Tucumán. Fue administrador y llegó a presidir el directorio de Horizontes SA. Su gestión llevó el sello de su dinamismo, que era innato, una notable perspectiva de futuro y, también, enorme sensibilidad en la relación con todo el personal.
En ese tiempo tuvo además una activa participación en las actividades del Club Central Norte.
En 1983 dejó el cargo en Horizontes SA y asumió como ministro de Hacienda en el gobierno de Roberto Romero.
En esa función, coincidente con los cuatro primeros años de la presidencia de Raúl Alfonsín, Emilio Cantarero sacó a relucir su capacidad ejecutiva y su destreza para la resolución de los muy frecuentes problemas financieros que atravesaba el país.
Así, debió gestionar recursos, en primer lugar, para sostener el ambicioso programa de Atención Primaria de la Salud que hizo posible reducir la mortalidad infantil gracias a la presencia de agentes sanitarios en todo el territorio de la provincia.
Fue el artífice, junto con Romero, de programas exitosos como los bonos salteños. A diferencia de las experiencias en otras provincias, esos títulos permitieron mantener el equilibrio de las cuentas públicas en tiempos de serias dificultades económicas.
Además, compartió responsabilidades en el enorme impulso a la obra pública, especialmente los planes de viviendas, que se produjeron en esos años.
Por su historia personal y su visión del mundo, Cantarero cultivó una sensibilidad acorde con esa etapa del país, posterior a la dictadura, inmersos en una severa crisis heredada y no resuelta y con un marcado consenso que intentaba confluir en el modelo del Estado de Bienestar.
Actuaba en el espacio público con la disciplina y el compromiso de quien se formó en el ámbito empresario. Al mismo tiempo, jamás sintió el poder como un estatus personal sino como un servicio, por eso quería contribuir a la dinámica creativa de la Salta de esos años.
Por su carácter, nunca se desentendió de los problemas de quienes lo rodeaban y siempre estuvo dispuesto a tender una mano.
Por eso, también, era capaz de mantener buenos vínculos con sus adversarios políticos, y abogaba por el consenso aún en medio de los conflictos.
Concluida su gestión ministerial, fue diputado provincial y presidió las comisiones vinculadas a la economía y el presupuesto. En la función legislativa, lo reconocían sus pares, trabajó a tiempo completo y aplicó su experiencia y conocimientos para producir las mejores leyes.
Los legisladores de su época, tanto en la Legislatura salteña como en el Senado de la Nación donde le tocó representar a Salta, lo reconocieron como un referente para los temas económicos y administrativos
Pero, aunque fue una figura pública importante en la provincia durante esos años, su espíritu era el de la empresa y fue, por eso, un exitoso hombre de negocios.
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