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Cumpleaños en las casas y casamientos postergados en Salta

Entre cancelaciones y postergaciones, en los salones no saben cómo continuarán.
Lunes, 06 de abril de 2020 02:45

A más de dos semanas de decretado el aislamiento social obligatorio por la pandemia de coronavirus, los propietarios de salones de fiesta tienen una gran incertidumbre sobre el futuro. Mientras reciben llamados para cancelaciones de eventos y pedidos de devolución de dinero, siguen las noticias sobre las medidas sanitarias y cómo seguirán las políticas de prevención. Sin percibir ingresos, no saben cómo continuarán sus días. Algunos ya avizoran un inminente cierre de sus locales por no poder solventar grandes alquileres.

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A más de dos semanas de decretado el aislamiento social obligatorio por la pandemia de coronavirus, los propietarios de salones de fiesta tienen una gran incertidumbre sobre el futuro. Mientras reciben llamados para cancelaciones de eventos y pedidos de devolución de dinero, siguen las noticias sobre las medidas sanitarias y cómo seguirán las políticas de prevención. Sin percibir ingresos, no saben cómo continuarán sus días. Algunos ya avizoran un inminente cierre de sus locales por no poder solventar grandes alquileres.

Eduardo Kira, propietario del salón de fiestas "Elegance", de zona norte, tiene a su cargo 20 empleados. Asegura que les seguirá pagando el sueldo hasta donde le "dé el bolsillo".

"No me puedo dar el lujo de prescindir de empleados que tienen 25 años de antigedad. La mayoría que nos dedicamos a esto somos empresas familiares", indicó el pequeño empresario.

Kira también consideró que "lo más importante es la salud", y destacó que por ello celebra y acata a todas las disposiciones del Gobierno de la Nación y el de la Provincia ante la emergencia. También se quejó de quienes no entienden la gravedad de la situación y se quejan de la necesaria cuarentena.

El empresario dijo que, lamentablemente, la parte más difícil se la llevan los "trabajadores eventuales", refiriéndose a mozos, cocineros y empleados que se contratan según la demanda.

Desde principios de febrero, cuando "se comenzó a hablar de la enfermedad", en Elegance dejaron de realizarse fiestas. Entre los que se suspendieron, había un evento para 500 personas. "Son casamientos u otras celebraciones que se pueden pasar a otra fecha. Esto se vende con mucha antelación, con 6 o 4 meses o 1 año incluso. Por lo tanto, hay tiempo para reprogramar", indicó Kira, aunque reconoció que las postergaciones no tienen fechas ciertas. "Si miramos qué pasó en los otros países, esto recién comienza. Somos uno de los más perjudicados porque estaremos sin trabajar varios meses", proyectó.

Eduardo Kira pidió además al gobierno sanciones y más mano dura con los que aprovechan la emergencia para especular con los precios de distintos productos."Que vayan presos y que les duela también el bolsillo", pidió.

Cumpleaños en casa

Las grandes celebraciones de cumpleaños ahora se volvieron íntimas, modestas y con salutaciones virtuales.

Andrea Chehadi tiene un salón de fiestas para niños en el macrocentro. Usualmente celebra entre 25 y 35 cumpleaños infantiles al mes. Reprogramó las fechas que pudo, mientras que otras fueron canceladas. Con un alquiler de $90 mil, el panorama se le vuelve sombrío. "El alquiler que pago es demasiado alto, es imposible pagarlo si no estoy en funcionamiento con la actividad, así que no sé como haré el próximo mes", contó preocupada.

Cada celebración de cumpleaños le da trabajo a otras familias que exceden a los empleados de salones de fiestas.

Rita García elabora decoraciones para tortas en porcelana fría. Los encargos para este mes fueron cancelados, aunque mira con esperanza los encargos que siguen en pie para abril y mayo. Sufre de una enfermedad en los huesos, por lo que recibe una pensión por discapacidad. "Esa es la única entrada fija en mi casa", cuenta. Ese único ingreso estable se va en impuestos, luz, gas y teléfono. "Lo que hago con las artesanías es para la comida", advierte la mujer, que convive con su mamá que es desempleada y "se la rebusca" vendiendo ropa por cartilla. En los días buenos logran ir supermercado, si no compran los bolsones que vende Cáritas a $150. "La luchamos día a día", dice en medio de un día a día más incierto que de costumbre.

 

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