Retomando el verdadero sentido de la celebración en honor a la protectora de General Mosconi, reflexionando sobre la fragilidad de la vida, sobre la necesidad de ser generosos teniendo conciencia plena de la importancia del otro; la celebración en honor a la Virgen de Fátima en el mundo entero y en este humilde y sencillo pueblo del norte argentino, como es General Enrique Mosconi, será inédita y como nunca antes, sin la presencia física de los fieles en la misa o en la tradicional procesión por las calles del pueblo.
Y es que la pandemia de COVID-19 ha cambiado en forma total las rutinas, el diario vivir y hasta la manera de celebrar a los santos patronos; los habitantes de los cinco continentes se sienten bajo una amenaza global que ha provocado que el mundo esté prácticamente paralizado porque el coronavirus no distingue creencias, razas, condición social o económica.
Para Semana Santa, el Vaticano indicó a través de un decreto que las celebraciones deben realizarse sin la presencia del pueblo, algo que no había sucedido ni siquiera durante las dos guerras mundiales. Ceremonias y actividades religiosas se realizan en forma virtual y aunque la liturgia es importante la situación de peligro latente amerita estos cambios .
Hoy como en tantos lugares del mundo los fieles de Mosconi y comunidades vecinas honran a la Virgen de Fátima sabiendo que a pesar de las distancias físicas entre ellos, son miembros de una sola iglesia, sintiendo que los vínculos entre hermanos siguen intactos.
En estos tiempos difíciles los devotos recurren a la Madre de Fátima para sentirse reconfortados, con esperanzas para seguir caminando, rogándole que fortalezca a todos aquellos que luchan contra esta y otras enfermedades. En estos tiempos de abrazos ausentes, de encuentros distantes concientes de la fragilidad y de la vulnerabilidad de todos lo que conforman su pueblo, hoy más que nunca imploran su protección.
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Retomando el verdadero sentido de la celebración en honor a la protectora de General Mosconi, reflexionando sobre la fragilidad de la vida, sobre la necesidad de ser generosos teniendo conciencia plena de la importancia del otro; la celebración en honor a la Virgen de Fátima en el mundo entero y en este humilde y sencillo pueblo del norte argentino, como es General Enrique Mosconi, será inédita y como nunca antes, sin la presencia física de los fieles en la misa o en la tradicional procesión por las calles del pueblo.
Y es que la pandemia de COVID-19 ha cambiado en forma total las rutinas, el diario vivir y hasta la manera de celebrar a los santos patronos; los habitantes de los cinco continentes se sienten bajo una amenaza global que ha provocado que el mundo esté prácticamente paralizado porque el coronavirus no distingue creencias, razas, condición social o económica.
Para Semana Santa, el Vaticano indicó a través de un decreto que las celebraciones deben realizarse sin la presencia del pueblo, algo que no había sucedido ni siquiera durante las dos guerras mundiales. Ceremonias y actividades religiosas se realizan en forma virtual y aunque la liturgia es importante la situación de peligro latente amerita estos cambios .
Hoy como en tantos lugares del mundo los fieles de Mosconi y comunidades vecinas honran a la Virgen de Fátima sabiendo que a pesar de las distancias físicas entre ellos, son miembros de una sola iglesia, sintiendo que los vínculos entre hermanos siguen intactos.
En estos tiempos difíciles los devotos recurren a la Madre de Fátima para sentirse reconfortados, con esperanzas para seguir caminando, rogándole que fortalezca a todos aquellos que luchan contra esta y otras enfermedades. En estos tiempos de abrazos ausentes, de encuentros distantes concientes de la fragilidad y de la vulnerabilidad de todos lo que conforman su pueblo, hoy más que nunca imploran su protección.