Una historia más en tiempos de pandemia. La voleibolista argentina Tatiana Vera, jugadora del club Haro Rioja, regresó al país tras estar dos meses varada en España, al conseguir un vuelo de repatriación, luego de varias postergaciones.
A Vera y su novio le reprogramaron el vuelo dos veces. La pareja decidió quedarse entonces en Haro, una localidad de 12.000 habitantes de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Una vez confirmado el vuelo se trasladaron en taxi hasta Miranda de Ebro (pueblo a 20 kilómetros de Haro), desde allí en tren hasta Madrid y en otro hacia el aeropuerto”, señaló Vera, la jugadora de 27 años surgida en Gimnasia de La Plata.
Antes de subir al avión, les tomaron la temperatura y les hicieron firmar una declaración jurada. El vuelo hizo una escala de 3 horas en San Pablo, y al llegar al aeropuerto de Ezeiza “cuatro personas subieron al avión para chequear nuevamente la fiebre de cada pasajero”, apuntó la armadora.
“Una vez que descendimos fuimos rociados con alcohol y al llegar a Migraciones informamos el lugar donde pasaríamos la cuarentena. El padre de mi novio dejó el auto en el estacionamiento del aeropuerto, no tuvimos contacto con él y nos fuimos a La Plata, donde estamos aislados, sin ver a la familia”, expresó Vera.
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Una historia más en tiempos de pandemia. La voleibolista argentina Tatiana Vera, jugadora del club Haro Rioja, regresó al país tras estar dos meses varada en España, al conseguir un vuelo de repatriación, luego de varias postergaciones.
A Vera y su novio le reprogramaron el vuelo dos veces. La pareja decidió quedarse entonces en Haro, una localidad de 12.000 habitantes de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Una vez confirmado el vuelo se trasladaron en taxi hasta Miranda de Ebro (pueblo a 20 kilómetros de Haro), desde allí en tren hasta Madrid y en otro hacia el aeropuerto”, señaló Vera, la jugadora de 27 años surgida en Gimnasia de La Plata.
Antes de subir al avión, les tomaron la temperatura y les hicieron firmar una declaración jurada. El vuelo hizo una escala de 3 horas en San Pablo, y al llegar al aeropuerto de Ezeiza “cuatro personas subieron al avión para chequear nuevamente la fiebre de cada pasajero”, apuntó la armadora.
“Una vez que descendimos fuimos rociados con alcohol y al llegar a Migraciones informamos el lugar donde pasaríamos la cuarentena. El padre de mi novio dejó el auto en el estacionamiento del aeropuerto, no tuvimos contacto con él y nos fuimos a La Plata, donde estamos aislados, sin ver a la familia”, expresó Vera.