19°
24 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Los odiadores

Lunes, 13 de julio de 2020 01:50

"El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida".

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

"El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida".

Charles Baudelaire.

El amor como el odio, forman parte de una misma red neuronal donde se exacerban comportamientos pasionales sin parangón. Allí, en el mismísimo centro del cerebro, en el putamen y la ínsula (estructuras que participan también en la percepción del desdén y el asco) se "cocinan" habilitaciones emocionales dignas de entender para entender.

No es una casualidad que en la obra Romeo y Julieta, el gran himno al amor, hayan existido 6 muertes desgarrantes en un puñado de días. El amor como el odio también comparten la impetuosidad de la velocidad. "El hecho de que las zonas del putamen y la ínsula también se activen por el amor romántico y por el odio visceral no es sorprendente, ya que ambas pasiones pueden conllevar actos irracionales", explica el neurocientífico Semir Zeki.

Pero existe una diferencia que cambia casi todo... en el amor se desactivan partes de los juicios/razonamientos y hacen que los filtros perceptivos impregnen de rosa casi todo, mientras que en el sujeto que odia, no suele perder el juicio, es más, lo exacerba y se especializa, para generar un plan que dañe al odiado. Y cuanto más grande sea el odio y logre resultado, genera la peor de las enfermedades: placer de odiar. El odio tiene un circuito implacable de retroalimentación, odiar necesita respuesta para alimentarse, necesita resistencia para sobrevivir, necesita público para mostrarse, es una especie de neurosis histérica. Sería bueno investigar a los odiadores seriales como está la abstinencia sexual. El odiador odia lo que el otro tiene y que para él es esquivo. Es común en la política odiar las popularidades conseguidas y generar un cúmulo de "razonamientos" que sostienen al odio.

El odiador, al no poder lograr lo que su odiado logró, y no poder destruirlo, desea visceralmente que el poseedor de eso lo pierda. El odiador está enfermo de escasez.

El odiador carga una bolsa de resentimiento, esa emoción del esclavo (a los dichos de Nietzche).

Es el odio el nido de una inferioridad subyacente.

El odiador se cree centro de mesa y abraza una manía persecutoria paranoica como si tuviera la fórmula de la Coca Cola. Es común verlos en caravanas defendiendo abstracciones imposibles de comprobar fehacientemente. Aparte promueven claramente alejarse de algo más que acercarse a algo.

El desclasado odia porque se siente perseguido del pasado de origen y de su aversión fóbica al posible regreso, entonces racionaliza su temor apoyando a quien le "asegura" un no regreso, eso sí con una inversión de esfuerzo para permanecer en nueva liga que nunca pertenecerá.

El amor está más alineado a amar una persona, mientras el odio en su fermentar habilita a ejercerse a grandes cantidades, se empieza por uno y se termina al por mayor. Los genocidios son el ejemplo, es por ello que parar el odio es en defensa de la humanidad toda, incluyendo a los odiadores. ¿Cómo lo hacemos? ...da para otra columna.

Mientras tanto...

"No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que a su igual o a su superior".

Fiedriech Nietzsche

"La multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor".

Arturo Jauretche

"La diferencia de lenguas y de religiones llevan consigo al odio mutuo ... pero con el incremento de la cultura, estas diferencias conducen a coincidir en la paz".

Inmanuel Kant

 

PUBLICIDAD