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En octubre de 1968, a días de haber sido instalado en el parque 20 de Febrero, el Gloster Meteor que decora una de las plazas del espacio verde de la capital salteña por poco no terminó incendiado gracias a la intervención de un policía que pudo dispersar a un grupo de jóvenes que habían pergeñado el ataque. Seguramente, los vándalos habían visto a ese avión como un símbolo del antiperonismo. No sabían que la nave ya había sobrevivido a otra batalla con mucho más peligro, a la que ocurrió tras el bombardeo de Plaza de Mayo en 1955, en la que estuvo del lado del líder del Justicialismo.
El avión del parque 20 de Febrero es testigo de uno de los episodios más sangrientos que ocurrieron en el país. En el lugar donde está instalado nunca hubo una referencia sobre su pasado, lo que representa una deuda no solo para Salta sino para la historia democrática del país.
La épica de ese Gloster inició el nefasto jueves del 16 de junio de 1955. Aquel día, cerca de las 13, cuando recibieron sus órdenes, los pilotos de la VII Brigada Aérea de la base de Morón Osvaldo Rosito, Juan García, Mario Olezza y Ernesto Adradas no tuvieron tiempo de tomar conciencia de que iban a entrar a la historia por protagonizar el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina (a pesar de que la institución militar luego dispuso que el bautismo se produjo en la Guerra de Malvinas). Menos pudieron haber racionalizado que ese evento iba a quedar marcado como una de las jornadas más trágicas del país, no solo porque fueron masacradas mediante un bombardeo centenares de personas en la plaza central de la ciudad de Buenos Aires sino también porque ese fue un ataque fratricida efectuado por colegas suyos de la Armada.
Los cuatro pilotos montaron sus Gloster Meteor y salieron a combatir a los sediciosos que tenían la inaudita misión de asesinar al entonces presidente Juan Domingo Perón arrojando bombas sobre la Casa Rosada y la plaza central porteña desde el aire, mientras que otro grupo de militares y civiles actuaba vía terrestre con el fin de consumar el golpe de Estado, que finalmente resultó infructuoso.
Una de esas cuatro naves leales, la que fue piloteada por el teniente Rosito, es la que desde 1968 ofrece una postal en el parque salteño.
La orden de la escuadrilla de los Gloster era interceptar a una formación de seis aviones North American navales rebeldes. Se toparon con dos y uno de ellos fue derribado.
De acuerdo a los documentos y testimonios que se recolectaron para la reconstrucción histórica del bombardeo del 55 que realizó el Archivo Nacional de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos en 2010, Rosito y Olezza fueron los primeros que dispararon sus cañones de 20 milímetros sobre los sublevados, pero no tuvieron éxito. En tercer turno lo hizo Adradas, que le acertó una decena de proyectiles al aparato que piloteaba el teniente de corbeta Arnaldo Román, que resultó derribado sobre el río. Román se eyectó y fue detenido por una lancha de la Prefectura.
El otro avión perseguido pudo escapar. Iba piloteado por Rivero Kelly, quien durante la última dictadura militar, para no perder la costumbre, cometió delitos de lesa humanidad como jefe de la Base Almirante Zar de Trelew, Chubut.
Del ataque del 16 de junio 1955 se pudieron corroborar la muerte de 308 personas, en su gran mayoría civiles que estaban en la plaza de Mayo. Aunque a esa cantidad debe sumarse "un número incierto de víctimas", según se aclara en el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos, que son los más de 500 heridos de esa jornada que luego pudieron tener un desenlace fatal y los "cadáveres que no lograron identificarse, como consecuencia de las mutilaciones y carbonización causadas por las deflagraciones".
Un derrotero accidentado
En su meticulosa monografía sobre la historia del centenar de Gloster Meteor que operaron en el país, Jorge Núñez Padín reconstruyó las distintas vicisitudes que atravesó en 17 años de servicio el avión instalado en el parque 20 de Febrero.
Con ese trabajo, publicado en abril de 2007, El Tribuno pudo reconstruir la historia del Gloster.
La nave fue incorporada a la Fuerza Aérea el 11 de mayo de 1949 con la matrícula I-090. La letra “I” hace referencia a la función de interceptor. El 2 de agosto del mismo año fue asignado al Regimiento 4 de Caza Interceptora en Tandil y luego fue transferido al Grupo 2 de Caza Interceptora.
El 19 de junio de 1951, el avión resultó con daños menores al colisionar en el aeródromo militar de Tandil contra otro Meteor (el I-071).
Ya en el aeropuerto militar de Morón, el I-090 tuvo el infortunio de atropellar a un caballo que había ingresado a la pista. Ocurrió el 19 de noviembre de 1957.
En Morón fue utilizado por la Escuadrilla 46, donde es rematriculado a C-090. La “C” hace referencia al uso de cazabombardero que se le asignó. Por ese cambio de matrícula, al avión del parque salteño no se lo asociaba con los registros que existen de las naves que participaron en el bombardeo a la plaza de Mayo del 55. Es más, una de las versiones lo ubicaban en un taller de reparación en el momento del ataque. Ahora, gracias a la monografía de Núñez Padín, se sabe que se trata del mismo avión que piloteó el teniente Osvaldo Rosito para repeler el golpe militar contra Perón, que, sin embargo, meses más tarde se terminó por concretar.
El 6 de noviembre de 1964, ocurrió una de la últimas anécdotas de la nave. Fue cuando realizó un aterrizaje con el tren replegado (sin ruedas) en la base aérea de Morón. Finalmente, el 16 de marzo de 1966 se le da de baja por haber alcanzado el límite de horas de vuelo.
La operación de compra a Inglaterra
El Gloster Meteor MK IV fue el primer caza de reacción británico. Llega a la Argentina como parte de pago de la deuda que había contraído Inglaterra con el país durante la Segunda Guerra Mundial, en la que también entra en batalla ese modelo de avión a chorro.
Durante el gobierno de Juan Domingo Perón se adquieren 100 Meteor a un precio de 67,5 millones de pesos, incluido repuestos.