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Empleados de Andes no cobran sus sueldos desde noviembre y sobreviven con el ATP

Los trabajadores viven momentos de mucha angustia. Hacen changas para llegar a fin de mes y están endeudados. Volvieron a vivir con sus padres y algunos no llegan ni siquiera a comer. 
Miércoles, 29 de julio de 2020 16:03

Dolor, frustración, incertidumbre y angustia son algunos de los sentimientos que expresan los empleados de Andes en Salta al describir la situación que están viviendo. 
No cobran sus sueldos desde noviembre del año pasado y sobreviven gracias al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), una iniciativa del Gobierno nacional para paliar la crisis económica a causa de la pandemia por el nuevo coronavirus.
Esto los afectó de diversas maneras: algunos separaron a sus familias para acomodarse en las casas de los parientes; otros vendieron sus vehículos y sus muebles para generar algo de efectivo; otros están tapados por las deudas y hacen changuitas o colaboran en emprendimientos familiares para subsistir... Unos envían a sus hijos a comedores o merenderos barriales y otros toman mate en vez de cenar por las noches. 
Todos -pero, todos- manifestaron su esperanza en que la situación de la empresa mejore y puedan volver a trabajar. Los une la pasión por los aviones y se formaron para dedicarse a eso. Durante años, compartieron días y noches en el hangar del aeropuerto y entre llaves y manuales se convirtieron en una gran familia.
Saben que el resurgimiento va a ser muy complicado, pero están muy comprometidos para volver a trabajar. “Los tiempos difíciles crean buenos tiempos. Si logramos resistir y que la empresa nos ayude, sabemos que podemos salir adelante sin problema”, dijo uno de ellos.
“Andes quiere volar. Hay una pizca de esperanza en que todo salga bien. Esperamos que las políticas del Gobierno nos ayuden y que la gente nos entienda”, expresó otro.
Si bien las proyecciones para la industria aeronáutica no son buenas en ninguna parte del mundo a causa de la pandemia, ellos creen que el Estado puede ayudar a emparejar la competencia, que fue una de las razones que llevó a Andes a una situación financiera crítica.
Saben que la vuelta a la actividad será muy distinta a lo que conocían antes, pero las ganas de volver a trabajar y encender motores están intactas. Por eso, pidieron a inversionistas y socios de la empresa que “pongan de su parte” para cubrir al menos una parte de sus sueldos.

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Dolor, frustración, incertidumbre y angustia son algunos de los sentimientos que expresan los empleados de Andes en Salta al describir la situación que están viviendo. 
No cobran sus sueldos desde noviembre del año pasado y sobreviven gracias al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), una iniciativa del Gobierno nacional para paliar la crisis económica a causa de la pandemia por el nuevo coronavirus.
Esto los afectó de diversas maneras: algunos separaron a sus familias para acomodarse en las casas de los parientes; otros vendieron sus vehículos y sus muebles para generar algo de efectivo; otros están tapados por las deudas y hacen changuitas o colaboran en emprendimientos familiares para subsistir... Unos envían a sus hijos a comedores o merenderos barriales y otros toman mate en vez de cenar por las noches. 
Todos -pero, todos- manifestaron su esperanza en que la situación de la empresa mejore y puedan volver a trabajar. Los une la pasión por los aviones y se formaron para dedicarse a eso. Durante años, compartieron días y noches en el hangar del aeropuerto y entre llaves y manuales se convirtieron en una gran familia.
Saben que el resurgimiento va a ser muy complicado, pero están muy comprometidos para volver a trabajar. “Los tiempos difíciles crean buenos tiempos. Si logramos resistir y que la empresa nos ayude, sabemos que podemos salir adelante sin problema”, dijo uno de ellos.
“Andes quiere volar. Hay una pizca de esperanza en que todo salga bien. Esperamos que las políticas del Gobierno nos ayuden y que la gente nos entienda”, expresó otro.
Si bien las proyecciones para la industria aeronáutica no son buenas en ninguna parte del mundo a causa de la pandemia, ellos creen que el Estado puede ayudar a emparejar la competencia, que fue una de las razones que llevó a Andes a una situación financiera crítica.
Saben que la vuelta a la actividad será muy distinta a lo que conocían antes, pero las ganas de volver a trabajar y encender motores están intactas. Por eso, pidieron a inversionistas y socios de la empresa que “pongan de su parte” para cubrir al menos una parte de sus sueldos.

Situación salarial 

Desde el año pasado, los trabajadores venían cobrando los sueldos de manera desdobalda e irregular, lo que los tenía en una situación muy inestable, pero a partir de noviembre último no cobraron más sueldos ni aguinaldos. Ellos siguieron trabajando de la mejor manera que podían, con la esperanza de sostener su fuente laboral y de seguir vinculados a lo que más aman: los aviones.
La pandemia del nuevo coronavirus llegó para empeorar el cuadro, ya que se suspendieron los vuelos comerciales desde el 20 de marzo hasta el 1 de septiembre, en principio.
El ATP les trajo un respiro, ya que les garantiza al menos un piso mínimo para subsistir. En mayo y junio, recibieron el equivalente a dos salarios mínimo vital y móvil ($33.750) y este mes cobraron el equivalente a un solo SMVM ($16.875), ya que la provincia estaba en una fase de distanciamiento social preventivo y obligatorio, sin circulación comunitaria del virus. 
Esperan que esta iniciativa se sostenga los próximos meses y que en su caso se cubran los dos SMVM, ya que la actividad está completamente frenada a causa de la pandemia y dependen de Buenos Aires.

Una “revolución” patética

Los problemas financieros de Andes comenzaron a gestarse dos años atrás, con la política aerocomercial del Gobierno anterior, conocida como “la revolución de los aviones”, que permitió el ingreso al país de las “low cost” y quitó el piso de las tarifas de los vuelos aéreos.
Las aerolíneas tradicionales tuvieron que bajar los precios para competir, lo que generó un “dumping”, que es una situación de discriminación internacional de precios. 
La devaluación fuerte que comenzó a partir del año 2018 afectó de manera directa a la industria aeronáutica y, sobre todo, a Andes, cuyos capitales son todos nacionales y cuyos costos están dolarizados. A raíz de esto, la empresa tuvo que devolver cuatro Boeing 737-800 que tenía alquilados y se complejizaron los problemas salariales. Los trabajadores no reciben aumentos desde entonces.

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