¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

24°
23 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Es hora de hablar de la economía

Jueves, 09 de julio de 2020 01:57

Hemos cumplido más de cien días de cuarentena y los recientes cambios, hacia atrás, en las fases siguen ocasionando aumentos en la recesión en la actividad económica.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Hemos cumplido más de cien días de cuarentena y los recientes cambios, hacia atrás, en las fases siguen ocasionando aumentos en la recesión en la actividad económica.

Por consiguiente observamos: disminución de la recaudación impositiva, muchas empresas que cierran, serios desequilibrios de la macroeconomía y hasta cambios en la política.

Con la caída de actividad económica de abril, de 26,4% interanual se alcanza una caída del 11,4% en los primeros cuatro meses del año; la peor de la historia, que nos devuelve vertiginosamente a los niveles de actividad económica de 2004.

Ya el FMI, y coincidiendo con estimaciones privadas, calcula una caída cercana al 10% del PBI para este año. Pero puede ser peor aún, y no se sabe cuándo termina la cuarentena.

Crisis global

La magnitud de la crisis económica generada por la pandemia tiene alcance mundial y no da lugar a equívocos. Es de esperar una de las peores recesiones globales en dos siglos. Sí, entramos a una fase de declive, con una economía más golpeada que durante las dos guerras mundiales; peor, incluso, que después del crak de 1929, o de los colapsos de los 90, tales como el efecto Tequila o la caída de los mercados asiáticos. Será mucho peor, también, que la crisis de las "hipotecas subprime" en 2008.

La recesión deteriora el salario, destruye el empleo, la rentabilidad y la misma sustentabilidad de las empresas se desmorona. El Estado recibe menos ingresos por el pago de impuestos y queda con menos recursos disponibles.

En Latinoamérica crecerán dramáticamente el desempleo y la pobreza.

Cuando en la mayor parte de Asia, Europa y Estados Unidos las cosas están volviendo a la "normalidad" de manera escalonada y con precauciones para mantener la distancia social, América Latina se ha convertido en el epicentro de la pandemia.

Con la mochila desde 2011

El mal momento invita a buscar culpables, porque no es solo el virus el que destruye la economía argentina. Pero las culpas son compartidas. Desde 2011, los experimentos del cepo, la absorción del Banco Central por el Ejecutivo, el subsidio indiscriminado y la transformación del Estado en "fábrica de sueldos" dejó al país con una deuda global cercana a los US$250.000 millones. Y la apuesta al endeudamiento externo, aplicada desde 2015, no resolvió nada.

Y sobre llovido, la COVID-19

Es inimaginable que el Estado argentino pueda financiar una economía en quiebra "pospandemia".

En la AFIP estiman que en estos días de cuarentena las pequeñas y empresas de gran tamaño ubicadas en todo el país ya acumulan deudas por más de $200.000 millones divididas en partes iguales.

La empresas productoras de bienes contemplados en la lista de precios cuidados que vencieron recientemente, piden un aumento del 10% promedio en todos los productos por los aumentos de la inflación y del dólar; estimo les será autorizado, ya que con la prohibición de despedir personal, les será muy difícil seguir produciendo... y esa sería una razón más que válida para que bajen sus persianas.

Es difícil que se recuperen rápidamente las empresas que ya cerraron sus puertas y parece ilusorio suponer una "lluvia de inversiones", la misma que se quedó esperando Mauricio Macri; la ayuda tiene que ser ahora, con lo que sea y en forma urgente, para evitar más quiebras.

Son varios los sectores que reclaman la implementación de un plan económico integral pospandemia; el Gobierno no presentó ninguno, ya que viene tratando de paliar los efectos y sin resolver las causas, implementando medidas urgentes y descuidando en muchos casos lo importante. Utilizando una alegoría, sería como si un bombero desconectara la alarma y se desentendiera de apagar el incendio.

Buscando un cambio de actitud, propondré algunas medidas que considero estratégicas para iniciar un proceso de reactivación y poder observar un panorama más positivo en el corto plazo que tanta falta está haciendo.

Algo más que bomberos

En un escenario de cierres masivos, desocupación y aumento de la pobreza es necesario poder salvar a las empresas aún abiertas, entiendo oportuno que el Gobierno se reúna con empresarios y trabajadores para discutir temas relacionados con la actividad como salarios, precios, tarifas, impuestos, tipos de cambio, controlar los factores inflacionarios y generar expectativas en sectores castigados por la cuarentena buscando normalizar y poner en marcha la economía.

Será necesario que el Gobierno tenga y genere las suficientes divisas para financiar la reactivación y el futuro crecimiento, ya que con la profundidad de la crisis ha hecho madurar y tomar conciencia de las consecuencias que todo esto traerá a los sectores de trabajadores y empresarios. Razón más que válida para que funcione como reaseguro y garantía de que se puede llegar a acuerdos que neutralicen los males que deja esta pandemia.

El sistema financiero jugará un rol importante. El Banco Central, que cuenta con los elementos necesarios para incentivar el crédito a las empresas y comercios, debería implementar líneas de crédito a mediano plazo, con tasas cercanas a cero y con períodos de gracia. Hay que asumir que la actividad privada y no los ilusionismos estatistas o clasistas serán los protagonistas de la reactivación en el período pospandemia, que será lenta y a muy largo plazo.

Muchos rubros se encuentran en emergencia económica, el Estado deberá tomar conciencia y proveer todas las herramientas necesarias para la subsistencia de cada sector, caso del turismo con todo lo que representa y las actividades colaterales que dependen del mismo, los cines, teatros, espectáculos, deportes, gimnasios, personas ligadas al arte y oficios que no pueden trabajar.

 No da para más 

Estos más de cien días de cuarentena agravada en algunos distritos están causando pérdidas millonarias, con cierres de empresas y una macroeconomía tremendamente averiada. Sin ir más lejos, observamos y para que tengamos una idea de lo que está pasando, el crecimiento del gasto público aumentó solo en el pasado mes de mayo un 96% y los ingresos percibidos apenas superaron un 2,6%, es decir los egresos fueron superiores a los ingresos esto se lo conoce como déficit fiscal que actualmente es muy significativo.
Existen distintas formas de disminuir el déficit fiscal: bajando los gastos del gobierno, recaudar más, emitir deuda, actualmente la única forma de financiar que tenemos es emitir moneda, siendo varias y hasta peligrosas las consecuencias de esta práctica.
Debido a la gran cantidad de dinero circulando, se corre el riesgo de una hiperinflación o un aumento de los precios de los dólares blue con peligro a una devaluación significativa, razón por la cual el Gobierno está sacando de circulación el dinero sobrante con aumento de la tasa de interés, tentando a los inversores a poner dinero a plazo fijo o comprar títulos públicos y controlando la cotización de la moneda extranjera con fuertes cepos.
Aumentar la tasa de interés será perjudicial para quien pida un préstamo destinado a la actividad productiva y no contribuiría a la reactivación de la economía, a este dilema solo el gobierno podrá resolver.
El cambio político también se está produciendo ya que la imagen positiva del presidente, según varias encuestadoras serias, está bajando en esta cuarentena. Es una consecuencia de que la sociedad está bastante desorientada y algo resignada a que se prolongue, pero no apoya la forma en que se la encaró. 
Si a esto le sumamos la recesión en la economía, concluimos: “cuarentena sin recesión es imposible”, realmente una triste certeza que estamos viviendo, pero con solo observar lo que está ocurriendo en países limítrofes podemos afirmar que todavía estamos bien.
La cuarentena es nuestra pero la pandemia es mundial, las consecuencias las pasaremos todos y la reactivación de la economía será lenta. Es comprensible que el Gobierno haya priorizado la salud sobre la economía, pero a más de cien días de cuarentena es necesario que empecemos a pensar seriamente en la economía.
 

PUBLICIDAD