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Me extraña, Lavagna 

Miércoles, 12 de agosto de 2020 22:24

No soy economista, pero en este tema me le animo hasta al mismo prestigioso exministro de Economía Roberto Lavagna, quien sugirió, hace dos días, crear un fondo de cese laboral como el que rige en la industria de la construcción. En realidad, no hace sino recoger una vieja idea que goza de gran predicamento entre los empresarios y que hace poco también se incluyó en el proyecto de reforma laboral que intentó impulsar Mauricio Macri. 

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No soy economista, pero en este tema me le animo hasta al mismo prestigioso exministro de Economía Roberto Lavagna, quien sugirió, hace dos días, crear un fondo de cese laboral como el que rige en la industria de la construcción. En realidad, no hace sino recoger una vieja idea que goza de gran predicamento entre los empresarios y que hace poco también se incluyó en el proyecto de reforma laboral que intentó impulsar Mauricio Macri. 

Intentaremos demostrar que el sistema además de injusto para los trabajadores es un pésimo negocio para las empresas. En todo caso pueden ser un brillante negocio para las entidades financieras y, como todo fondo acumulado en nuestro país, puede convertirse en una seductora fuente de corrupción. El Fondo de Cese Laboral para el trabajador de la industria de la construcción consiste en un aporte obligatorio a cargo exclusivamente del empleador. El empleador debe depositar mensualmente los fondos (bajo pena de severas sanciones), dentro de los primeros quince días del mes siguiente a la remuneración pagada. Durante el primer año de prestación de servicios el aporte será el equivalente al 12% de la remuneración mensual (sin tener en cuenta SAC). A partir del año de antigüedad, dicho aporte será del 8%. 

Comparando sistemas 

Veamos un ejemplo y sus números. Tomaremos un trabajador con seis años de antigüedad; un dato que no es arbitrario: 5,9 es el promedio de antigüedad en el empleo para Latinoamérica (según el BID, Argentina no registra estadísticas para esta información). Según la legislación laboral común, a ese trabajador le va a corresponder una indemnización de seis meses de sueldo (no contamos el preaviso que puede, o no, ser otorgado). Si tomamos un salario de $100.000, tendríamos unos $600.000 como total de la inemnización. Ahora veamos cuanto saldría el mismo caso con fondo de desempleo. Durante el primer año el empleador aportará un 12% de la remuneración (1.200.000 x 12%): unos $144.000. En los 5 años siguientes aportará un 8% (6.000.000 x 8%): otros $480.000. Como resultado final habremos aportado $624.000. No parece significativa una diferencia de $24.000, pero no podemos dejar de lado tres colosales consecuencias. En primer lugar, debemos sumarle el costo financiero de ir pagando anticipadamente mes a mes la futura indemnización. Aplicando un interés puro del 6% anual sumaríamos -sin acumular intereses- un 36% más en los seis años. Para comprender la segunda consecuencia primero analizaremos por qué este sistema es realmente eficaz en la industria de la construcción. Esta actividad se caracteriza por una altísima rotación de personal en periodos relativamente breves; y con intervalos más o menos prolongados entre una obra y otra. En las actividades normales se supone que en un periodo de seis años se pueden haber producido un diez o un veinte por ciento de despidos sin causa; en el fondo propuesto por Lavagna ¡se indemniza a la totalidad del personal!, aunque ninguno haya sido despedido. Esto significaría que, en una empresa de 20 empleados, al cabo de seis años, mediante el sistema común se pagarían entre dos y cuatro indemnizaciones y en el sistema de la construcción pagaremos exactamente veinte indemnizaciones. En un caso serían unos dos millones de pesos y en el otro, doce millones y medio. En el sistema Uocra-Lavagna se indemniza a todos, aunque continúen en la empresa, aunque se jubilen, aunque sean despedidos con justa causa, aunque renuncien, etc. Esto es injusto también para los trabajadores y relaja la disciplina porque daría lo mismo, a los efectos indemnizatorios ser el más eficiente trabajador o el más atorrante de todos. 

Estas indemnizaciones se pueden incrementar con duplicaciones, agravamientos por trabajo no registrado, recargos por no abonarlas oportunamente, por no entregar certificados de trabajo, etc. que son las que producen montos exorbitantes. Pero ello resulta independiente del sistema indemnizatorio básico que se elija.

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