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18 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Objetos artesanales invitan a los niños a crear mundos en miniatura 

Jésica Rosales, de La Boutique de Barbie, produce ropa para muñecas articuladas. Camila Gerónimo, de MiniArt Market, elabora accesorios en porcelana fría. 
Viernes, 14 de agosto de 2020 21:06

Las muñecas vienen de fábrica determinadas a ser la bailarina, la astronauta, la rockera. Para los desarrolladores de líneas nada parece ocurrirles cuando se acaban los tres minutos de las publicidades en que las niñas las han sacudido un poco, al son de la música que les combina con la profesión y bajo reflectores pasibles de encontrar en pocos hogares. 
¿El después? Lo generan las mentes y los corazones infantiles, que les quitan los trajes originales y las dotan de muchas vidas, muchas personalidades y muchos mundos. En el fondo esos personajes de plástico de 29,2 centímetros han asumido su destino de actores.
Con presupuestos acotados y sin tutoriales de YouTube que seguir para aprender destrezas nuevas, las infancias de los 80 y 90 les creaban comida con la dosis justa de agua, harina y témpera para modelar sándwiches, pizzas y tortas. 
También, muebles con maderas torpemente cortadas o palitos de helado. O ropa de fiesta con pañuelos de seda ajustados a la cintura y en caída libre, y biquinis con cinta bebé. 
A la vuelta de esta capacidad de ficcionalización apuestan las artesanas Jésica Rosales (32), con La Boutique de Barbie, y Camila Gerónimo (25), con MiniArt Market. 
Ambas producen para las temporadas altas, Día del Niño, Navidad y Reyes Magos, cuando el clima festivo hace recordar a padres y abuelos sus experiencias lúdicas y los ojos infantiles brillan con tierna expectativa buscando compañeros de juego, incluso adultos. 

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Las muñecas vienen de fábrica determinadas a ser la bailarina, la astronauta, la rockera. Para los desarrolladores de líneas nada parece ocurrirles cuando se acaban los tres minutos de las publicidades en que las niñas las han sacudido un poco, al son de la música que les combina con la profesión y bajo reflectores pasibles de encontrar en pocos hogares. 
¿El después? Lo generan las mentes y los corazones infantiles, que les quitan los trajes originales y las dotan de muchas vidas, muchas personalidades y muchos mundos. En el fondo esos personajes de plástico de 29,2 centímetros han asumido su destino de actores.
Con presupuestos acotados y sin tutoriales de YouTube que seguir para aprender destrezas nuevas, las infancias de los 80 y 90 les creaban comida con la dosis justa de agua, harina y témpera para modelar sándwiches, pizzas y tortas. 
También, muebles con maderas torpemente cortadas o palitos de helado. O ropa de fiesta con pañuelos de seda ajustados a la cintura y en caída libre, y biquinis con cinta bebé. 
A la vuelta de esta capacidad de ficcionalización apuestan las artesanas Jésica Rosales (32), con La Boutique de Barbie, y Camila Gerónimo (25), con MiniArt Market. 
Ambas producen para las temporadas altas, Día del Niño, Navidad y Reyes Magos, cuando el clima festivo hace recordar a padres y abuelos sus experiencias lúdicas y los ojos infantiles brillan con tierna expectativa buscando compañeros de juego, incluso adultos. 

La Boutique de Barbie

Jésica Rosales es tesista de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Católica de Salta. Madre de Esteban (8) y Brenda (6) y casada con Cristian Díaz (33), cumple con eficiencia los múltiples roles que eligió para sí. Es una mujer empoderada como la muñeca que admira y la ha acompañado desde niña, Barbie. 

La línea de alta costura de La Boutique tiene doble forro. Jan Touzeau


Creó La Boutique de Barbie hace ocho años, cuando una de sus sobrinas, Celeste Rosales (15), le pidió que le cosiera ropita para sus muñecas. Embarazada de su primer hijo, hacía años que no pensaba en sus “dolls” ni en qué les habría deparado el destino cuando ella y sus hermanas, Pamela (32) y Melisa (31), empezaron a transitar la adolescencia. 
Comenzó a coserles bajando moldes compartidos en grupos de Facebook de minicosturas, pero como el cuerpo de Barbie fue rediseñado en 1997 y ahora tiene una cintura y caderas más anchas y menos busto, las prendas con aquellos patrones no les quedaban a las modernas fashionistas. Entonces debió aprender a cortarlos, primero los hizo rudimentarios y luego dignos de un taller de corte y confección. 

La línea de tejidos y ropa urbana, pensada para que jueguen las niñas. Jan Touzeau


Jésica usa una máquina casera, ideal para coser puntadas decorativas y de acabados en paños livianos. Pero que también responde muy bien a otras telas como el jean, modal, micropolar, gabardina y elastizada. Manejando una amplia gama de puntadas para varios grosores logró desarrollar minivestidos, capas y sacos cruzados de barracán, que hubieran agradado a mujeres de primoroso vestir como Jacqueline Kennedy Onassis. También trabaja con etiquetas de papel transfer impresas para los diseños estampados y con perlas y minitachas para simular botones. En su línea urbana se destacan las calzas legging, buzos con capucha, boleritos y camperas en cuero, chaquetas de jean con puños desgastados, faldas, enterizos, polerones y minishorts. Todo con bolsillos reales y vistos, botones, cierres, diseños estampados y tachas. También causan asombro las delicadas prendas tejidas a dos agujas. 

La ropa es para varias tallas de muñecas. Jan Touzeau

“Apunto a la imaginación. A que las nenas creen sus mundos y jueguen conforme con sus ideas”, sintetizó Jésica, que ahora comercializa dos líneas, una de alta costura para coleccionistas y otra con telas y hechuras que resistan el poner y sacar constante que les dan las niñas. 


Jésica inició el coleccionismo de Barbie en Salta y muchos llegaron al hobbie atraídos por la lumbre de La Boutique de Barbie. Con ahínco pasó el grupo Coleccionistas de Barbie en Salta dos años y medio engrosando las colecciones, refinando la puntería para adquirir cada pieza, reordenando prioridades y recibiendo con benevolencia el aprendizaje que toda prueba y error conlleva. Así surgió Expo Barbie 60 años Salta, que se realizó en el Centro Cultural América (Mitre 23) en abril de 2019. Allí, Jésica dio talleres para niñas. Les enseñó a tomar medidas, a hacer moldes propios y a modificarlos para confeccionar prendas distintas como remeras, calzas, vestidos o tejidos como un poncho con gorro y un suéter. Brindó muchos de sus secretos y no descarta volver a capacitar. 
Sobre su proceso creativo señaló que parte de la información que recaba con un ojo artístico particular. “Cuando empecé reciclaba prendas que ya no usaba e iba a descartando telas como los jeans gruesos, el polar o la seda, que no sirven para esta escala, porque se corren, estiran y deforman. Cuando veo una tela que me enamora pienso en qué podría hacer con ella, me pasa al revés que a los diseñadores”, describió. 
Esta joven que cose maravillosamente, es autodidacta y cita a través de su fanpage a sus clientas los sábados, a las 17, entre los bancos del parquizado canal de la Esteco, justo enfrente de Balderrama, está de vuelta para este Día del Niño. A no perderse la oportunidad de conocerla. 

 

De compras con MiniArt Market

Camila Gerónimo muestra las comidas rápidas, a las que aún debe darles una capa de pintura y barnizado.

El modelado en porcelana fría para MiniArte Market a Camila Gerónimo, estudiante del Profesorado de Danza Árabe en la academia Al Fayr y del tercer año del Profesorado de Artes, la conecta con su infancia y con su vocación. “De chica tenía dos barbies originales, pero ningún accesorio. Entonces ponía las sillas al revés e imaginaba que eran sus casitas. Les hacía ropita también. Luego mi mamá me enseñó a modelar la porcelana”, comentó. 
Con el transcurrir de los años, cuando debió elegir una profesión se inclinó por las artes. “Siempre me gustó pintar, modelar, y cuando fui aprendiendo acerca de las distintas ramas del arte, me di con que esto, las manualidades, también es un tipo de arte”, definió Camila. 


Ella tiene dos técnicas: el modelado en porcelana fría y el armado en cartulina y papel con impresiones de etiquetas. La primera da origen a las líneas de platos elaborados como pollos, carnes, pescados y pastas, los panificados y de pastelería, la comida chatarra (panchos, papas fritas, pizzas y hamburguesas) y los vegetales y frutas crudos. También a la de vajilla, objetos decorativos como plantas de interior y artículos de cotillón para cumpleaños. La segunda, a envases, a veces con el producto adentro, de artículos de limpieza y alimentos no perecederos, una góndola sumamente surtida que se basta a sí misma para abastecer un minisupermercado ficticio.

 

La comida rápida es la preferida por los clientes. Jan Touzeau
Cada pieza es única y lleva mucho tiempo de ejecución entre modelado, pintura, barnizado y secado. 
De hecho, Camila recorrió un camino autodidacta, que acompañó de tutoriales de YouTube, en algunos adivinando los materiales empleados o supliéndolos por otros si en la provincia no estaban en el mercado, hasta que logró ajustar su producción a la escala de las Barbie o imitaciones. Esta era la mayor demanda que le dictaban sus clientes, en un principio todos coleccionistas de muñecas que le hacían encargos especiales. 

 

La línea de supermercado es ideal para jugar a las compras. Jan Touzeau
De esa etapa pasó a otra, en la que sí se está dedicando con mayor amplitud horaria. 
“Antes no podía concentrarme en esto porque estaba abocada a mis estudios, pero por la pandemia tuve tiempo para confeccionar las piezas que sabía que iban a tener salida”, comentó. Así comenzó a asistir los sábados a la feria de la plaza Gurruchaga. “Mi propuesta es que los niños puedan jugar a ir al supermercado, que aprendan a manejar el dinero, a dar vuelto, a simular que venden y compran docenas, media docena, pack de huevos, a cocinar y a alimentar a sus muñecos”, expresó. Y dijo que aunque le insume mucho tiempo hacerles los detalles y acabados la reacción de placer y asombro de sus clientes compensa cualquier sacrificio.

 

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