El tormento de dos menores, hermanas por parte de madre, quizás tenga algún tipo de alivio luego de que la Justicia provincial condenara con 13 años de prisión efectiva al sujeto que ultrajó de ellas. El abusador, identificado con las iniciales J.V.I. de 33 años, aprovechó la relación con sus víctimas para abusar sexualmente de ellas.
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El tormento de dos menores, hermanas por parte de madre, quizás tenga algún tipo de alivio luego de que la Justicia provincial condenara con 13 años de prisión efectiva al sujeto que ultrajó de ellas. El abusador, identificado con las iniciales J.V.I. de 33 años, aprovechó la relación con sus víctimas para abusar sexualmente de ellas.
J. V. I. fue condenado en un juicio abreviado a la pena de 13 años de prisión efectiva por resultar autor materialmente responsable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la guarda y la convivencia con un menor de dieciocho años, en concurso ideal con corrupción de menores agravada por la guarda y la convivencia. Todo ello, en concurso real con abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo, la guarda y la convivencia con un menor de dieciocho años (continuado), en concurso ideal con corrupción de menores agravadas por el vínculo, la guarda y la convivencia.
La jueza Mónica Mukdsi, vocal de la Sala VI del Tribunal de Juicio, ordenó el traslado del condenado a la Unidad Carcelaria 1, donde permanecerá alojado a disposición del Tribunal.
J.V.I. fue condenado por abusar de su hija y de su hijastra, ambas menores de edad. El imputado sometió a ambas niñas a actos de contenido sexual de diferente intensidad vejatoria, aprovechando el vínculo con las menores y con el de su madre. Habría sido la progenitora de las niñas quien se enteró de los ultrajes a los que sus hijas eran sometidas y decidió denunciar al sujeto. El hecho indignó a quienes rodean a las víctimas por la magnitud del delito que se juzgó y por tratarse de menores de edad.
La jueza dispuso que el condenado sea examinado por un médico del Poder Judicial para la obtención de sus señas particulares y que, a través del CIF, se le extraigan muestras de ADN, previa asignación del DUIG correspondiente, para su posterior incorporación al Banco de Datos Genéticos.