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¿Un "brexit" salteño?

Sabado, 08 de agosto de 2020 00:00

¿Qué es el Brexit?

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¿Qué es el Brexit?

Como es por todos conocido, el "Brexit" es la decisión tomada por el Reino Unido de apartarse de la Unión Europea

La palabra se ha instalado en la Argentina a partir del comentario efectuado por Alfredo Cornejo, exgobernador de Mendoza y presidente de la Unión Cívica Radical, quien advertía sobre la posibilidad de separarse de la Argentina por la discriminación que la Nación ejerce sobre dicha provincia, según lo sostiene Cornejo. En esta nota no se hará referencia a la conveniencia o factibilidad institucional de nuestra Provincia de apartarse de la Nación, lo que naturalmente constituye un tema en sí mismo, sino que se plantearán algunas de las formas posibles de proponer esta salida, sin tampoco pretender agotar la discusión, que queda abierta naturalmente, para señalar inevitables omisiones y proponer aportes enriquecedores que podrían surgir de las ideas a ser esbozadas.

Los aspectos institucionales

Probablemente los institucionales sean los aspectos más sencillos a resolver, toda vez que las provincias dentro de la organización federal disponen de sus tres poderes, un servicio de policía y otros mecanismos de funcionamiento institucional que no requieren por lo tanto su conformación. Por cierto, una cuestión por completo aparte es la necesidad de perfeccionar estas instituciones conforme se planteara en otras notas, tales como la reforma del sistema electoral o la posible supresión de la bicameralidad.

En cambio sí debería conformarse un "servicio exterior" a cargo de las relaciones con las demás provincias, la Nación y otros países, a la vez que sería interesante la posibilidad de acuerdos especiales con nuestra provincia hermana, Jujuy, habida cuenta de las especiales relaciones históricas y geográficas que compartimos.

Aspectos económicos

Estos serían los más delicados y complejos, destacándose los relacionados con la moneda, los impuestos, el sector público y el "comercio exterior", principalmente.

En relación con la moneda, es evidente que la Provincia debería disponer de una moneda propia, lo que recuerda la experiencia del Bono salteño que tuvo un comienzo auspicioso pero un desenlace poco feliz. Al respecto, para evitar la experiencia con el Bono salteño, la nueva moneda (¿el "Gemes", "G"?) en la que se expresarían los precios, debería estar apoyada por un equivalente a un banco central independiente que estaría conformado por un directorio que controle la oferta monetaria salteña de acuerdo con los requerimientos de la economía provincial, estando dada su constitución por representantes de las cámaras empresarias y el sector del trabajo, a la vez que estaría auditado por un control externo y un segundo control a cargo de la Legislatura.

Naturalmente, los G coexistirían con la moneda nacional y, no menos evidente, existiría una cotización de una moneda respecto de la otra estableciéndose el "tipo de cambio" por la oferta y la demanda entre ambas monedas.

Verosímilmente, en la medida en que la moneda nacional es "mala conocida" y los G son "buenos por conocer", la cotización favorecería en principio a la primera, pero, si el diseño del "Brexit salteño" es sólido y la performance de la economía nacional sigue su tendencia endémica de inconsistencias y equívocos, en poco tiempo la relación de monedas se tornará favorable a nuestro G.

En lo referente a los impuestos, el "Brexit salteño" significaría la desaparición del IVA actual que se unificaría con el actual tributo provincial, (¿con una alícuota del 25%, por ejemplo?), discutiéndose mediante una nueva ley de coparticipación el reparto con los municipios.

Gasto y comercio exterior

La cuestión más compleja vendría del lado del gasto público, porque seguramente los impuestos que percibiría la Provincia estarían por debajo de la coparticipación federal actual. Por lo tanto, sería inevitable un congelamiento del gasto público, junto con un crédito especial que la Provincia debería solicitar para hacer frente al déficit fiscal hasta tanto el desgranamiento natural del personal permita la adecuación con los ingresos fiscales, destacándose que se prohibiría terminantemente que el gobierno se financie con la moneda propia (los G).

Otra cuestión que aparecería sería el "comercio exterior", el que se efectuaría con las provincias y naciones extranjeras.

Del lado de las "exportaciones", sería aconsejable que la carga impositiva se proyecte en forma declinante hasta su desaparición, aunque inicialmente no resultaría factible por la existencia del déficit fiscal mencionado.

Del lado de las "importaciones", estas estarían gravadas con la alícuota establecida, eliminándose las prohibiciones a la importación que la Nación impone a otros países, a la vez que los comercios abonarían el impuesto con el mecanismo utilizado en la actualidad para el IVA, esto es, se cargaría la alícuota, pero en el caso de productos "importados" que se comercializan a través de las empresas salteñas, se descontaría el "arancel", vale decir, la alícuota de ingreso de las mercaderías.

Algunas preguntas y respuestas

Surgen sin duda muchas preguntas. Por ejemplo, ¿qué pasaría con la inflación? Si se acepta que esta obedece fundamentalmente al déficit fiscal y la concentración monopólica, ambas estarían ausentes. La economía de Salta sería completamente abierta a las demás provincias y países, a la vez que el déficit se financiaría genuinamente e iría desapareciendo. Aun así, como Salta “importa” una parte apreciable de su consumo, inversión e insumos, la inflación “nacional” impactaría sin duda sobre la salteña, pero en tanto nuestra economía se abra también para el resto del mundo, la oferta de otros países pondría un freno a esta inflación “importada”. Adicionalmente, si la inflación de Salta converge a una menor que la nacional, como se espera, podría pensarse que habría una avalancha de compras hacia nuestra provincia por parte de la Nación, si bien el “tipo de cambio” estabilizaría las cosas, porque, en tanto los precios en nuestra economía se expresen en G, la “avalancha” de pesos debilitaría la cotización de estos últimos, con lo que nuestros precios no resultarían excesivamente baratos para las otras provincias.

Otra pregunta es cómo sería el desenvolvimiento de la economía del “Brexit salteño” en relación al actual, dentro de la Argentina. Probablemente, la economía salteña lograra salir de la inflación conforme lo señalado, lo que se manifestaría en una apreciación del G que llevaría a que el poder adquisitivo de los salteños comparativamente a la Nación mejorara. Por otra parte, la estabilidad de nuestra moneda alentaría una importante corriente inversora, lo que significaría que aumentaría el empleo contribuyendo así a la transferencia del empleo público al privado.

Por fin, existiría un considerable número de otros problemas que habría que ir resolviendo, como el de los aportes jubilatorios y el cobro de haberes de los pasivos, lo que requeriría de un acuerdo con la Anses, hasta tanto la Provincia conforme un mecanismo de capitalización propio. Naturalmente, este y otros temas podrían ser “puestos sobre la mesa” para tratarlos si una iniciativa de un “Brexit salteño” se instalara como tema de interés para Salta.

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