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Cristina, Mauricio y Alberto, y el desafío de cerrar la grieta

“La expresidenta me decepcionó como líder y como jefa de Estado. Pero tiene una oportunidad para cerrar la grieta”, remarcó.
Miércoles, 02 de septiembre de 2020 01:45

“Las guerras terminan y los que construyen la paz son los que pasan a la historia”. Esta definición de Sergio Berensztein apunta a una mirada trascendente de la función política. A pesar de su profesión de encuestador, o justamente por eso, salta por encima de la carrera por el puntito arriba o el puntito abajo, que genera miopía en el análisis político y convierte a las campañas en competencias de magazine.

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“Las guerras terminan y los que construyen la paz son los que pasan a la historia”. Esta definición de Sergio Berensztein apunta a una mirada trascendente de la función política. A pesar de su profesión de encuestador, o justamente por eso, salta por encima de la carrera por el puntito arriba o el puntito abajo, que genera miopía en el análisis político y convierte a las campañas en competencias de magazine.

El referirse a la macroeconomía, a la actividad productiva, a las provincias y a la seguridad jurídica destacó lo imprescindible de salir de la coyuntura, pero en el análisis de los tres últimos presidentes: Alberto, Cristina y Mauricio, puso de relieve sus deudas como estadistas, sin ingresar en la “grieta” (ni los comentarios de pasillo), pero señalando los compromisos que esperan a los tres.

La grieta es la guerra a la que se refería Berensztein, e invitó a cerrarla (aunque parezca una quimera) y lo hizo invocando a una de las figuras más importantes del siglo XX, Nelson Mandela. El apharteid había abierto una fractura agobiante en Sudáfrica, con racismo, odio étnico, llevado a los extremos más sanguinarios durante un siglo. Luego de 27 años de cárcel y 50 de lucha anticolonialista, fue liberado por presión popular y elegido presidente, para suturar esa herida histórica de la nación sudafricana, donde conviven múltiples etnias originarias con descendientes de holandeses, británicos y asiáticos. No solo ganó el Premio Nobel de la Paz, la Medalla Presidencial de la Libertad (otorgada por el Congreso de los Estados Unidos) y el Premio Lenin de la Paz (otorgado por la Unión Soviética en 1956). Pasó a la historia como un prócer de la humanidad.

“Cristina me decepcionó como líder y como presidenta. Pero tiene una oportunidad para cerrar la grieta”, dijo el politólogo. Esa decepción se debe a los antecedentes de la actual vice, cuya trayectoria legislativa de los años 90 contrasta con los chicaneos que protagoniza cuando conduce las sesiones del Senado y que bloqueen el ejercicio de debate, acuerdo y consenso que se espera del parlamento. “Tiene una gran oportunidad de convertirse en quien convoque a cerrar la grieta, porque está en una de las orillas. Las guerras se terminan, y los protagonistas pasan a la historia cuando son capaces de construir la paz. Hoy, Cristina es una expresidenta ignorada por la dirigencia de otros países, no recibe llamados ni consultas, y no ha ganado reconocimiento. Pero tiene una oportunidad para cerrar su carrera política y jerarquizarla con un compromiso de grandeza”.

No casualmente, Berensztein añadió otros gestos históricos para referirlos a la realidad argentina: El 19 de noviembre de 1972, dos días después de su regreso al país tras 18 años de exilio, Juan Domingo Perón recibió la visita de Ricardo Balbín. La que los había separado era una grieta mucho más profunda que la actual. A uno de ellos le había costado la cárcel y al otro, un golpe de Estado y el ostracismo. Ese día se dieron un abrazo, un gesto de proyección histórica, que no pudo, sin embargo, frenar el aluvión de violencia.

Sobre el futuro de Mauricio Macri, consideró que el principal error consistió en suponer que su triunfo representaba “un cambio cultural”, y actuar como si así fuera. “Lo cierto es que no había tal cambio cultural. Fue una falacia, un error fundamental”.

El segundo error que Berensztein atribuye a Macri ocurrió luego de ganar en las elecciones de 2017 cuando “en lugar de ponerse a trabajar por un acuerdo nacional, se encerró en sí mismo. El poder confunde. Perdimos una enorme oportunidad para modernizar y poner a la Argentina en el mundo”.

La pregunta iba dirigida a las posibilidades electorales de Macri. “Aunque falta mucho para 2023, hay que recordar que ningún expresidente volvió a tener éxito electoral, Raúl Alfonsín ganó una senaduría, a la que luego renunció. Carlos Menem no pudo volver en 2003. De la Rúa ni lo intentó. Eduardo Duhalde también fracasó, Néstor Kirchner, en el mejor momento y con su mujer en la presidencia, perdió con De Narváez y Cristina, con Esteban Bullrich. Además, en general, quien perdió una elección presidencial en Argentina, no ganó más”.

“El rol de Mauricio Macri -añadió- es asumir la responsabilidad de cooperar para reconstruir el sistema político, responder a las demandas de la ciudadanía y consolidar a la oposición. En cuanto al futuro de Alberto Fernández, Berensztein admitió que “nadie llega a la presidencia sabiendo ser presidente, aunque haya sido jefe de Gabinete. Está aprendiendo”.

Sin embargo, destacó que hay dos condicionamientos para el Presidente. Uno es la pandemia, que genera un escenario particular y altera la agenda. “El otro problema de Alberto es haber sido el único presidente en la historia de la humanidad elegido como candidato por su compañera de fórmula”.

De todos modos, el politólogo puntualizó que el gran tema a definir, que está pendiente, es el programa macroeconómico, avalado por la seguridad jurídica, con políticas de Estado, es decir, consensuadas, que ofrezca garantías a largo plazo. 

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