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Baritú... Toda la pasión de una mujer, en una taza de café

 La fortaleza del café Baritú, cultivado en la yunga oranense por Graciela Ortíz, está en su producción orgánica y en su origen salteño que lo convierte en el único café argentino. 
Domingo, 13 de septiembre de 2020 22:33


Existe un aroma que separa la noche del día... es el olor a café. Así lo definió el escritor japonés Haruki Murakami, quién como casi todos los genios y noctámbulos del mundo (y en todas las épocas) encuentra inspiración y coraje al abrigo de una taza con ese hechicero y negro néctar. Quizás porque “cuando bebemos café las ideas marchan como un ejército”, según la experiencia del novelista francés Honoré de Balzac. 
Por estas latitudes, pensar en café nos transporta a Brasil o a Colombia como si un café más cercano fuera imposible de conseguir. Sin embargo, hay un “tapado”, un tesoro de café en las yungas salteñas que de la mano de Graciela Ortíz sobrevive a las decadencias de las épocas y a los peores pronósticos, para desplegar su encanto de sabor y aroma en las tazas con una denominación de origen que enorgullece: Café Baritú.

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Existe un aroma que separa la noche del día... es el olor a café. Así lo definió el escritor japonés Haruki Murakami, quién como casi todos los genios y noctámbulos del mundo (y en todas las épocas) encuentra inspiración y coraje al abrigo de una taza con ese hechicero y negro néctar. Quizás porque “cuando bebemos café las ideas marchan como un ejército”, según la experiencia del novelista francés Honoré de Balzac. 
Por estas latitudes, pensar en café nos transporta a Brasil o a Colombia como si un café más cercano fuera imposible de conseguir. Sin embargo, hay un “tapado”, un tesoro de café en las yungas salteñas que de la mano de Graciela Ortíz sobrevive a las decadencias de las épocas y a los peores pronósticos, para desplegar su encanto de sabor y aroma en las tazas con una denominación de origen que enorgullece: Café Baritú.

"Resaltan las notas de chocolate, tiene poca acidez, es suave de variedad 100% arábica. El tostado es natural, no le ponemos azúcar"


Tupidos bosques en el suelo y en las laderas; pastizales en las cimas que describen la leve continuidad de la selva amazónica en Orán, es el entorno tropical único donde esta increíble mujer desarrolla, con el apoyo incondicional de su familia, la producción de café arábigo, íntegramente orgánico y con identidad salteña. El campo está enclavado en el municipio fronterizo de Aguas Blancas y comparte la biósfera de yungas con su vecino, el soberbiamente verde parque Nacional Baritú, del que este café salteño tomó el nombre para hacerse apreciar cada día más a nivel nacional. 
El cafetal se encuentra en la finca El Candado Chico, en el extremo oranense, y Graciela bautizó a la finca “Don Antonio”, en memoria de su padre que soñó e intentó con esta producción en los años del plan provincial “Salta Café”, que al final no funcionó. “Mi papá le llamaba la parada, porque todos paraban ahí”, recordó.
“Al Plan Salta Café en los años ‘70, se sumaron productores de Salta, Jujuy y Misiones. Las otras dos provincias fracasaron porque sus selvas son subtropicales. En Salta estaban los hermanos Ortiz que tenían estos campos en plena selva tropical salteña, la única zona del país que reúne las condiciones para producir café”, contó Graciela.


Años más tarde y pese a la distancia del establecimiento, a las dificultades de acceso (se llega por Bolivia), a los cafetales viciados por el tiempo y convertidos en un monte incontrolable, Graciela Ortiz se animó a soñar con el grano tostado, con su aroma y con su nombre. Se arremangó y emprendió un  arduo y audaz trabajo, aún con todos los vientos soplando en su contra.  

 

"Nos ayudaría mucho que Vialidad abriera el camino de la 19 porque la historia de ir a tu país por otro país es muy triste y difícil, además de inseguro”


“Crecí en la Colonia Santa Rosa, en Orán. Mi papá tenía fincas y yo heredé. Es difícil cultivar café en las yungas, el acceso es  por Bolivia (Bermejo), llego en chalana por la alta cuenca del río Bermejo, de ahí se prosigue 15 minutos en vehículo como yendo a Tarija. Donde está la localidad Naranjo Dulce (ya en Bolivia), ahí entro por una quebrada y se llega caminando a la finca”, le contó Graciela a El Tribuno. 
Agregó: “Tiene algo positivo también esta dificultad, ya que le da la garantía a mi café de ser 100% natural. Las plantaciones se cultivan bajo los árboles nativos. No hay nada cerca, solo cultivo de café. Está sobre los 500 msnm hasta los 800 aproximadamente y el café demora entre 3 y 4 años en dar frutos. Yo tengo en producción 30 hectáreas”. 

Tener que entrar a Bolivia para llegar a territorio argentino, como ocurre con Los Toldos y otras localidades norteñas, es un verdadero castigo para los oranenses. “La ruta provincial 19 es un camino argentino que se abre antes del puente internacional Aguas Blancas - Bermejo, que llega hasta la entrada del Parque Nacional Baritú, pero está destruida, impenetrable. Nos ayudaría mucho que Vialidad abriera el camino de la 19 porque la historia de ir a tu país por otro país es muy triste y difícil, además de inseguro”, remarcó Graciela. 
Esta tenaz emprendedora recordó que “por años los cafetales quedaron abandonados en la selva, nuestro padre y tios siempre fueron pioneros en la producción, llevamos turistas de todo el mundo a nuestra finca, donde había cabañas con baño sin luz por supuesto. Siempre veía los cafetales abandonados. Me dio pena y comencé a cultivarlos de nuevo en 2007, estaba todo mal en esa finca pero la volví a armar. En julio de 2013, después de una seca terrible, cayó la peor helada de los últimos 60 años según el INTA, y perdí todo. Los cafetales estaban cargados, listos para cultivar y heló”. 


Tan sola, tan lejos, tan golondrina que quiere hacer verano... Graciela después de ese final, lo volvió a intentar y afortunadamente le fue muy bien.
“En Jujuy tengo la primera confitería temática de Café Baritú, donde reúno toda la historia de este emprendimiento de casi 50 años. Con depresiones al medio, por supuesto, porque la competencia con marcas de café que son monstruos fue imposible por epócas, ahora levantamos la cabeza porque la denominación de origen es muy valiosa para la gente. La fortaleza del café Baritú está en su origen, en ser salteño y el único café argentino”.


Y quiso invitar a probarlo: “El café Baritú te enamora, hay que darle la oportunidad de una cita: es amable al paladar, resaltan las notas de chocolate, tiene poca acidéz, es suave de variedad 100% arábica. El tostado es natural, no le ponemos azúcar y se vende en grano y molido. Un café que nace en una reserva de biósfera, que se cuida como lo que es, un patrimonio de la humanidad aunque la finca esta en una zona de amortiguamiento vecina al parque nacional Baritú”. 

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