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"La ficción tiene la función de hacer más soportable el día a día de la gente”

Fabio Martínez, ganador del Premio Oscar Montenegro a la literatura Infantil y Juvenil, dialogó con El Tribuno.
Sabado, 05 de septiembre de 2020 01:39

Recientemente se conocieron los ganadores del Concurso Literario Provincial 2020. El denominador común de los tres galardonados es que por segunda ocasión son reconocidos por su obra en este certamen. En la categoría Cuento le otorgaron el primer premio a Roberto Acebo por “Lo que estaba antes”. Él ya había quedado en primer lugar en 2009, pero en la categoría Novela, por “La cáscara de la nuez”. 

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Recientemente se conocieron los ganadores del Concurso Literario Provincial 2020. El denominador común de los tres galardonados es que por segunda ocasión son reconocidos por su obra en este certamen. En la categoría Cuento le otorgaron el primer premio a Roberto Acebo por “Lo que estaba antes”. Él ya había quedado en primer lugar en 2009, pero en la categoría Novela, por “La cáscara de la nuez”. 

En Historieta distinguieron a “Hätäy”, de los ilustradores Luis Colque y Lourdes Rivera, y los guionistas Osvaldo Villagra y Pamela Rivera. Esta última ya había obtenido el primer puesto en Ensayo por “El indio urbano, en la poética de Jesús Ramón Vera: desplazamientos”. Y, por último, ganó el Premio Oscar Montenegro en Literatura Infantil y Juvenil Fabio Martínez por “La asombrosa laguna del cielo”.

Este escritor nacido en Campamento Vespucio en 1981 viene de obtener el primer premio en la categoría Cuento en 2013 por “Dioses del Fuego y otros relatos”. Licenciado en Comunicaciones Sociales y docente de nivel secundario, reside en Córdoba, donde participó de “Es lo que hay”, una antología de jóvenes narradores de esa provincia, publicada por la Editorial Babel en 2009. Su primer libro de relatos “Despiértenme cuando sea de noche” fue editado por Editorial Nudista en 2010 y reeditado en 2012, año en el que recibió el tercer premio en el género cuento en el Fondo Nacional de las Artes. A mediados de 2013 publicó su primera novela “Los pibes suicidas” (Editorial Nudista), que fue finalista del Premio Cambaceres organizado por la Biblioteca Nacional. Su libro “Dioses del fuego y otros relatos” fue parte de la colección Leer es Futuro, editada por el Ministerio de Cultura de la Nación. En 2016, 2017, 2018 y 2019 organizó los eventos de literatura y música en vivo “Hermosos perdedores”, “Historias contemporáneas” y “Sinfonía del sentimiento”, respectivamente. En 2017 le otorgaron el segundo premio a su cuento “Las fiestas terminan primero” en el Concurso de Cuentos de General Cabrera. En 2018 participó como expositor de la Feria Internacional del libro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 2019 la editorial Borde Perdido le editó su último libro “El grupo anti-pop del norte argentino”. Fabio se prestó al diálogo con El Tribuno.

¿Desde cuándo escribís? ¿Cuáles fueron tus primeras lecturas? 

Cuando era adolescente escribía poemas de amor. Me acuerdo de que el primer escrito que hice fue una traducción, sin saber nada de inglés, de un tema de Michael Jackson. Imaginé lo que diría y escribí un poema muy malo. Cada dos o tres líneas repetía las palabras amor y dolor. Si me pongo a pensar cuándo empecé a escribir en serio diría que en Córdoba cuando empecé a hacer talleres literarios. El primer libro que leí fue “El Principito” (1943), de Saint-Exupéry, que para mí pasó desapercibido, no me voló la cabeza. En cambio, ya de adolescente, leí “Cuarteles de invierno” (1980), de Osvaldo Soriano, y fue ese libro por el que puedo decir que me convertí en escritor. Era la década del 90, calaba hondo el gran sueño argentino, sobre todo en esta región que es muy azotada por el neoliberalismo. Yo creía en eso como todo chico, pensaba que esa era una verdad y cuando leí “Cuarteles de invierno” la verdad es que fue una novela que me cambió la forma de entender la vida. Cuando terminé de leerla, porque termina remal, el boxeador pierde la pelea, le dije a mi madre: “¿Qué me diste para leer? ¡Esto es horrible!”. Y ella me dijo: “Fabito, así es la vida”. Siempre digo que todo lo que aprendí sobre la escritura lo aprendí en los talleres literarios. Hice un montón de ellos durante cinco años. Creo que recién el cuento 101 fue aceptable, el resto de los cuentos fue a la basura. 

¿Por qué te fuiste a vivir a Córdoba y por qué causa continuás ligado a la escritura de tu región como tallerista, organizador de encuentros y participás de concursos que se realizan aquí?

Vine a estudiar a la Universidad Nacional de Córdoba, porque allí estaba mi hermano mayor, en 1999. Cuando uno escribe lo que siempre busca es encontrar una voz. Muchos creen que la voz se encuentra a partir de cómo se escribe. Sin embargo, también se puede encontrar a partir de qué se escribe. Una vez un tallerista me dijo que escribiera sobre lo que yo conocía, lo que me interesaba a mí y lo que había vivido. Eso me hizo encontrar lo que quería escribir. Aunque esté allá, sigo siendo de Tartagal. 

La feria que yo más amo es la Expo Libros. Es más, te cambio la Internacional de Buenos Aires por esta. Allá tengo un montón de amigos, poetas y narradores con los que siempre estamos en contacto. Mi ligazón es innata con Tartagal y Salta. Siempre dije que cuando me recibiera acá iba a volver allá, pero al final nunca volví. Y a través de la literatura, de vez en cuando vuelvo.

¿Qué rupturas y continuidades tiene “La laguna del cielo” en relación con tus otras obras? 

Se puede hablar de ruptura si lo comparamos con los dos primeros libros míos: “Despierto cuando sea de noche” o “Los pibes suicidas”, que son más violentos. Hay una ruptura, pero que se viene dando desde mi libro anterior “El grupo anti-pop..”, con el que sí hay una continuidad. La idea era intentar buscar una aventura y que los lectores se metan con los protagonistas y la vivan así. 

En una entrevista concedida a otro medio comentaste a propósito de “El grupo anti-pop del Norte argentino” que “entendí que la ficción también tiene esa función: la de ayudar a las personas a soportar esta realidad horrible que estamos viviendo”, ¿qué podés decir al respecto resignificando tu pensamiento en relación con la situación de pandemia y esta última novela?

La ficción tiene muchísimas funciones, pero sí estoy seguro de que una de esas funciones es la de ayudar al ser humano a soportar su día a día. El arte en general en esta época de pandemia nos ayudó a conectarnos y a pensar las cosas desde otro lugar. Lamentablemente, esto del arte como forma de soportar el día a día es algo que un grupo social lo puede disfrutar, mientras que otro grupo tiene necesidades básicas sin resolver. Ojalá esta novelita cuando salga sea eso, que haga olvidar un poco esta situación.

¿Qué significa este premio? 

Estoy recontento de haber tenido la suerte de haber sacado el primer premio. Yo soy de Salta, de Tartagal, y este premio de alguna manera significa que tus pares reconozcan lo que vos hacés. Ojo, aunque no determina que sos mejor o peor que otro. En literatura los concursos tienen mucho de azar, que esta vez estuvo de mi lado y después de haber perdido tantas veces me tocó ganar. 

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