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Analía Ibañez: “Si hay algo que me mantuvo viva fue  la certeza de que me iban a buscar”

Analía Ibáñez Sierra, la montañista que estuvo desaparecida en el cerro Pacuy en 2020 y fue rescatada, volvió al lugar y contó su experiencia.
Sabado, 30 de enero de 2021 02:29

Analía Ibáñez Sierra, la montañista que estuvo desaparecida durante 60 horas en el cerro Pacuy, de Campo Quijano, tras haberse desbarrancado en agosto de 2020, volvió a ese lugar el fin de semana pasado, acompañada de sus amistades, y contó su experiencia a El Tribuno.
“Volver al Pacuy era un pendiente, pero bueno, necesitaba recuperarme físicamente para poder hacer el ascenso porque es bastante exigente. La primera sensación fue la del desafío, preguntarme si iba a poder”, manifestó la mujer, de 47 años, y quien es licenciada y profesora en psicología. Es mamá de dos adolescentes de 15 y 19 años. 
Sostuvo que en esta oportunidad, durante el recorrido, se dio cuenta de lo angosta que era la senda y se preguntaba como habían hecho aquella noche los rescatistas para bajarla.
“Había sectores donde era tan angosto el camino que pasaba una persona y de un lado había como un precipicio. Estaba asombrada de cómo lo hicieron, cómo pudieron cargarme, y sobre todo cómo hicieron para pasar por lo menos cuatro personas y la camilla por ahí”, contó con gran emoción. 

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Analía Ibáñez Sierra, la montañista que estuvo desaparecida durante 60 horas en el cerro Pacuy, de Campo Quijano, tras haberse desbarrancado en agosto de 2020, volvió a ese lugar el fin de semana pasado, acompañada de sus amistades, y contó su experiencia a El Tribuno.
“Volver al Pacuy era un pendiente, pero bueno, necesitaba recuperarme físicamente para poder hacer el ascenso porque es bastante exigente. La primera sensación fue la del desafío, preguntarme si iba a poder”, manifestó la mujer, de 47 años, y quien es licenciada y profesora en psicología. Es mamá de dos adolescentes de 15 y 19 años. 
Sostuvo que en esta oportunidad, durante el recorrido, se dio cuenta de lo angosta que era la senda y se preguntaba como habían hecho aquella noche los rescatistas para bajarla.
“Había sectores donde era tan angosto el camino que pasaba una persona y de un lado había como un precipicio. Estaba asombrada de cómo lo hicieron, cómo pudieron cargarme, y sobre todo cómo hicieron para pasar por lo menos cuatro personas y la camilla por ahí”, contó con gran emoción. 

Momento emotivo

Cuando arribaron a un lugar llamado “Corral cuadrado”, un espacio muy visible de la zona, vivió un momento bastante emotivo. “Mis compañeros que fueron conmigo en este nuevo ascenso me relataban: ‘Mirá por acá pasó esto, por allá lo otro’, y yo sabía que en ese sector del ‘Corral cuadrado’ habían sentado como la base donde estaba la doctora esperándome y donde supuestamente el helicóptero me iba a llevar, aunque por cuestiones de tiempo y climáticas no pudo ser”, expresó.
Y añadió: “Cuando llegué ahí la verdad es que me emocioné bastante, porque pude sentir ese momento, conectarme con las sensaciones, con lo que había vivido la gente que me estaba buscando, de miedo, angustia, impotencia, incertidumbre, el frío, pero poder conectarme con lo que sintieron los que me buscaban para mí fue maravilloso”. 
Al ser consultada sobre que razones la motivaron para volver a aquel lugar, respondió: “Lo primero que me surge es que necesitaba cerrar algo y fue muy curioso porque mientras veníamos bajando pudimos ubicar el lugar donde me desbarranqué. Otra cosa insólita fue que nos íbamos dando cuenta de que aquella vez yo nunca había bajado, a mí me bajaron del cerro, entonces ahora era sentir que estaba recién bajando”. 
Analía recalcó que tenía la necesidad de visitar el cerro Pacuy nuevamente para poder hacer el descenso por su propia cuenta. “O sea, por mis propios medios”, expresó. 
Esta vez reconoció el paisaje, muy diferente al de agosto del año pasado. “Ahora era verde, florido, nuevo para mí, y en aquel momento era seco”.

El cansancio

El domingo 16 agosto de 2020 Analía había ascendido al cerro Pacuy, en el paraje de Chorrillos, sobre la ruta nacional 51, en plena Quebrada del Toro. Posteriormente desbarrancó por la noche y estuvo extraviada hasta el miércoles por la tarde, cuando fue rescatada. 
“Aquella vez en el ascenso lo hicimos bastante rápido. Ibamos bien, llegamos a la cumbre bien, y lo que sí recuerdo mucho es el cansancio. Me parece que fue el factor fundamental para lo que aconteció después, el hecho de haber equivocado la senda, ingresado a un sector muy duro para estar y salir, y después el hecho de que se hizo muy tarde, la noche. Ya eran las 3 de la mañana. El cansancio fue el que provoco malas decisiones y que yo me cayera, desbarrancara”, indicó. 
Calcula que no fueron muchos los metros que cayó. “No sé si llegaron a ser 10 metros. Ese es el cálculo que estuvimos haciendo el domingo. Después de desbarrancarme esa vez, al caerme me golpeo la cabeza, entonces médicamente me dijeron que estuve en estado de conmoción con la conciencia alterada. Yo sabía dónde estaba, qué día era, quién era y demás, pero no lograba ubicarme, o sea, había algo que no conectaba y eso yo creo que es lo que me ayudó a pasar el tiempo que pasé sola, porque me desconecté de sensaciones, emociones que yo sentía que las tenía pero no las podía dimensionar. En un estado de conciencia plena probablemente estas me iban a angustiar mucho y me iban a llevar a desesperarme”. 

Secuelas

Analía se recuperó físicamente en un 80 a 90%. Las secuelas que tuvo son: un edema óseo en una rodilla que requiere mucho tiempo de recuperación, el cual todavía afronta y un golpe en el hombro que involucra la parte muscular y también ósea. “Pero ninguna de las dos lesiones me limita”, indicó. 
Sostuvo que contabilizó unas 60 horas desde que se separó de su compañero, quien la acompañó aquella vez, hasta que la encontraron.
“Yo sentí frío, viento, sed, deshidratación, cansancio pero lo curioso es que yo no sufrí la noche. La primera y segunda noche sentí frío y dolor, pero no las sufrí. Sentí cansancio y me dormí. La tercera noche, la ultima, la del martes, esa si la sentí. Sentí frío, que no me quedaba mucho recurso físico y que era urgente que encontrara agua”, relató. 
En este nuevo ascenso acompañaron a Analía tres amigos: Soledad Salvatierra, quien fue la primera en alertar sobre su desaparición, Carlos Fernández, del Club Amigos de la Montaña (CAM), e Ignacio Goytea, uno de los primeros en iniciar la búsqueda. 
Para Analía todo lo que le ocurrió es aprendizaje. “Si hay algo que me mantuvo viva es la certeza de que me iban a buscar, la certeza en los afectos, que mis hijos estaban bien, que mis papis iban a poder tolerarlo. A pesar de la incertidumbre que particularmente reina en estos tiempos, siempre hay una certeza, aunque esa certeza sea justamente lo incierto. Además me di cuenta de lo que es realmente necesario. No necesitamos mucho para estar vivos”, finalizó Analía. 

 

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