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Experiencias autobiográficas de cuatro décadas en el periodismo científico

Por Ricardo AlonsoAcadémico de Ciencias. Profesor     Emérito 
Miércoles, 13 de octubre de 2021 17:13

Acompañé mi vida profesional y académica escribiendo por 42 largos años en el diario El Tribuno de Salta que ya superó las siete décadas de vida. Mi experiencia periodística ha sido la de un divulgador de la ciencia, en un campo hoy de moda a escala mundial. Cuando empecé a escribir en febrero de 1979 comenzaba a gestarse un nuevo paradigma de la “civilización del conocimiento”, donde toda actividad que procurara y divulgara el saber se iba a convertir en prioritaria.

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Acompañé mi vida profesional y académica escribiendo por 42 largos años en el diario El Tribuno de Salta que ya superó las siete décadas de vida. Mi experiencia periodística ha sido la de un divulgador de la ciencia, en un campo hoy de moda a escala mundial. Cuando empecé a escribir en febrero de 1979 comenzaba a gestarse un nuevo paradigma de la “civilización del conocimiento”, donde toda actividad que procurara y divulgara el saber se iba a convertir en prioritaria.

La ciencia dejaba de estar encerrada en una cúpula de cristal para comenzar a llegar al hombre de la calle. Se había roto un preconcepto que venía desde la época de Fontenelle en el siglo XVII quién dirigiéndose a sus pares había sentenciado: “Contentémonos con ser un grupo pequeño y selectivo, y no divulguemos a la gente nuestros misterios”. El 25 de febrero de 1979 escribí mi primer artículo en la desaparecida “Revista de los Domingos”, el cual versaba sobre “Huellas de Dinosaurios en Salta” y reflejaba para un público amplio los resultados de la tesis profesional con la cual me había graduado de Geólogo en la UNSa en diciembre de 1978. El sabor de poder comunicar temas técnicos al común de la gente me llevó a escribir más tarde otros artículos en la misma revista dirigida entonces por el escritor Francisco Zamora. 


En ese interregno ingresé al CONICET y continué mis estudios en el país y en EEUU (Cornell University), investigando científicamente cuestiones atinentes al origen y evolución de los Andes y de la Puna, sus salares y sus yacimientos minerales (especialmente los boratos), logrando en 1986 el Doctorado en Ciencias Geológicas. Siguieron pasando los años, siempre colaborando con notas periodísticas misceláneas, y en 1992 tuve la suerte de “heredar” la sección “Humanidad y Conocimiento” que fuera creada por el periodista y amigo Francisco Sotelo. Ese mismo año representé a Iberoamérica como geólogo en el programa “500 años después” del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Escribí dicha sección de los días lunes hasta Julio de 1995, bajo la amable tutela del Sr. Carlos Fernández Iriarte, habiendo publicado allí 146 artículos. En ese año me llamaron a su despacho los nuevos jefes de redacción, los señores Bernardo Rabinowicz y Sergio Gareca, y para mi sorpresa me ofrecieron que me haga cargo de la sección de “Opinión” de los lunes, disponiendo del doble de espacio para texto y figuras.

Escribí unas 250 contribuciones en esa página. Luego seguí escribiendo en forma salteada, en distintas secciones y páginas, hasta que en 2009 nuevamente se me ofreció la columna de los lunes que he mantenido hasta el presente con más de quinientos artículos hasta ahora publicados. He contado siempre con el acompañamiento de los directores del diario, especialmente en los últimos tiempos por el Cdor. Sergio Romero. Desde 1979, hasta hoy, he abordado con todo el conocimiento de que pude disponer y con toda la pasión por la ciencia, una innumerable cantidad de temas, los cuales tuvieron que ver con fósiles, rocas, minerales, dinosaurios, montañas, volcanes, salares, aguas termales, fenómenos naturales, fenómenos atmosféricos, minería, meteoritos, asteroides, cometas, cráteres de impacto, planetas, paisajes, mitos, leyendas, clima, historia de la ciencia, biografías de sabios, terremotos, medio ambiente, ecología, exobiología, naturalistas, viajeros, comentarios de libros, y un largo etcétera de temas relacionados con la geología, geografía, historia, planetología, paleontología, historia de la ciencia, ciencias naturales y ciencias de la Tierra en general. Más de un millar de artículos escritos en este diario desde aquel día pionero de febrero de 1979, en general referidos directa o indirectamente a Salta.


En fin, he abordado cuestiones que tienen que ver con el origen e historia de la Tierra, con el ensamblaje de nuestro planeta y con la evolución de su biota y su noosfera. Cuestiones atinentes a nuestro lugar en el cosmos, en el espacio y en el tiempo. He aprovechado la histórica oportunidad que me brindó el diario para historiar y filosofar desde la geología, con la perspectiva que dan el espacio y el tiempo profundo. Muchas de estas reflexiones y capítulos fueron elaborados en algunos de los 55 libros que he publicado al presente.


Mientras leía las páginas del gran libro de la Tierra iba dando a conocer los resultados ya digeridos y pasados por el tamiz de la desintoxicación técnica. Cada tema me llevó a bucear en más y más lecturas. Mi biblioteca creció desde unos 50 volúmenes en 1979 a una montaña de más de 20.000 textos en la actualidad. Mi verdadera experiencia desde la ciencia, a través del diario como vehículo y hacia la comunidad como receptora ha sido la de abarcar el conocimiento de manera amplia y generalista, sumergido en lo que podría llamarse un “neo - enciclopedismo” aldeano. He honrado el logo de nuestra casa universitaria que reza: “Mi sabiduría viene de esta tierra”.


En estos 40 años he sentido y experimentado todas las vivencias que hacen al ritmo de un diario, esto es el llegar a tiempo con la nota, la elección del tema, pensar un título adecuado, conseguir las ilustraciones (o interactuar con esos grandes ilustradores que son Juan Serrudo y Gerardo Romano), adecuar los epígrafes, trabajar de día o de noche, en días de semana y feriados. Y de todo esto, lo más duro es haberles robado varias miles de horas de nuestro tiempo común a mi querida esposa Mónica P. Vasile y a mi hijo Alvaro S. Alonso Vasile, joven abogado, sin cuyos apoyos y compañía esta cruzada no hubiera sido posible.

Tampoco quiero dejar de mencionar a mi padre, don Joaquín Alonso, quién fue un sostén y fundamento mayúsculo en esta vera historia. Y lo mismo puedo decir de mi madre doña Rosa Benavides, una dulce y sencilla ama de casa. Diré por último que he palpado de cerca el contacto con los lectores quienes, conocidos y anónimos, me han sugerido nuevos temas o puntos de vista.

Esta retroalimentación positiva ha sido muy edificante para mí y actuó como un cemento sólido para sostener la endeble pared de alguien que humildemente pretendió y pretende hacer periodismo desde la ciencia. Ello fue colmado con el otorgamiento del Premio de Periodismo en “Cultura e Historia” ADEPA 1999 y más tarde con el Premio Juan José Nágera “A la difusión de la geología” de la Asociación Geológica Argentina que me fuera otorgado durante el XIX Congreso Geológico Argentino (Córdoba, Junio de 2014). En el ínterin he sido nombrado Académico de Ciencias, Ciudadano Destacado, Profesor Emérito (UNSa), Profesor Extraordinario (UNT, UCASAL), Miembro Vitalicio de las asociaciones geológica (AGA) y paleontológica (APA) argentinas, Fellow (GSA, SEG) y galardonado con numerosos premios nacionales de ciencia (Houssay, Angelelli, AGA, AMA, etc.) y distinciones como la del Senado de la Nación 
Finalmente quiero dedicar esta nota recordatoria a todos mis colegas científicos y académicos; a todos los amigos periodistas que me han alentado; a mi familia íntima; a la benevolencia de los lectores; y, a ese enorme motor que fuera para Salta don Roberto Romero, sin cuya visión fundadora de El Tribuno, nada de lo aquí escrito hubiese jamás existido.
 

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