El Tribuno celebra hoy un acontecimiento muy especial. Las 26.000 ediciones expresan todo un tramo de historia compartida con el pueblo de Salta, que es en definitiva quien da sentido y vitalidad a la existencia de nuestro diario. La comunicación es inherente a la condición humana y la esencia de la cultura de los pueblos. El nombre mismo del diario manifiesta su vocación: “el tribuno de la plebe” era, en la antigua Roma, el funcionario elegido por la gente para que fuera su portavoz y representante, como contrapeso al poder de las elites.
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El Tribuno celebra hoy un acontecimiento muy especial. Las 26.000 ediciones expresan todo un tramo de historia compartida con el pueblo de Salta, que es en definitiva quien da sentido y vitalidad a la existencia de nuestro diario. La comunicación es inherente a la condición humana y la esencia de la cultura de los pueblos. El nombre mismo del diario manifiesta su vocación: “el tribuno de la plebe” era, en la antigua Roma, el funcionario elegido por la gente para que fuera su portavoz y representante, como contrapeso al poder de las elites.
Nuestro diario pudo cumplir esta trayectoria, que nos llena de orgullo y satisfacción, porque el principal protagonista de nuestra tarea, los lectores salteños, hicieron posible esa fundamental interacción.
Los archivos de las 26.000 ediciones conforman un formidable bagaje de testimonios, inapelable, que evidencian que El Tribuno ha sido fiel a ese compromiso con varias generaciones de salteños, con la historia de la provincia y con la construcción de ese futuro común, que es una tarea de todos.
A lo largo de esta trayectoria, el diario pudo sostenerse y avanzar gracias al apoyo incondicional de las empresas que lo eligieron como medio de publicidad, a las personas que lo valoraron para la publicación de avisos clasificados, pero también para compartir las alegrías de las familias y el dolor de las despedidas.
En esta historia de 72 años, El Tribuno contó con la pujanza de muchísimas personas, entre quienes es justo destacar a Roberto Romero, quien fue su director a partir de 1958 y que dejó la impronta de su sensibilidad social, su convicción democrática y el compromiso inalienable con Salta, el Norte Grande y el país federal.
Con esa perspectiva y el mismo espíritu, se desarrolló el diario como una empresa en la que abundaron destacados periodistas, pero que contó con una legión de trabajadores en las áreas (menos visibles pero esenciales) de administración, comercialización, asistencia de redacción, servicios tecnológicos y rotativas. Y, por supuesto, los infaltables caminadores de las madrugadas, los canillitas y los equipos de distribución.
El Tribuno se enriqueció con el aporte extraordinario de columnistas que a lo largo de siete décadas han querido compartir sus conocimientos y expresar sus opiniones en las páginas de nuestro diario.
El periodismo es comunicación, pero solo puede sostenerse si se ejerce escuchando y respondiendo. No cualquier comunicación es periodística. A pesar de las estrategias interesadas en devaluar a los medios, informar con la verdad exige seriedad, chequeo de información y contextualización.
La libertad de prensa es esencial para la democracia, pero el lector, el ciudadano, necesita una información que les transmita certeza en sus decisiones cívicas. No existe una verdad absoluta; la contextualización de los hechos siempre supone una visión previa de la realidad y de la historia. Por eso es imprescindible la pluralidad de medios, tanto como la seriedad de cada uno de ellos. El pueblo salteño ha hecho posibles estas 26.000 históricas ediciones porque en estas páginas pudimos compartir valores humanos, expectativas democráticas y la confianza en la construcción colectiva de un futuro mejor.
Hay mucho por hacer. Esperamos que las próximas generaciones puedan celebrar con la misma satisfacción las 52.000 ediciones e, incluso, la que se dedique al tercer centenario de la Patria.
Pensar el futuro sigue siendo un imperativo.
En estas siete décadas hemos vivido transformaciones vertiginosas, sin antecedentes en la historia. A la luz de lo que está ocurriendo en el planeta a partir del fin de la Guerra Fría, inmersos en la Cuarta Revolución Industrial, El Tribuno trabaja en la adecuación a los nuevos tiempos.
La edición full color de nuestro diario, estrenada este año, es una muestra de esa decisión. La edición impresa en papel sigue siendo la nave insignia a la que se suman, con el mismo espíritu dinámico, la edición digital, de la que este medio fue pionero para todo el interior a partir de 1996. Con ella, todas las plataformas que se suman a nuestro servicio noticioso y que multiplican la interacción entre el diario y el público.
Esta es una jornada que nos llena de orgullo y de agradecimiento. Gracias, a Salta, nuestra tierra, a todos los salteños, a todas las personas que desde hace 72 años, sin cesar, han participado de esta experiencia periodística. Y es también una jornada que nos renueva la energía y la vocación para seguir adelante, con convicción, compromiso y profesionalismo.