Cuando Alberto Fernández lo convocó para formar parte de su gabinete, Eduardo "Wado" De Pedro aceptó de inmediato, pero puso una firme condición: no hablar en público. Dos años después, aquello que le causaba temor hoy le causa risas, mientras concientiza sobre la tartamudez y se burla de él mismo. También recibió elogios y gastadas de su amigo, el diputado nacional Máximo Kirchner, por haberse sumado a un "tren carioca" en su pueblo natal junto a jubilados en la Fiesta del Salame Quintero en la ciudad donde se crió: Mercedes.
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Cuando Alberto Fernández lo convocó para formar parte de su gabinete, Eduardo "Wado" De Pedro aceptó de inmediato, pero puso una firme condición: no hablar en público. Dos años después, aquello que le causaba temor hoy le causa risas, mientras concientiza sobre la tartamudez y se burla de él mismo. También recibió elogios y gastadas de su amigo, el diputado nacional Máximo Kirchner, por haberse sumado a un "tren carioca" en su pueblo natal junto a jubilados en la Fiesta del Salame Quintero en la ciudad donde se crió: Mercedes.
La tartamudez lo condicionó desde siempre y lo reconoció públicamente cuando contó una situación simple en el ciclo "Minorías" de Telefé. En la televisión alguna vez dijo que "hay estudios que demuestran que la tartamudez son consecuencias de traumas emocionales, están en mi infancia", comentó al respecto, al dejar entrever que la historia de su vida lo marcó también en el habla. Wado es hijo de Enrique De Pedro y Lucila Revora, dos militantes peronistas desaparecidos durante la dictadura militar. Su padre estudiaba derecho y participaba políticamente en la Juventud Peronista y Montoneros.
"También hay estudios más recientes que hablan que uno de los hemisferio del cerebro que es el que razona la parte de la palabra va más rápido que el que lo tiene que implementar con lo cual esa diferencia de velocidad, hace que ese hemisferio manda información más rápida de lo que puede procesar el hemisferio motriz", sostuvo.
Y recordó que durante la niñez "me costaba pedir helados", mientras que "de adolescente no ir a hablar con una chica que te gusta", explicó al borde del llanto.
Sin embargo su vida cambió completamente. Ya no teme hablar en público pese a ese pedido hacia el presidente Alberto Fernández. De hecho no hace mucho, en un acto su micrófono falló y una colaboradora se acerca y se lo cambió por los problemas de interrupción. “Ojo que puedo ser yo eh.. el de la falla. ¿Qué va a ser? Es lo que hay”, dijo entre risas.