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La noche del rastrillazo que tomó a Salta por sorpresa

Ocurrió en la madrugada del 17 de septiembre de 1971 y se detuvo a más de 130 personas.  
Domingo, 03 de octubre de 2021 02:10

Era la una y cuarenta y cinco de la madrugada del 17 de septiembre de 1971 cuando en la redacción de El Tribuno, el “Gallego” Zamora lanzó la alarma: “¡Che, parece que el ejército rodeó la manzana! Ese fue el aviso del entonces jefe de Cierre, cuando desde los ventanales del primer piso de Zuviría 20, vio camiones militares alrededor de la plaza 9 de Julio y un automóvil donde iban periodistas del diario “Democracia”. 
De inmediato, soldados con ametralladoras y equipos de guerra tomaron posición en la esquina de Caseros y Zuviría. Las tropas actuaban bajo el mando del jefe de la Guarnición local, coronel Hernán Risso Patrón, quien se movilizaba en un coche oscuro en compañía del jefe de la Policía, comandante de gendarmería Raúl Ferreyra.
Y mientras militares y policía tomaban posición en sitios estratégicos de la plaza, el “Gallego” Zamora papel en mano, bajó a las zancadas las escaleras del diario junto al “chasirete” de turno, Luis Benjamín Arias. Intentó acercarse a los responsables del operativo, pero le fue imposible tomar contacto con alguno de ellos. Solo pudo oír este dialogo: “Desde el auto que ocupaba el capitán Andrés Rebecchi -uno de los jefes de la maniobra- escuchó cómo un conocido suyo le espetaba “¿qué están haciendo?, esto es un disparate; ¡larguen todo que se están quemando!”. La repuesta del militar vestido de civil fue: “¡Esto no es una broma. Esto va en serio!”. Y así nomás fue, al menos para los 133 salteños que fueron detenidos y llevados a la Central de Policía y luego liberados por ser inocentes transeúntes a los que se les había ocurrido salir un viernes a la noche.

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Era la una y cuarenta y cinco de la madrugada del 17 de septiembre de 1971 cuando en la redacción de El Tribuno, el “Gallego” Zamora lanzó la alarma: “¡Che, parece que el ejército rodeó la manzana! Ese fue el aviso del entonces jefe de Cierre, cuando desde los ventanales del primer piso de Zuviría 20, vio camiones militares alrededor de la plaza 9 de Julio y un automóvil donde iban periodistas del diario “Democracia”. 
De inmediato, soldados con ametralladoras y equipos de guerra tomaron posición en la esquina de Caseros y Zuviría. Las tropas actuaban bajo el mando del jefe de la Guarnición local, coronel Hernán Risso Patrón, quien se movilizaba en un coche oscuro en compañía del jefe de la Policía, comandante de gendarmería Raúl Ferreyra.
Y mientras militares y policía tomaban posición en sitios estratégicos de la plaza, el “Gallego” Zamora papel en mano, bajó a las zancadas las escaleras del diario junto al “chasirete” de turno, Luis Benjamín Arias. Intentó acercarse a los responsables del operativo, pero le fue imposible tomar contacto con alguno de ellos. Solo pudo oír este dialogo: “Desde el auto que ocupaba el capitán Andrés Rebecchi -uno de los jefes de la maniobra- escuchó cómo un conocido suyo le espetaba “¿qué están haciendo?, esto es un disparate; ¡larguen todo que se están quemando!”. La repuesta del militar vestido de civil fue: “¡Esto no es una broma. Esto va en serio!”. Y así nomás fue, al menos para los 133 salteños que fueron detenidos y llevados a la Central de Policía y luego liberados por ser inocentes transeúntes a los que se les había ocurrido salir un viernes a la noche.

 El operativo

Luego de acomodadas las fuerzas en los alrededores de la plaza 9 de Julio y otros puntos de la ciudad, comenzaron las requisas de los vehículos y las detenciones. En el centro, donde estaba la mayor cantidad de gente, ocurrieron las escenas más fuertes. Mientras la circulación vehicular estaba paralizada y seguían las requisas y los arrestos, una patrulla militar avanzó hasta el interior de la confitería del hotel Victoria Plaza, y ya en su interior procedió tal como lo había hecho antes en “La Peña” (Caseros casi Bs. As). “¡Manos en alto, contra la pared todo el mundo!”. La menor señal de resistencia sea varón o mujer, provocaba el arresto inmediato.
Y simultáneamente una patrulla policial armada con ametralladoras irrumpió en el “Bowling” que funcionaba en los altos de la firma Sabantor, al lado del Teatro Victoria. Los policías ingresaron dando el clásico grito “¡Contra la pared todo el mundo, manos arriba!”. En ese momento una treintena de jóvenes de ambos sexos que se encontraba jugando y conversando, fueron torpemente palpados. Y cuando un periodista de El Tribuno no quiso acatar la orden, fue arrestado y golpeado mientras era empujado escalera abajo por “pretender” saber de qué se trataba. Poco después, salían rumbo a la Central todos los que andaban sin DNI, incluso los que decían tenerlos en sus vehículos estacionados en la plaza.

 Otros lugares

Y mientras el operativo “Plaza 9 de Julio” se llevaba a cabo, en otras partes de la ciudad pasaba lo mismo, incluso más allá de sus viejos límites urbanos. Así por ejemplo, automovilistas procedentes del Valle de Lerma fueron interceptados por militares en la rotonda de Limache. Otros en el acceso al Casino Provincial que funcionaba en el balneario “Carlos Xamena”, un lugar apartado pues aún no existían los monobloques del Bº Casino.
Pero el rastrillaje de la ciudad también se extendió a la zona de “el bajo”, al norte y al este. En todas partes con el mismo procedimiento: gritos y órdenes avalados con armas del Ejército que paraban, requisaban y arrestaban.
En la zona sur, además de “el bajo”, los uniformados armados con metralletas, allanaron hoteles, pensiones, bares, hoteles alojamientos y cabarets.
Pero hubo dos detenciones que trascendieron sobremanera: la del docente universitario cordobés, profesor Eduardo Zurdo que se encontraba de visita en Salta por un curso en la Universidad Católica. Al salir de la casa de una familia amiga, fue sorprendido por una patrulla y al no poder identificarse, en la calle fue obligado a tirarse al suelo. Luego de requisado fue trasladado a la Central pese a los pedidos de amigos profesionales y esposas con los cuales había compartido la reunión. El Tribuno tomó conocimiento de este hecho cuando el R.P. Albadalejo, profesor de la Universidad Católica, llegó a nuestra redacción de Zuviría 20, pidiendo ayuda para el profesor Zurdo, a quien el apellido obviamente no lo favoreció.

 Fleming y García Bes

El otro caso de resonancia y que ventiló hasta los estrados judiciales, fue las peripecias que esa noche les tocó vivir al Dr. Santiago Fleming, al ingeniero Pedro García Bes y al estudiante Rodrigo García Bes. Ellos viajaban en la camioneta chapa A O23.927, cuando en la esquina Virrey Toledo y Paseo Güemes fueron interceptados por una patrulla de unos 30 efectivos militares. Con la mano en la nuca y encañonados, fueron obligados a apearse del vehículo ante soldados armados con metralletas. Pese a que los tres interceptados presentaron sus DNI y los del vehículo, dos de ellos fueron trasladados en un furgón policial hasta la Central y el tercero debió dirigirse a igual destino en la camioneta y con custodia.
En la Central de Policía, los tres detenidos fueron conducidos al patio abierto del edificio donde ya había unos 130 detenidos formando fila. Allí, todos permanecieron de pie por más de tres horas “bajo la custodia armada de metrallistas, los que encañonaban y/o movían a los detenidos con la culata del arma, a gritos y sin consideración alguna”, dijo el Dr. Fleming al denunciar el atropello ante el Juzgado Federal de Salta.
El texto completo de la denuncia del Dr. Santiago Fleming fue publicado por El Tribuno el 30 de septiembre de 1971. Y los denunciados como responsables del atropello fueron el coronel Hernán Risso Patrón y el mayor Rodríguez Ocampo, ante el juez federal interino, Dr. Alberto C. Velarde. Días después, ya en octubre, el juez Velarde se declaró incompetente. 

Reacciones

El “Operativo rastrillo” realizado bajo la responsabilidad del jefe de la Guarnición local, coronel Hernán Risso Patrón, causó varias reacciones. La primera ocurrió el lunes 20 de septiembre de 1971, cuando El Tribuno publicó en tapa la editorial del día, firmada por su director Roberto Romero. Bajo el título: “Risso Patrón y la Oligarquía”, hace un pormenorizado análisis de la responsabilidad que le cupo al coronel Risso Patrón, en un operativo donde se violaron reiteradamente los derechos de los ciudadanos. Comienza así: “El coronel Hernán Risso Patrón ha exhibido, y sigue empeñado en exhibir, su gran dosis de petulancia, vanidad y soberbia. Con sus actitudes, distorsiona, deforma la imagen del Ejército Argentino, que ha asumido la pesada responsabilidad de abrir las vías a través de las cuales los argentinos podamos reconstruir las condiciones básicas de la Unión Nacional”. 
Casi para finalizar, el director dice: “Usted se irá alguna vez de Salta. Detrás suyo quedará solo la melancolía del minúsculo grupo que supo exaltar su vanidad. Pero jamás lo acompañarán la memoria, el buen recuerdo y la simpatía de los miles de hombres y mujeres que integran los vastos sectores de la provincia. Usted eligió ese destino. Después de todo, ello      no es más que una lógica con    secuencia de su vocación mi    noritaria y reaccionaria”. 

Diario Democracia

Otra reacción ante el “Operativo rastrillo” fue la del diario Democracia (ex-Intransigente) ocurrida 10 días después, el 27 de septiembre. En su editorial de la fecha intenta explicar la presencia activa que ese medio tuvo en el cuestionado operativo militar y apodado por los salteños como el “rastrillazo”. Aclara que nada tiene que ver con quienes dirigieron “Democracia” en su primera era de izquierda, y que ahora, en su segunda era “el diario está donde siempre tuvo que estar”. El editorial de “Democracia” (segunda era) causó la lógica reacción de los fundadores del diario y responsables de su dirección hasta el 5 de noviembre de 1970. En una Solicitada publicada en El Tribuno el 30 de septiembre, el grupo fundacional de Democracia define al operativo de Risso Patrón como un “rastrillazo insólito e ilegal que contó con el aplauso del diario ‘Democracia Segunda Era’. La oligarquía tiene su diario”, afirmó, aludiendo a ese medio gráfico. Definen al ciclo fundacional como una etapa Peronista y niegan relaciones con los extremistas de izquierda. Los firmantes eran José Caro Figueroa, Pedro González, Marcos Levín, Félix Maldonado, Carlos    Chávez, Luis García Vidal,      Olivio Ríos, Andrés Marti    nelli, Al    fredo Musalem y Ramón    Chuchuy.
 

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