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Caso Teruel: "Lautaro presenta un pensamiento inmaduro, infantil y omnipotente"

Uno de los psicólogos reveló más detalles de las pericias médicas que le hicieron al joven que está acusado de abuso sexual. En esta sexta jornada del juicio también se recibieron pruebas testimoniales de peritos del CIF.
Lunes, 04 de octubre de 2021 13:24

Con la recepción de pruebas testimoniales de peritos del CIF y psicólogos continuó hoy el juicio seguido contra Marcos Lautaro Teruel, Silvio Ezequiel Rodríguez y Gonzalo Isaac Farfán, imputados por delitos de abuso sexual.

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Con la recepción de pruebas testimoniales de peritos del CIF y psicólogos continuó hoy el juicio seguido contra Marcos Lautaro Teruel, Silvio Ezequiel Rodríguez y Gonzalo Isaac Farfán, imputados por delitos de abuso sexual.

Marcos Lautaro Teruel llegó al juicio acusado en dos causas diferentes. En el primer expediente está imputado por los delitos de abuso sexual con acceso carnal continuado, agravado por el daño en la salud de la víctima, en concurso ideal con corrupción de menores doblemente agravada por tratarse de menor de 13 años y por mediar engaño. En la causa acumulada, está acusado, junto a Silvio Ezequiel Rodríguez  y Gonzalo Isaac Farfán, por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido por dos o más personas.

La primera en testificar fue una licenciada en Criminalística del CIF, que tuvo a su cargo la realización de dos inspecciones oculares en el domicilio de la familia Teruel, donde habrían ocurrido los dos hechos denunciados. La perito presentó documentación fotográfica y una planimetría del inmueble.  

Luego declararon dos psicólogos que le realizaron tres entrevistas semidirigidas al imputado Teruel, en junio y julio de 2019. Indicaron que presentó buena disposición. Dijeron que el joven relató espontáneamente los hechos por los cuales resultó imputado, asumiendo la culpa y manifestando preocupación por el bienestar de las víctimas.

Explicaron que Teruel asume su responsabilidad, no oculta ni justifica su participación. Por eso habla de los hechos. En cierta manera pareciera existir en él cierto arrepentimiento.

Los profesionales afirmaron que el acusado entiende que los actos que cometió estuvieron mal y comprende por qué se lo cuestiona. Puede diferenciar lo que está socialmente reprobado y puede decidir al respecto.

Refirieron que Teruel tiene rasgos neuróticos obsesivos. Posee pensamientos repetitivos y la necesidad de ser castigado –atravesando el proceso punitivo- y perdonado.

Agregaron que, en el aspecto sexual, se observaron en él dificultades para discriminar y diferenciar su sexualidad, aspecto psíquico que se define y construye a lo largo de la vida.

Además, presenta un pensamiento inmaduro, infantil y omnipotente. Cree que sus problemas se resolverán instantáneamente solo porque él lo desea, casi como por efecto mágico. En este sentido, una de las peritos indicó que, al haber un estancamiento en su desarrollo psicosexual, en su mente infantil, él puede ver a una persona de corta edad como un par sexual.

A continuación declararon dos psicólogos que tuvieron a su cargo una evaluación de I. J. A. (víctima menor de edad al momento de los hechos) y de su madre.

Refirieron que la mamá de la niña –denunciante en una de las causas contra Teruel- manifestó durante la entrevista que la niña pasó por una etapa de rebeldía, alrededor de los 12 años. Fue entonces que descubrió que se autolesionaba cortándose los brazos y piernas. Luego precisó que en realidad había comenzado a hacerlo cuando cursaba el quinto grado de la escuela primaria. Señaló que la menor tenía problemas para alimentarse, por lo que ella la obligaba a comer. Afirmó que solían ser muy compinches, pero como ambas comparten el mismo carácter, chocan mucho y se pelean.

Indicó que I. J. A. no aceptaba de buen grado que ella tuviera pareja, aunque al momento de la evaluación no estaba saliendo con nadie. Admitió que su hija alguna vez había regresado a la casa con olor a alcohol y que le confesó que había probado la marihuana.

Con respecto a la menor presuntamente damnificada, los profesionales contaron que, al momento de la evaluación, I. J. A. presentaba buen grado de concentración y memoria conservada. Se observaron cuestiones conflictivas asociadas a un desorden emocional, lo que afectaba su desempeño académico.

Manifestaron que la menor buscaba ser el centro de atención de manera negativa.

Con respecto a las autolesiones, consideraron que ella las sentía como una liberación. Explicaron que en el ser humano existe un umbral del sufrimiento físico que, una vez superado, genera liberación de la carga emocional.

Los peritos indicaron que puede haber existido un evento novedoso en su historia vital que provocó efectos en su conducta. Ella ya se encontraba en un estado de vulnerabilidad. Su madre habló de un cambio abrupto en la forma de ser de I. J.A. Por ejemplo, en su forma de vestir, que pasó a una oscuridad total, propia de la cultura Emo.

Para la sexta jornada también está prevista la declaración de un perito en criminalística del CIF que tuvo a su cargo el análisis de audios incorporados a la causa y de una expareja de P. A. F. G (denunciante).

El tribunal colegiado está integrado por los jueces de la Sala III,  Carolina Sanguedolce (presidenta), María Gabriela González Pablo Farah (vocales).

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