¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Se cae WhatsApp y me cae una idea

Miércoles, 06 de octubre de 2021 02:41

Se cayó WSP. Sonó el teléfono fijo que había olvidado que tenía. Comprobó que funcionaba. La voz del otro lado hizo una pregunta. Contestó. Entonces también preguntó y la voz respondió lanzando otro cuestionamiento. A ese intercambio de preguntas y respuestas le siguió otro y luego otro. Comprobó que podía conversar y no solo hacer largos monólogos de más de dos minutos. Comprobó que podía escuchar en tiempo real y no x 1,5 o x 2 como lo hacía últimamente.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Se cayó WSP. Sonó el teléfono fijo que había olvidado que tenía. Comprobó que funcionaba. La voz del otro lado hizo una pregunta. Contestó. Entonces también preguntó y la voz respondió lanzando otro cuestionamiento. A ese intercambio de preguntas y respuestas le siguió otro y luego otro. Comprobó que podía conversar y no solo hacer largos monólogos de más de dos minutos. Comprobó que podía escuchar en tiempo real y no x 1,5 o x 2 como lo hacía últimamente.

Se cayó Instagram. Recordó que tenía un libro a medio escribir, un dormitorio que esperaba ser ordenado, una escalera sin barandas, una bicicleta desinflada, dos muñecas sin peinar, un rompecabezas de mil piezas que nunca armó, dos palos de amasar, una olla de hierro, un cucharón de alpaca, dos perillas rotas de la cocina, una canilla que perdía a cuentagotas, dos ventanas sin mosquiteros y cortinas por lavar.

Se cayó Facebook. Descubrió que había más de dos árboles en su jardín, un nido de palomas en lo alto, una carretilla de albañil en el patio (si, una carretilla de albañil) una vecina que se paseaba en camisón, la vereda sin barrer, el cesto de basura enclenque, ropa para dar, plantas sin regar, un ventiluz que nunca abrió, cartas por enviar, varios agujeros en su remera, un elástico por cambiar, medias por zurcir, dos sachet de leche por vencer, más polenta que harina en la alacena, dos tazones con sus asas rotas, una caja de fotos que hacía tiempo debía haber tirado, un velador con el foco quemado y una llave de luz que no pudo acertar que lámpara encendía.

¿Dónde estuvieron todas esas cosas? Nunca en un estado o en una historia. ¿Será por eso que no las vio antes?

Estuvo consigo misma casi toda la tarde. Se vio al espejo una sola vez. Descubrió arrugas en su frente, recordó su piel tersa y juvenil, comprobó que el tiempo deja marcas que los filtros ocultan.

 

PUBLICIDAD