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“Tras 69 años de ejercer la magia decidí alejarme de los escenarios”

Sammy es uno de los grandes magos e ilusionistas del noroeste argentino.
Viernes, 12 de noviembre de 2021 14:59

Mañana 13 de noviembre, el destacado Samuel Aides (76) cumple 69 años con la magia. Su nombre, junto con el de Eduardo Subirana Farré, el mago Piuman (fallecido), está inscripto en la memoria indeleble de la ilusión de varias generaciones de salteños. “Ya es una decisión tomada, finalmente me alejo de los escenarios, ya se cumplió mi ciclo. Ahora me abocaré a otros proyectos dentro de la magia”, dijo Sammy. 
Samuel Aides o Sammy nació en Resistencia (Chaco) y aprendió el oficio como se estilaba antes, a través de libros y revistas.
“Mi padre me compraba una revista con un apartado de magia escrita por un célebre mago llamado Aldo Musarra”, recuerda.

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Mañana 13 de noviembre, el destacado Samuel Aides (76) cumple 69 años con la magia. Su nombre, junto con el de Eduardo Subirana Farré, el mago Piuman (fallecido), está inscripto en la memoria indeleble de la ilusión de varias generaciones de salteños. “Ya es una decisión tomada, finalmente me alejo de los escenarios, ya se cumplió mi ciclo. Ahora me abocaré a otros proyectos dentro de la magia”, dijo Sammy. 
Samuel Aides o Sammy nació en Resistencia (Chaco) y aprendió el oficio como se estilaba antes, a través de libros y revistas.
“Mi padre me compraba una revista con un apartado de magia escrita por un célebre mago llamado Aldo Musarra”, recuerda.

El mentor 

Cuando arrancó, el incipiente mago se presentaba con su nombre. “Pero un buen día un maestro de apellido Gaimicorchi, de tercer grado, me dice: Samuel, vas a tener que presentarte con un nombre artístico”, describió.
¿Y cuál puede ser?, le dijo Sammy
-Muy simple, Sammy, le respondió el maestro.
Ese diálogo aún perdura, fue su bautismo.
Sammy cursó el nivel secundario en Resistencia, mientras exploraba el mundo de la magia y las animaciones. Se divertía y aprendía en cumpleaños, fiestas y actos escolares.
“Mi primo, quien ya falleció, era mi gran apoyo. Él me ayudaba, era mi secretario. Juntos recorríamos cada una de las parroquias y les proponíamos al sacerdote que organice una actuación”, relató el mago a El Tribuno.
Esas fueron sus primeras actuaciones, con una recaudación módica, casi una limosna.
“Después nos dimos el gusto de comenzar a actuar en los cumpleañitos, que eran muy difíciles en esa época porque las madres, cuando festejaban a sus hijos, hacían celebraciones muy sencillas”.
Una torta, sándwiches y gaseosas, pocos alimentos y bebidas conformaban el banquete. Aún no olvida la popular gaseosa Crush, que no faltaba en la mesa de esas décadas.
En aquel tiempo, en los cincuenta, no era común llevar a las casas de familia un entretenimiento.
Como mucho se organizaban competencia entre los invitados, vecinos y compañeros del agasajado. Así fue que irrumpieron en la Resistencia de esa época con los shows de magia. 
Sin correo electrónico, páginas de internet o redes sociales, la información llegaba a cuentagotas.
“Yo ya me iba relacionando con magos, entonces nos escribíamos cartas y en cada una venía la instrucción de un truco. Entonces así comencé a aprender”, dijo Sammy. 
Su profesor de magia, relató, escribía en una revista. Él hizo una compilación de todos los juegos publicados y sacó un libro, patrocinado por la editorial Hobby
“Gracias a Dios, lo tengo a ese texto, con sus páginas amarillas”. El libro está apenas, pero lo cuida.
Sammy remarca que en sus comienzos no había tiendas de magia. Cada uno tenía que fabricarse sus propios juegos.
“Algunos nacen con estrellas, otros estrellados”, reflexiona, y recuerda que sus primeros trucos los hizo gracias a los juegos que les hicieron sus padres y amigos. Estos eran de chapa y madera.
“A los ocho años yo ya tenía mis primeras presentaciones. Eran muy simples: en los actos patrios de la escuela. La mayoría de los chicos hacían un acto alegórico teatralizado y otros recitan o bailan, ¡yo era el mago del grado!”. Esos son sus recuerdos de la escuela primaria.
Como cada época tiene sus ventajas, Sammy concede que “hoy la juventud trabaja y le da el tiempo necesario para perfeccionar e innovar en juegos”. Con los niños, adolescentes y adultos no solo tuvo contacto en los shows, en la Fundación Roberto Romero, durante un largo tiempo, dió clases de introducción a la magia y globología. 
En su calidad de docente, Sammy guarda en su bagaje definiciones.
Por eso se manifiesta en total desacuerdo con Val Valentín el mago enmascarado, aquel que rompió el código de los suyos y reveló los trucos más celosamente guardados por la pantalla de Fox y la CBS. “Eso es troncar la fantasía y la ilusión de las personas, develando un misterio que uno busca para su recreación. Cuando uno va a ver un mago sabe que va a ser engañado pero sanamente”, concluye.
Para que un truco resulte bueno hace falta alquimia y elementos específicos aplicados en proporciones muy precisas. En tiempos más recientes, la magia guarda relación con la óptica, las imágenes espectrales y la tecnología. Como sea que fuere, es deseo de todos que la magia -como dijo André Maurois- no deje de ser nunca “una ilusión eterna” o, por lo menos, que renazca a menudo en el alma humana.

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