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Cerco judicial al chavismo

Jueves, 04 de noviembre de 2021 02:53

Pieza por pieza, la Justicia estadounidense estrecha el cerco alrededor del presidente venezolano Nicolás Maduro y los máximos funcionarios de su gobierno. Este rompecabezas judicial, unido al procedimiento contra Maduro por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional de La Haya, coloca al régimen de Caracas en una situación muy especial.

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Pieza por pieza, la Justicia estadounidense estrecha el cerco alrededor del presidente venezolano Nicolás Maduro y los máximos funcionarios de su gobierno. Este rompecabezas judicial, unido al procedimiento contra Maduro por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional de La Haya, coloca al régimen de Caracas en una situación muy especial.

En el futuro los jerarcas venezolanos tendrán que cuidar sus desplazamientos para eludir órdenes de captura canalizadas a través de Interpol.

Este riesgo resulta más evidente ante las extradiciones de Hugo "El Pollo" Carvajal, ex jefe de Inteligencia de Hugo Chávez y luego de Maduro, de Alex Saab, el empresario colombiano acusado de manejar los negocios ilegales en el exterior de los máximos funcionarios venezolanos, y de Claudia Díaz, ex directora de la Oficina del Tesoro Nacional, una suboficial del Ejército que antes se había desempeñado como enfermera de Chávez.

Este último antecedente no debería sorprender porque su antecesor en el cargo, Alejandro Andrada, un oficial del Ejército que participó junto a Chávez del frustrado golpe de Estado de 1992, hoy condenado a prisión por lavado de dinero por un juzgado de Nueva York, también había sido guardaespaldas del expresidente.

La trayectoria de Carvajal es representativa de la historia de los "bajos fondos" del "chavismo". Chávez, quien había sido su oficial instructor en el Ejército, lo puso al frente de los servicios secretos. En ese carácter, su figura era tan importante como desconocida. Saltó a la fama en 2008, cuando fue uno de los primeros jerarcas del régimen incluido en una "lista negra" que hoy incluye a un centenar de funcionarios venezolanos.

El Departamento de Estado lo acusó de "proteger los envíos de droga de su captura por las autoridades venezolanas antinarcóticos" y "proveer de armas e identificaciones del gobierno venezolano a las FARC". También se lo incriminó por proteger el despliegue de las células terroristas de Hezbollah en distintos países de América Latina.

Sindicado como uno de los artífices del "Cártel de los Soles", una organización delictiva integrada por funcionarios y jefes militares del "chavismo", Carvajal escapó en 2014 de ser detenido en la isla de Aruba gracias a sus credenciales como cónsul diplomático. Una vez muerto Chávez, en 2013, entró en conflicto con el aparato de inteligencia cubano que protegía a Maduro. Como resultado, en febrero de 2019 rompió con el régimen y respaldó al presidente interino Juan Guaidó. Huyó entonces de Venezuela y fue apresado en España. Para entonces, haciendo honor a su oficio, se había sometido a cirugía plástica y usaba pelucas para ocultar su identidad.

Negocios sucios y plata fresca

Si Carvajal fue el cerebro de la inteligencia militar del régimen de Caracas, Saab fue su principal agente internacional de negocios. Su cobertura como empresario ocultaba una doble misión encubierta. Por un lado, estaba a cargo de las operaciones reservadas orientadas a burlar las restricciones económicas impuestas por el bloqueo comercial estadounidense. Por el otro, gestionaba en el exterior las fortunas particulares de los miembros de la "nomenclatura", a través de un laberinto de cuentas "off shore" que escondían los dineros sustraídos al erario público.

Diosdado Cabello, el segundo "hombre fuerte" del régimen, blanqueó que Saab "fue uno de los encargados de burlar todas las persecuciones del imperialismo contra la Patria". Agregó que "fue capaz de traer a Venezuela gasolina, medicinas, alimentos. ¿Qué le pagaron? Sí, claro, pero a cualquiera se le podía pagar. El problema es que muy pocos querían cumplir ese rol". Obviamente el blanqueo de Cabello no incluyó el lavado de dinero de sumas que, según la acusación, ascienden a centenares de millones de dólares.

Si Saab tenía la responsabilidad del manejo comercial internacional, Díaz se ocupaba del "frente interno". Como directora de la Oficina Nacional del Tesoro, coordinaba las maniobras ilícitas de "empresarios amigos" y encumbrados funcionarios que aprovechaban la "brecha cambiaria" para acumular cuantiosas ganancias con la compraventa de divisas. Uno de los implicados es Raúl Gorrin, un empresario que en 2014 adquirió la cadena Globovisión, hasta entonces el único canal de noticias crítico con el gobierno, para volcar su línea editorial hacia el oficialismo.

Las investigaciones apuntan, asimismo a que Díaz habría comprado 250 lingotes de oro, valuados en 9.500.000 dólares, a través de una compañía fantasma establecida en un paraíso fiscal en una isla caribeña. Removida de su cargo luego de la muerte de Chávez, Díaz abandonó el país. Al igual que Carvajal, fue capturada en España junto a su pareja, Adrián Velázquez, otro excustodio de Chávez, quien resultó titular de nueve empresas registradas en Panamá.

Una caja de Pandora

Antes de Andrada ya había numerosos antecedentes de causas judiciales contra funcionarios venezolanos en los tribunales estadounidenses. En 2017, la Justicia federal de Nueva York condenó a 18 años de prisión a dos sobrinos de Cilia Flores, esposa de Maduro. Mucho más estrepitosa fue la denuncia del Departamento de Justicia que originó una oferta de recompensa de quince millones de dólares por la captura de Maduro.

 Además, ofrecen diez millones de dólares por otras cuatro figuras prominentes del régimen: el propio Cabello; el ahora detenido Carbajal; el vicepresidente Tareck El Aissami y Oliver Alcalá Cordone, un general arrestado en Colombia y actualmente procesado por narcotráfico en una corte neoyorquina.
Pero la peor pesadilla para Maduro y los suyos es el testimonio de “arrepentidos” que saben demasiado. Carvajal y Díaz ya negociaron sendos acuerdos de colaboración a cambio de una reducción de las penas. Las declaraciones de Carvajal en Madrid, antes de ser extraditado a Estados Unidos, encendieron una bomba de tiempo. El ex jefe de Inteligencia habló de la ayuda financiera venezolana a la dirigencia política latinoamericana asociada al Foro de San Pablo, desde Lula en Brasil hasta Néstor y Cristina Kirchner en la Argentina, pasando por Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay y Daniel Ortega en Nicaragua. Sus revelaciones abren la posibilidad de que la Justicia estadounidense cite a declarar a las personalidades mencionadas.
Pero si Carvajal abrió las compuertas para la investigación de la financiación ilegal de campañas electorales de los aliados regionales del “chavismo”, Saab guarda en su memoria varias toneladas de gelinita. Su silencio es oro para Maduro. Por eso el mandatario se esmeró, infructuosamente, en brindarle protección diplomática para conseguir su excarcelación, hasta el punto de designarlo embajador de Venezuela en Cabo Verde mientras estaba preso en ese pequeño país africano donde fue detenido. El empresario colombiano conoce la otra cara de esa cooperación, más oculta todavía: los negocios privados realizados en paralelo con esos mismos protagonistas a través de acuerdos comerciales “de Estado a Estado” y del direccionamiento de licitaciones públicas. 
Lo que suceda en los próximos meses con la evolución de estos procedimientos en los tribunales estadounidenses puede desencadenar en América Latina un huracán de procesos judiciales con un impacto político aún superior a lo ocurrido tiempo atrás con el “caso Odebrecht”
 * Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

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