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¿Matar dos pájaros de un tiro?

Jueves, 16 de diciembre de 2021 02:11

De cazadores y presas. En los tiempos en que se naturalizaba cazar aves u otros animales por pura diversión, existía el refrán: "no es posible matar dos pájaros con un solo tiro", expresión que las organizaciones protectoras de mascotas y animales sugieren reemplazar, por ejemplo, por la más amigable y compasiva: "no se puede dar de comer a dos pájaros con un solo trozo de pan".

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De cazadores y presas. En los tiempos en que se naturalizaba cazar aves u otros animales por pura diversión, existía el refrán: "no es posible matar dos pájaros con un solo tiro", expresión que las organizaciones protectoras de mascotas y animales sugieren reemplazar, por ejemplo, por la más amigable y compasiva: "no se puede dar de comer a dos pájaros con un solo trozo de pan".

Al margen de compartir absolutamente esta preocupación por un trato caritativo hacia las especies cohabitantes, un cazador que desoyera estos consejos compasivos y aun habiendo dejado en desuso su carabina, podría replicar que si el arma empleada es una escopeta que incluye muchos perdigones en cada cartucho, se podrían alcanzar varias aves posadas en una rama, argumento al que puede respondérsele destacando que en este ejemplo "el tiro" no incluye un solo proyectil sino todos los que componen el cartucho; vale decir, en realidad se generarían tantos "tiros" como perdigones incorpora el disparo.

Objetivos e instrumentos

Dos reconocidos economistas, Lawrence Klein y Jean Tinbergen, ambos laureados con el Nobel en Economía, hicieron grandes aportes a la teoría de la política económica demostrando, entre otros valiosos desarrollos, que en las decisiones de los gobiernos no era posible alcanzar más objetivos que los instrumentos de política disponibles.

En otras palabras y como dirían los matemáticos, no se pueden tener más incógnitas que ecuaciones, o, como destacan los cerrajeros, no puede haber más cerraduras a ser abiertas que las llaves correspondientes a cada una de ellas.

Un pan para cada ave

La idea de asignar un recurso para cada necesidad (una llave para cada cerradura) parece razonable y practicable a la vez, pretendiendo sintonizar con las recomendaciones de los Nobel mencionados al principio. Justamente en esta línea estaría aplicado el apotegma de Marx que propone: "de cada uno conforme su capacidad y a cada uno según su necesidad" según el cual toda una sociedad sería así enteramente feliz resolviendo sus necesidades. El problema, sin embargo, y tal cual se verificó en las experiencias de "socialismo real", es que donde se ha aplicado el socialismo, y ahora el populismo, las sociedades no han prosperado, y por el contrario, se han empobrecido, con sus regímenes exhibiendo autoritarismo y corrupción.

Justamente, en las economías populistas y de socialismo del Siglo XXI, lejos de haberse proporcionado "un pan para cada ave", por lo general parece que se aplicaran en realidad varios e incontables "panes" para cada una, si se juzga por la interminable cantidad de leyes, resoluciones, trabas, vetos varios y demás disposiciones que acompañan las cada vez más escasas y magras transacciones que tienen lugar para abastecer los bienes y servicios más elementales: precios máximos, colas varias, productos de mala calidad o directamente inexistentes, en góndolas vacías a pesar de leyes que las exigen rebosantes.

¿Un pan para dos aves?...

Por su parte, en las economías de mercado, y por extraño que suene o parezca, el refrán de la imposibilidad de dos aves y un solo pan no se cumple. En efecto, en cada oportunidad en que se lleva a cabo una transacción, hay necesariamente dos involucrados: el comprador y el vendedor; sin embargo, el producto que se "disputa" es uno solo, y una vez acordado el precio, el bien o servicio cambia simplemente de manos, dejando conformes a las dos partes: ­el milagro de un solo pan para dos comensales se ha cumplido!...

Conformes, pero no satisfechos

Recién se dijo que el intercambio deja conformes a las dos partes involucradas, lo que es una obviedad porque si así no fuera la transacción no se llevaría a cabo: si el precio no complace al comprador, este no adquiere el producto; y si lo que propone pagar el comprador no conforma al vendedor, este retira el producto del mercado, lo que es otra forma de apreciar que cuando se imponen precios máximos se produce desabastecimiento (¿a quién le conviene vender a pérdida?).

Por supuesto, que ambas partes queden conformes no es lo mismo que sostener que han logrado lo máximo. Un trabajador que acepta un salario por cierto tipo de trabajo es probable que no esté enteramente satisfecho, porque puede considerar que es insuficiente para sus necesidades o aspiraciones; y que lo acepte podría sólo indicar que no ha encontrado un trabajo mejor. Lo mismo podría plantearse para un vendedor que redujo los precios de sus últimas bananas, bastante maduras, logrando un mínimo de ganancias, como mejor alternativa a gastar en deshacerse de ellas.

Como se observa, y en condiciones normales, el mecanismo de los precios "vacía el mercado", como gustan proponer algunos economistas, aun dejando, como se decía, un poco o tal vez mucho de sabor agridulce a algunos actores de la economía.

Pero incluso así, esto no quita que puedan alcanzarse resultados mejores; por ejemplo, esforzándose la sociedad por proveer a su población de una educación de excelencia, lo que dotaría a los trabajadores de más habilidades para elegir mejores empleos y salarios.

Análogamente, las economías podrían mejorar los transportes, comunicaciones y provisión de energía, lo que permitiría reducir los costos de producción, a la vez que se podría fomentar una mayor competencia de modo que los precios internos se alineen con los internacionales, incrementando en consecuencia el bienestar de la población al añadirse verosímilmente más calidad a los productos disponibles en el mercado.
    En resumen, el sistema de asignación de los recursos a través del mercado es infinitamente más eficiente que los esperpentos alternativos que se han propuesto: controles varios, socialismos reales y ficticios, populismos diversos, socialismos del Siglo XXI con propuestas de la Edad Media y un interminable etcétera. 
Contundentemente, y si bien en la esfera de la política económica se debe contar con un instrumento (la tasa de interés, por ejemplo) para cada objetivo (el control de la oferta monetaria), basta en cambio la simple aplicación de un solo mecanismo (la transacción individual de cada producto) para atender las necesidades de los “dos contendientes”: el comprador y el vendedor, sujetos centrales en las economías.
    El sistema de mercado puede resultar insatisfactorio en muchos aspectos; pero es absolutamente perfectible, como lo muestran las economías desarrolladas del mundo y las que van alcanzando su madurez con una mínima aunque indispensable intervención del estado. Las alternativas de aplicar infinitos recursos para resolver un único problema, el traslado de los bienes y servicios desde la producción al consumidor lo que por lo general tampoco se logra, no han dado resultados en ninguna de las economías en donde el estado ha tomado el lugar de compradores y vendedores, y allí están también como prueba los estrepitosos fracasos de las antiguas economías comunistas y las nuevas economías populistas y de socialismos también “nuevos” aunque igualmente ineficaces. 
Si de veras “la única verdad es la realidad”, se debería atender más a esa contundente realidad que a los “relatos” refritados y siempre mentirosos de la “imprescindible” tutela del estado para establecer lo que le conviene a la sociedad.
 

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