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Secuelas COVID: "Tengo miedo de volver a contagiarme y no pasarla"

Jacqueline trabaja en el laboratorio y pelea con las secuelas.
Domingo, 25 de abril de 2021 00:00

Desde que contrajo COVID-19 en agosto del año pasado, la vida de Jacqueline Marinaro no volvió a ser la misma. Comenzó con dolor en los pulmones y tos, pero pensó que era un cuadro de bronquitis más. Nunca supo cómo contrajo la enfermedad y, a pesar de ser parte de un grupo de riesgo, pudo atravesarla. "Puedo contarla. Agradezco todos los días el seguir viva", aseguró.

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Desde que contrajo COVID-19 en agosto del año pasado, la vida de Jacqueline Marinaro no volvió a ser la misma. Comenzó con dolor en los pulmones y tos, pero pensó que era un cuadro de bronquitis más. Nunca supo cómo contrajo la enfermedad y, a pesar de ser parte de un grupo de riesgo, pudo atravesarla. "Puedo contarla. Agradezco todos los días el seguir viva", aseguró.

Pero pasaron ocho meses y Jacqueline se sumó al grupo de los "pos-COVID", cuadro que atraviesan varios de los trabajadores de la planta sanitaria del hospital Oñativia.

"Sigo con secuelas, lamentablemente", dijo despacio, debajo del barbijo, que complica sobrellevar la falta de aire que siente desde entonces y la deja agitada. La mujer es técnica de laboratorio en el sector de genética. "Trabajo con reactivos que son fuertes y me quitan el oxígeno, a pesar de que abrimos todo", lamenta.

Además, le duelen las piernas y el pecho, "el corazón", según detalló. Los médicos le recomendaron un estudio más profundo.

Jacqueline atravesó la enfermedad a los meses de haber sido mamá. Hoy su hijo ya tiene un año y dos meses. Las secuelas le impiden llevar una maternidad tranquila: "Tengo que estar con el bebé y a veces me quedo quieta porque me duele el pecho o también cuando me quiero agachar", contó.

A las secuelas físicas le siguieron las emocionales. "Es feo sentirse así porque uno no sabe qué más vendrá", advierte, mientras reconoce: "Por ahí pienso en las nuevas cepas y en que me puede volver a agarrar y no pasarla. Es como que una queda súper asustada, porque hay gente que no la pasó mal, pero hay gente que no la pasó", resaltó entre lágrimas. "Me cambió bastante la vida. Por ahí me asusto. Hay gente que se recontagió. Pensé que tenía de nuevo COVID, pero me hice los estudios y me dio negativo", agregó.

Tomar conciencia

Luego de contar su experiencia, emocionada, a Jacqueline la invadió el enojo por la relajación que percibe, sobre todo entre los adolescentes. "Hay mucha gente que hace reuniones, no toma conciencia... los propios adolescentes que comparten mate como si nada, o toman fernet o cerveza del mismo vaso", alertó.

Si bien Jacqueline trabaja en un hospital, advirtió que los riesgos están en todos lados. Sin embargo, señaló que "siguen las reuniones, sigue la gente que no tiene en cuenta nada. Por ahí esa persona es tal vez asintomática y contagia a una persona que contagia a otra que sí es de riesgo", advirtió sobre la cadena de transmisión y la falta de conciencia.

En el laboratorio de genética, Jacqueline continúa con su trabajo. Reconoce que lo hace mucho más aletargada, pero dice que su ritmo la empuja a seguir adelante.

El 20 por ciento del personal sanitario del Oñativia estuvo enfermo o aislado. Además, se informó que el 75 por ciento padeció post-COVID, por lo que se decidió hacer un permanente seguimiento de cada caso en particular y tomar dinámicas de trabajo diferentes. De esta manera se puede ayudar a continuar con las tareas que hace un año tienen una alta demanda a raíz de la pandemia.

 

 

 

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