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Joven crea colectivos en miniatura

Mariel Arias es busóloga y vio la chance de iniciar un emprendimiento conectado con su hobbie. Atendió el pedido de una madre con un hijo con autismo y se volvió famosa en las redes sociales.
Sabado, 25 de diciembre de 2021 17:03

Dice el saber popular que cada experiencia que se vive fue diseñada por Dios para nuestro propio crecimiento. Al dialogar con la emprendedora Mariel Arias (27) cada hecho que relata deja de producirse de forma aparentemente azarosa o arbitraria y resulta llamativo cómo todo empieza a encajar en un plan perfecto.
Ella tiene en suspenso el Profesorado de Educación Especial en el Instituto de Educación Especial Nº 10 Libertador General San Martín (de Ledesma, Jujuy), está en pareja con Lucas Domínguez (30) y tiene un hijo, León (2). 
Mariel vendía planes de ahorro de autos 0 kilómetro y solía viajar por el interior de la provincia y por Tucumán. Luego atravesó un embarazo de riesgo y como debía quedarse en reposo sus comisiones se redujeron notablemente. El golpe de gracia se lo dio la cuarentena y cuando las fuentes laborales de todos los rubros empezaron a restituirse, al imponerse la llamada nueva normalidad, debió ocuparse de su salud. Sin embargo, capitalizó sus habilidades manuales. Hizo desayunos para ocasiones especiales, catering y decoración. 
El boca en boca ya empezaba a beneficiarla cuando vio por las redes sociales un pedido singular. Una mujer preguntaba quién le podía hacer un colectivo a pequeña escala para su hijo con autismo. Mariel se ofreció por dos razones. Primero porque empatizó con ella al conocer la realidad de esa condición gracias a su experiencia con su cuñado Lautaro (20) y por su formación académica. También porque la conectó con un hobbie en el que la fue introduciendo Lucas, la busología. 
Según el sitio comunidad.tuenti.ec, este término describe “el estudio de los autobuses y las cuestiones relacionadas con este vehículo, tales como la historia, los sistemas de transporte, las empresas que lo operan, las políticas públicas, los fabricantes, motores y carrocerías”. Así, el busólogo, en una pormenorizada tarea de pesquisa, recopila dibujos, pinturas y fotografías para su colección. También diseña sus modelos y todo lo comparte entre otros aficionados en reuniones, exposiciones y debates conectados al bus.
Mariel recicló ruedas de autitos conseguidos en ferias, imprimió en papel especial y produjo dos líneas: una de exposición (que no rueda) y otra para jugar. También varios modelos: el que trae la rampa para el uso de personas con movilidad reducida o en silla de ruedas, el articulado y el coche convencional. 
“Cuando conocí a Lucas conocí ambos mundos. Yo venía estudiando educación especial, pero una cosa es estudiarlo y otra es tenerlo en casa”, comenta Mariel. Se refiere al tiempo compartido con su cuñada fallecida hace seis meses, Luciana (17), que tenía parálisis cerebral severa, y a Lautaro, que además de su condición de autismo también convive con secuelas de una parálisis cerebral. “De primera mano ves lo que padecen al sufrir y no poder decirlo y depender de que los demás les adivinen un dolor. Cuando esta mamá publicó le pedí a Lucas que me diera una mano, pero nunca pensé que las maquetas que hacíamos con él y sus amigos como hobbie pudieran convertirse en un emprendimiento”, sintetiza, sorprendida. 
Para ese primer cliente y su evento temático hizo tres minibuses, servilleteros y tarjetas. Entre gente que la felicitaba no faltaron los odiadores. Como un usuario al que ella se tomó el trabajo de responderle. “Yo sé que a vos esto no te puede interesar, pero seguí de largo si no te agrada, porque yo me dediqué a hacerlo para los niños -cuyas historias después termino enterándome- y son guerreros”, relata que le escribió. 
Los parientes de otros niños con autismo le hicieron encargos. Y hubo de un lado y de otro una comprensión solo explicada por el “yo lo viví”. “Dicen que las personas con discapacidad son una carga, pero nosotros no lo vivimos así, porque ellos son puros y te dan un amor sincero. Muchos nos decían que Luciana no entendía, pero ella me tocaba la panza cuando yo estaba embarazada”, ejemplifica, emocionada. Los busólogos también debaten acerca de la accesibilidad, el confort y la seguridad de los pasajeros cuando hacen uso del transporte público. Ella lamenta, por ejemplo, que su cuñado, a quien le fascinan los buses, no pueda viajar en colectivo por las quejas incesantes de los demás. “Antes me peleaba con la gente por la cero tolerancia que tiene para con Lautaro, que no puede usar barbijo, saliva mucho y se pone nervioso cuando lo miran fijamente. Le comentaba esto al chófer y él me decía: ‘Está bien, yo te entiendo porque estoy acá arriba todo el día y lo veo’. Por eso lo transportamos en remise y él perdió el contacto con este vehículo que le gusta tanto”, lamenta. 

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Dice el saber popular que cada experiencia que se vive fue diseñada por Dios para nuestro propio crecimiento. Al dialogar con la emprendedora Mariel Arias (27) cada hecho que relata deja de producirse de forma aparentemente azarosa o arbitraria y resulta llamativo cómo todo empieza a encajar en un plan perfecto.
Ella tiene en suspenso el Profesorado de Educación Especial en el Instituto de Educación Especial Nº 10 Libertador General San Martín (de Ledesma, Jujuy), está en pareja con Lucas Domínguez (30) y tiene un hijo, León (2). 
Mariel vendía planes de ahorro de autos 0 kilómetro y solía viajar por el interior de la provincia y por Tucumán. Luego atravesó un embarazo de riesgo y como debía quedarse en reposo sus comisiones se redujeron notablemente. El golpe de gracia se lo dio la cuarentena y cuando las fuentes laborales de todos los rubros empezaron a restituirse, al imponerse la llamada nueva normalidad, debió ocuparse de su salud. Sin embargo, capitalizó sus habilidades manuales. Hizo desayunos para ocasiones especiales, catering y decoración. 
El boca en boca ya empezaba a beneficiarla cuando vio por las redes sociales un pedido singular. Una mujer preguntaba quién le podía hacer un colectivo a pequeña escala para su hijo con autismo. Mariel se ofreció por dos razones. Primero porque empatizó con ella al conocer la realidad de esa condición gracias a su experiencia con su cuñado Lautaro (20) y por su formación académica. También porque la conectó con un hobbie en el que la fue introduciendo Lucas, la busología. 
Según el sitio comunidad.tuenti.ec, este término describe “el estudio de los autobuses y las cuestiones relacionadas con este vehículo, tales como la historia, los sistemas de transporte, las empresas que lo operan, las políticas públicas, los fabricantes, motores y carrocerías”. Así, el busólogo, en una pormenorizada tarea de pesquisa, recopila dibujos, pinturas y fotografías para su colección. También diseña sus modelos y todo lo comparte entre otros aficionados en reuniones, exposiciones y debates conectados al bus.
Mariel recicló ruedas de autitos conseguidos en ferias, imprimió en papel especial y produjo dos líneas: una de exposición (que no rueda) y otra para jugar. También varios modelos: el que trae la rampa para el uso de personas con movilidad reducida o en silla de ruedas, el articulado y el coche convencional. 
“Cuando conocí a Lucas conocí ambos mundos. Yo venía estudiando educación especial, pero una cosa es estudiarlo y otra es tenerlo en casa”, comenta Mariel. Se refiere al tiempo compartido con su cuñada fallecida hace seis meses, Luciana (17), que tenía parálisis cerebral severa, y a Lautaro, que además de su condición de autismo también convive con secuelas de una parálisis cerebral. “De primera mano ves lo que padecen al sufrir y no poder decirlo y depender de que los demás les adivinen un dolor. Cuando esta mamá publicó le pedí a Lucas que me diera una mano, pero nunca pensé que las maquetas que hacíamos con él y sus amigos como hobbie pudieran convertirse en un emprendimiento”, sintetiza, sorprendida. 
Para ese primer cliente y su evento temático hizo tres minibuses, servilleteros y tarjetas. Entre gente que la felicitaba no faltaron los odiadores. Como un usuario al que ella se tomó el trabajo de responderle. “Yo sé que a vos esto no te puede interesar, pero seguí de largo si no te agrada, porque yo me dediqué a hacerlo para los niños -cuyas historias después termino enterándome- y son guerreros”, relata que le escribió. 
Los parientes de otros niños con autismo le hicieron encargos. Y hubo de un lado y de otro una comprensión solo explicada por el “yo lo viví”. “Dicen que las personas con discapacidad son una carga, pero nosotros no lo vivimos así, porque ellos son puros y te dan un amor sincero. Muchos nos decían que Luciana no entendía, pero ella me tocaba la panza cuando yo estaba embarazada”, ejemplifica, emocionada. Los busólogos también debaten acerca de la accesibilidad, el confort y la seguridad de los pasajeros cuando hacen uso del transporte público. Ella lamenta, por ejemplo, que su cuñado, a quien le fascinan los buses, no pueda viajar en colectivo por las quejas incesantes de los demás. “Antes me peleaba con la gente por la cero tolerancia que tiene para con Lautaro, que no puede usar barbijo, saliva mucho y se pone nervioso cuando lo miran fijamente. Le comentaba esto al chófer y él me decía: ‘Está bien, yo te entiendo porque estoy acá arriba todo el día y lo veo’. Por eso lo transportamos en remise y él perdió el contacto con este vehículo que le gusta tanto”, lamenta. 

Un camino nuevo

Los pequeños colectivos fácilmente podrían convertirse en un regalo empresarial de Saeta. Pablo Yapura
Para Mariel el norte de un emprendedor debe ser la particularidad de lo que hace. “Para los desayunos proponía versiones de selva negra, cupcakes, waffles. No es por desmerecer a la pastafrola, pero innovando captás la atención de la gente, que te dice: ‘quiero probar esto’”, dice con convencimiento. 
Actualmente tiene varios pedidos por la mitad, porque depende para efectuarlos de una netbook del Programa Conectar Igualdad, a la que llama “la guerrera” y que recibió en 2013. Su nueva actividad requeriría de un equipo moderno, porque se emparienta con el diseño, de capacitaciones en esta área y de las que imparten para los emprendedores, también de un préstamo de los que ofrece el Estado. “No pensé que el hobbie de nosotros fuera el que nos pudiera llegar a dejar el pan sobre la mesa”, apunta, sorprendida, y vuelve a hablar del rastreo, avistamiento y fotografiado de ómnibus. Precisa que en Salta son contados con los dedos de una mano, pero que en Brasil hay la busología atrae a unos 13.000 fans y existen grupos importantes en Chile. En Buenos Aires hay una comunidad agrupada en El Nido de Halcones. En Santa Fe una página, Buses Rosarinos, con treinta miembros que difunden el hobbie hace 20 años. Mariel describe que se asemeja a la época en que los niños se intercambiaban las figuritas para completar su álbum. “Nosotros nos cambiamos las imágenes. No dialogo mucho porque poco sé de motores y carrocerías”, dice. Ella y Lucas crearon una flota, con línea y recorrido inventados. Planean con su suegra erigir una miniciudad. Compran muñequitos y piezas que podrían serles útiles en las ferias americanas. “La queremos montar acá”, dice Mariel y con sus ojos mira un ambiente amplio de la casa del barrio Solidaridad. 

 

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