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El problema no es que vacunan sino que no vacunan

La tarea ahora es superar la extrema politización de la campaña sanitaria.
Sabado, 20 de febrero de 2021 02:03

El escándalo desatado por la vacunación de Verbistky, Taiana, Valdés y Felipe Solá contra la COVID 19 parece desproporcionado. El primero está cerca de cumplir 80 años y los tres restantes, a punto de viajar a México con el Presidente, oscilan en los 70. Por lo pronto, Taiana y Valdés no viajan.

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El escándalo desatado por la vacunación de Verbistky, Taiana, Valdés y Felipe Solá contra la COVID 19 parece desproporcionado. El primero está cerca de cumplir 80 años y los tres restantes, a punto de viajar a México con el Presidente, oscilan en los 70. Por lo pronto, Taiana y Valdés no viajan.

El verdadero escándalo es la extrema politización de la pandemia a la que el Gobierno se ha aferrado como un justificativo de su fracaso económico. La realidad es que la cuarentena extrema vació de reservas al Banco Central, hizo caer la inversión a niveles históricos al tiempo que incrementó el gasto, el déficit, la deuda, la pobreza y el desempleo. Mientras que nuestra economía cayó más que el resto, los resultados sanitarios no compensan ese fracaso. La cantidad de muertos en relación con la población es similar a la de Brasil, un país con políticas mucho más distendidas.

Toda derrota es difícil de explicar, pero la búsqueda de pretextos absurdos es una muestra de impotencia frente al crecimiento del desempleo y la pobreza.

La polarización política es un recurso más sencillo que la planificación; los resultados siempre son negativos.

Pero eso no es un problema exclusivo de la Argentina. Es claro que Vladimir Putin anunció y promocionó la vacuna rusa, a la que puso un nombre simbólico y provocativo dentro de una estrategia de posicionamiento internacional. Por eso Europa la rechaza, salvo Hungría que se siente más cómodo en la parte oriental del continente. Por eso también el empeño de Cristina Fernández en asegurarse la provisión de las Sputnik V y no las vacunas de origen occidental. La vicepresidente también se siente más cómoda con Putin que con Emmanuel Macron o Joseph Biden. Pero la calidad de la vacuna rusa no depende de Putin ni de Cristina, sino de Gamaleya, una entidad científica de primer nivel creada en la época de los zares.

El problema es que dentro de tanta ideologización, las dosis no llegaron ni van a llegar como prometía el Presidente. Porque los rusos no dan abasto.

Carla Vizzotti deberá despejar las dudas. Ella estuvo varios días haciendo el seguimiento de la producción en Moscú. Cabe preguntarse si habrá informado bien sobre lo que percibió.

La eyección de Ginés González García fue una decisión política. El testimonio de Verbitsky hizo enojar al Centro de Estudios Legales y Sociales, que él preside, y que lo repudió. También al periodista militante Roberto Navarro, que lo despidió como columnista.

Horacio Verbitsky relató su vacunación como algo normal para una persona de 79 años, con doce casos de contagio de COVID-19 en su círculo íntimo.

Pocas horas después el Presidente despedía al ministro, quien había sobrevivido a sus proyecciones fallidas, a su promesa de garantizar 68 millones de vacunas y a las nunca explicadas negociaciones con el laboratorio Pfizer. Y a los mezquinos resultados de la campaña sanitaria.

Carla Vizzotti creció como funcionaria al lado de Ginés. Ahora lo sucede luego de desinteligencias en el último tramo. Y le toca hacerse cargo de lo único que es importante en serio: la inmunización generalizada del amplio sector vulnerable a la pandemia. Es decir, lo que se espera de la ministra es que consiga las vacunas, que conduzca la campaña de vacunación masiva y que frene al coronavirus.

El problema no es que Ginés haya vacunado a doce personas, sino que dejó sin vacunar a 44 millones.

No todo es campaña electoral. O no debería serlo. El gobierno anterior se jactaba de tener "el mejor gabinete de la historia". El actual, un "gabinete de científicos". La realidad desmiente a ambos.

Confusión y renuncia

En una carta que envió al presidente Alberto Fernández, el exministro Ginés González García atribuyó la vacunación irregular a “una confusión involuntaria” de su secretaria privada. Hace dos días Ginés había declarado que no estaba de acuerdo con las vacunaciones de privilegio. “Expreso mi gratitud a la inmensa mayoría del pueblo argentino por su compromiso y apoyo a las políticas que implementamos para reconstruir un sistema de salud federal, con más equidad, acceso y calidad”, dice la misiva. Ginés explicó que “las personas vacunadas pertenecen a los grupos incluidos dentro de la población objetivo de la campaña vigente” y dijo que su secretaria citó por error a “las personas vacunadas en este ministerio”. “Ocurrió estando yo en la provincia de Entre Ríos... de todas formas, asumo la responsabilidad”.

El canciller

El canciller Felipe Solá, de 70 años, se vacunó ayer en el hospital Posadas, de Palomar, por pedido del equipo médico de la Cancillería, ya que hoy viaja con el presidente Fernández a México. Los legisladores kirchneristas Eduardo Valdés y Jorge Taiana, en cambio, se quedaron sin viaje aunque se habían vacunado por el mismo motivo, en el ministerio. 
 

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