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El gaucho que venció a los ingleses

Martes, 23 de febrero de 2021 02:32

Era un 1§ de julio de 1805, y luego de haber revistado durante seis años en el acantonamiento local del Regimiento Fixo, cuando el gobernador español Rafael de la Luz le comunicó a Martín Miguel de Güemes que había sido trasladado a la ciudad de Buenos Aires.

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Era un 1§ de julio de 1805, y luego de haber revistado durante seis años en el acantonamiento local del Regimiento Fixo, cuando el gobernador español Rafael de la Luz le comunicó a Martín Miguel de Güemes que había sido trasladado a la ciudad de Buenos Aires.

El gobernador le hizo saber esta novedad en la entonces pasmosa calma provinciana al virrey del Río de la Plata, por aquel entonces el marqués Rafael de Sobremonte, quien antes de la silla virreinal había sido gobernador intendente de Córdoba.

Güemes que por aquel tiempo se había convertido en un destacado jinete quería cambiar de aires. Fue destinado al Cuartel de Dragones del Rey y su primera Navidad fuera de Salta la pasó en dicho Regimiento, pues llegó a la capital virreinal el 24 de diciembre de 1805.

 

El sexenio en que revistó en Salta le había dado cierta amargura, porque dos veces fue injustamente postergado en su ascenso a sargento mayor. Sin embargo, Güemes aprovechó sus mocedades para recorrer los sitios más recónditos del Valle de Lerma, experiencia que años más tarde le brindaría enormes ventajas.

Conocía palmo a palmo el territorio en que años más tarde se libraría la Guerra Gaucha.

Una vez instalado en Buenos Aires, quedó a las órdenes del teniente coronel Juan Antonio Olondriz. Faltaban aún siete meses para que el futuro caudillo salteño tuviese su bautismo de fuego. No se sabe exactamente dónde vivió Martín Güemes durante su primera estancia porteña, que se extendió por cuatro años, pues en 1809 retornó a Salta a raíz de la muerte de su padre.

Bautismo de fuego

El 27 de julio de 1806, el joven militar salteño entró de lleno en las lides de la guerra, durante la primera de las Invasiones Inglesas. Integrando una dotación de cincuenta granaderos del Regimiento Fixo en una escaramuza conocida como el combate del Puente de Gálvez. Ese puente, que actualmente se sitúa en el barrio porteño de Barracas, había sido construido en 1791 por don Juan Gutiérrez de Gálvez. Posteriormente sería escenario de varios sucesos históricos. (*)

Los ingleses habían desembarcado dos días antes en Quilmes. La acción sobre el Puente de Gálvez mereció el primer elogio que recibió en su vida militar Martín Güemes, debido al denuedo y entrega con el que se batió en la lucha.

No obstante se da la paradoja que la primera vez que aparece Güemes mencionado en un parte oficial, fue cuando escoltó hasta Córdoba a una banda militar que había sido enviada por orden del virrey Sobremonte. Debe recordarse que en esos tiempos de boato, pompa y circunstancia, las bandas, fanfarrias y bandurrias eran parte del protocolo virreinal.

Soldado de Liniers

Sin embargo, al cabo de la huida del marqués de Sobremonte llevando la caja de caudales, cuando los ingleses se apoderaron provisoriamente de la ciudad, durante la primera invasión, Güemes comenzó a ser observado por Santiago de Liniers, héroe de la Reconquista. Sobremonte como es propio en las almas cobardes y celoso del liderazgo naciente de Liniers, decidió escribirle una carta peyorativa al Príncipe de la Paz, Manuel Godoy y Alvarez, quien manejaba a su antojo el reinado de Carlos IV, padre de Fernando VII, y fue entonces cuando el futuro líder salteño comenzó a tomar conciencia de las perfidias e intrigas que a menudo rodean al poder.

Lo que sucedía es que Sobremonte, cuyo apellido quedó par a los tiempos como sinónimo de cobardía, le había enviado dos cartas a Liniers, que éste no contestó, reclamándole que lo repusiera en el cargo de virrey que había abandonado, con la subsiguiente ira que despertó en el pueblo de Buenos Aires que se sintió abandonado por su máximo gobernante.

Recapitulando, Güemes después de Puente de Gálvez, es mandado a Córdoba por Sobremonte, el salteño cumplió la orden, y mientras se marchaba a la ciudad mediterránea se produjo la huida del virrey.

Con el ímpetu guerrero que lo distinguió durante su vida, Güemes una vez cumplida la misión que se le había encomendado, cabalgó en el lapso de dos días: 395 kilómetros para regresar a Buenos Aires.

En el primer día 260 y 135 en el segundo. Casi una proeza como la de Calixto Gauna, cuando en ocho días llegó a Buenos Aires desde Salta.

Una hazaña irrepetible

Arribó a Buenos Aires en un momento crucial: el 12 de agosto de 1806. La Justina o Justine, era un buque mercante que había sido reforzado por cien hombres y 26 cañones por orden del jefe de la escuadra inglesa Sir Home Riggs Popham durante la primera invasión en la isla de Santa Elena. La misma donde moriría años después Napoleón Bonaparte.

Según el capitán inglés Alexander Gillespie, que integraba la tripulación, quienes se embarcaron allí eran excelentes tiradores y reconocidos artilleros.

Ese 12 de agosto, día de la Reconquista de Buenos Aires, no sólo fue intenso sino de un profundo desasosiego para toda la población.

Ante la calma virreinal que se mantenía apacible desde hacía años, se produjo una simbiosis entre el pueblo y las fuerzas defensoras que generó un rechazo unánime hacia los invasores.

Uno de los episodios más gloriosos de la epopeya de la Reconquista se produjo a la tarde, a raíz de una súbita bajante de las aguas del Río de la Plata, que en ese entonces llegaba hasta las barrancas de lo que actualmente es la plaza San Martín de la ciudad de Buenos Aires, próxima a la estación Retiro. Las tropas inglesas venían de derrotar a Napoleón en San Juan de Arce. Sin embargo en una escena cinematográfica, que sorprendió por completo a los soldados ingleses, Martín Güemes acometió una carga de caballería después de que se lanzara un cañonazo desde la batería de Retiro, cuando luego de entrar a las aguas a caballo tomó la Justina, arrió su pabellón de más de seis metros de largo, que actualmente es exhibido en el Museo Histórico Nacional, y atracó la embarcación más un bergantín menor cargado de trigo. 
Tomó en total cinco banderas y todo el parque de artillería, más armas y municiones. 
Doce días más tarde Santiago de Liniers se las ofrendó a la Virgen del Rosario en el Convento de Santo Domingo y comenzó a distinguir a Martín Güemes como un soldado valiente, que combatió con un coraje y fiereza excepcionales, cuya proeza fue comentada por muchos años. Fue el comienzo de la carrera del héroe gaucho. (**)

 ( *) Fue el primer puente sobre el Riachuelo. En la época de Rosas, se le llamó Puente de la Restauración de las Leyes.
 (* * )Hoy, esas aguas han sido ganadas al río y existe en el lugar físico del abordaje de Güemes una plaza con la conocida torre de los Ingleses. 

 

 

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