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La barca en la tormenta

Sabado, 13 de marzo de 2021 02:22

Con su viaje a Irak, el papa Francisco cumplió el sueño de todos sus predecesores más recientes, visitar Ur de Caldea, la patria de Abraham, padre de la fe monoteísta y de las religiones del libro, como el judaísmo, el islam y todo el cristianismo de Oriente y Occidente

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Con su viaje a Irak, el papa Francisco cumplió el sueño de todos sus predecesores más recientes, visitar Ur de Caldea, la patria de Abraham, padre de la fe monoteísta y de las religiones del libro, como el judaísmo, el islam y todo el cristianismo de Oriente y Occidente

Lejos de las acusaciones de "patriafobia" que le atribuyen sectores de nuestro país, empeñados en destruir su imagen, desde sectores radicalizados por el fanatismo religioso hasta grupos políticos que le atribuyen una simpatía con el cristinismo y el peronismo, Francisco retomó sus viajes apostólicos muy especiales, lanzándose a uno de los países más peligrosos del planeta y a la vez el más castigado por las guerras y el fanatismo político-religioso.

No dudó en ir a visitar un pueblo subyugado y sometido por el Isis o Estado Islámico, una de las facciones más radicalizadas de una guerra atípica e inmisericorde.

Como comentario al pasar, debemos reconocer que no pocos católicos elementales en nuestra patria, se dejan seducir por las fake news, despreciando al Papa, que se ha constituido en el mundo como el argentino más influyente en todos los ámbitos y el líder mundial indiscutible por la paz.

El pueblo de Irak, donde el cristianismo es absolutamente minoritario, recibió al Papa Francisco como un maestro espiritual y un gran profeta de paz.

Uno de los momentos más trascendentes de su gira por Irak fue el encuentro con el Ayatollah Al Sistani, un líder de 90 años de edad, la principal autoridad religiosa chiita en Irak. No sólo el tiempo de diálogo fue importante, sino la gestualidad del Ayatolálah. Al Sistani se puso de pie para recibir al Papa lo que representa en su cultura el reconocimiento de la autoridad moral del visitante.

Francisco se reunió con líderes religiosos en Ur para implorar por la paz del mundo y criticó con dureza el uso abusivo de las religiones por grupos fanáticos que ejercen violencia sobre la población en nombre de Dios.

Sus viajes, a excepción de la gira por Brasil al Encuentro Internacional de Juventud y otras en Europa, fueron siempre a lugares donde el cristianismo es minoría, como África y Japón.

Sus mensajes son recurrentes a la hora de proclamar la urgente necesidad de crear fraternidad.

La fe en Jesucristo, para el papa Francisco, es algo más práctico que especulativo, más constructivo y de compromiso que una simple proclamación de dogmas.

Un verdadero pastor que en ocho años ha llevado a la iglesia a reencontrarse con el más genuino sentimiento del Evangelio de Jesucristo, anunciar la buena noticia a los pobres y amar al prójimo con entrega total hasta que duela, hasta dar la vida. Sus documentos magistrales Laudato Si y Fratelli Tutti, luego de reafirmar la fe del pueblo creyente, los obliga a aterrizar de narices sobre el cuidado de la casa común, bajar la vista del cielo y preocuparse por la tierra. Desde aquí se construye la eternidad. Y en Fratelli Tutti insiste el Papa, en la fraternidad y la amistad social como una de sus grandes preocupaciones.

Son la base necesaria para construir la paz en el mundo, citando al Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, quien decía "Dios ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos". Es una reflexión hecha en diálogo y de un compromiso conjunto.

El camino que inició Francisco, hace ocho años en Roma, ha obligado a iglesia a deshacer duros y añosos nudos de un catolicismo acostumbrado al centralismo vaticano, y al encubrimiento de cuanta maldad pudo resistir la barca de Pedro. La tarea no concluyó y la iglesia como institución milenaria sigue un proceso de transformación sin retorno sellado con el Concilio Vaticano II y su vuelta a la única fuente genuina del cristianismo, la Palabra del Evangelio y la Tradición viva y dinámica del Pueblo de Dios.

Francisco, un verdadero piloto de tormentas en la Barca de Pedro, dirá que la vida es una hermosa aventura que no se puede pelear aisladamente, necesitamos de la comunión y participación.

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