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Ana María Parodi cumplió 40 años de artista escénica

Repasó sus cuatro décadas con el público salteño en una charla con El Tribuno. 
Lunes, 29 de marzo de 2021 20:28

Ana María Parodi nació en 1950 en Córdoba, pero desde 1954 reside en Salta. Este 2020 cumple 40 años de profesión y puesta a rastrear sus primeros antecedentes en la actividad comenta que estos datan de cuando cursaba la escuela primaria y organizaba a los nueve años pequeñas veladas estudiantiles. Sus intereses artísticos la llevaron a asistir a un conservatorio de piano, a tomar clases de danzas clásicas con Miryam Pedrazzolli y a publicar poemas alrededor de los 14 años. Dio sus primeros pasos en el ámbito del teatro independiente con el Grupo Teatral de La Peña Española, bajo la dirección de José Antonio Lazzari. En 2009 representó a Salta y Argentina en el Encuentro Nacional de Teatro Unipersonal realizado en Tarija (Bolivia) con la obra “Oh, Sarah!”, de Ariel Mastandrea. En junio de 2016, invitada por el Ministerio Cultural, presentó la obra “Yo tengo un brillante”, de Nicolás Dorr, en La Casa del Alba de La Habana (Cuba). 

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Ana María Parodi nació en 1950 en Córdoba, pero desde 1954 reside en Salta. Este 2020 cumple 40 años de profesión y puesta a rastrear sus primeros antecedentes en la actividad comenta que estos datan de cuando cursaba la escuela primaria y organizaba a los nueve años pequeñas veladas estudiantiles. Sus intereses artísticos la llevaron a asistir a un conservatorio de piano, a tomar clases de danzas clásicas con Miryam Pedrazzolli y a publicar poemas alrededor de los 14 años. Dio sus primeros pasos en el ámbito del teatro independiente con el Grupo Teatral de La Peña Española, bajo la dirección de José Antonio Lazzari. En 2009 representó a Salta y Argentina en el Encuentro Nacional de Teatro Unipersonal realizado en Tarija (Bolivia) con la obra “Oh, Sarah!”, de Ariel Mastandrea. En junio de 2016, invitada por el Ministerio Cultural, presentó la obra “Yo tengo un brillante”, de Nicolás Dorr, en La Casa del Alba de La Habana (Cuba). 

En 2000 creó los Talleres de Arte en la cárcel de Villa Las Rosas, Unidades 1 y 4, por lo que obtuvo un reconocimiento de la Secretaría de Cultura de la Nación. Desde 2003, tomó a su cargo por autogestión la re-funcionalización y puesta en valor del Salón Auditórium Dr. Rafael Villagrán. Desde allí produce y realiza desde 2010 el Encuentro Escénico Nacional Teatro Infinito e instituyó en nombre de la sala los Premios Victoria a las Artes Escénicas, único galardón que se otorga desde 2013 a la fecha en reconocimiento a los artistas escénicos de Salta. Entre otros premios y distinciones, recibió el Phersu a la Mejor Actriz Protagónica por “Eva y la Muerte, el Podestá 2012 por su Trayectoria Honorable, otorgado por la Asociación Argentina de Actores y el Senado de la Nación y el Gran Premio Victoria, adjudicado en Honor al Trabajo Permanente, Disciplina y Ética Profesional y Personal. 

¿Cómo se inició en esta profesión y cómo vio crecer el sector del teatro independiente en Salta?  

Creo que nació conmigo. Recuerdo que desde niña expresaba mi vocación de actriz y de miniproductora, también me gustaba cantar, desde la escuela primaria y la secundaria. Todo era muy vocacional por aquella época. Luego ya pude integrarme a grupos de teatro y literatura, en los que di mis primeros pasos en la poesía y la actuación. En 1981 hice mi primer trabajo bajo la dirección de Chacho Siuffi y luego en el Grupo Teatral de La Peña Española, con el maestro José Antonio Lázzari. Más tarde, fundé el Grupo Stress, con el que estrené “Las que aman hasta morir”, en el Teatro de la Fundación Salta. 

En cuarenta años el teatro ha crecido y mucho, en forma vertical y horizontal. Se multiplicaron los grupos independientes, los grupos surgidos de talleres y otros espacios de formación. Hay más salas y espacios alternativos independientes y un gran apoyo económico y de formación y perfeccionamiento a través de becas otorgadas por el Instituto Nacional del Teatro, organismo creado bajo la ley 24.800, y que fue un logro muy importante de teatristas a principios de los 2000. Salvo en el último año -signado por la pandemia- tuvimos fiestas nacionales y regionales anuales y corredores de obras teatrales nacionales girando por todas las regiones. El teatro independiente existe como actividad cultural en todo el país. Hay teatro en Salta.

¿Qué buen pronóstico y qué mal pronóstico que haya hecho se le cumplieron? 

En realidad, no soy de hacer pronósticos. Más bien diseño un proyecto y trabajo para hacerlo posible y concreto. A veces son proyectos exitosos, otras no; pero solo se aprende de aciertos y errores. Únicamente se equivoca quien hace y trabaja por un propósito. Uno de mis proyectos, este año, además de teatro, es recopilar toda mi obra poética y llevarla a un tomo de obras completas llamado “Memorias del papel”; el tiempo corre, todo pasa y todo cambia... El mañana solo puede construirse en el hoy. Y en eso estoy, construyendo para vivir...

Dijo que hace cuatro años que no actúa. ¿Qué extraña de estar sobre las tablas? 

Extraño todo. La adrenalina, la metamorfosis, el contacto con el público, los aplausos, la magia de una actuación es indescriptible. En realidad mi última obra la hice en 2016, con “Yo tengo un brillante”, luego tuve un pequeño accidente que me mantuvo fuera del escenario por algunos meses, aunque con algunos proyectos de esos que por una u otra razón quedaron en el camino. Sin embargo, continué con la dirección del Salón Auditórium y durante 2019 en la dirección de “Descaradas”, una obra que llevó mucho tiempo de ensayos y de la que solo pudimos realizar cuatro funciones hasta que llegó la pandemia. En ocasiones hay situaciones que enredan los tiempos y dirigir, producir y llevar la sala adelante me obliga a postergar proyectos personales.

¿Qué desarrollo le trajo la función de gestora cultural?  

Aprender, aprender, aprender en los primeros tiempos, allá por 2003 recorría los medios llevando los partes de prensa, luego llegó la tecnología cada vez mas accesible y la comunicación fue mas fluida y simultánea. La gestión trae consigo conocimientos tecnológicos y relaciones humanas. Programar y diagramar paso a paso y a su debido tiempo. Conocer la oportunidad y hacerse de paciencia, que no es mi fuerte, lamentablemente. Y sobre todo saber que hay que transitar desde el primero hasta último escalón sin dejarse vencer por el cansancio o los inconvenientes y así lograr el objetivo. 

¿Cuál siente que ha sido en estos cuarenta años su mejor personaje?

Los he amado a todos, y soy muy mala para la autocrítica. Sin embargo, podría destacar de “Eva y la Muerte” a Eva Perón, con la que hice dos temporadas y muchos viajes, bajo la dirección de Carlos Armatta, y el coprotagónico lo realizó Luis Varela Ramos en la primera temporada y Rosy Toledo en la segunda. También el de Sarah Bernhardt, de “Oh, Sarah”, fue un trabajo exquisito, bajo la dirección de Jorge Renoldi. 

En esto la última palabra la tiene el público. La percepción propia puede variar... a veces una siente que estuvo súper y en otras funciones sentís y sabés que no estuviste a full... trabajo con mucha entrega y mucho respeto por lo que presento al público, que es el mejor juez.

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