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18 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Recorrió más de 300 km del río Bermejo en un gomón por la donación de médula ósea

Carlos Alberto Curi promueve la campaña de donación de médula ósea. La travesía duró 10 días y, junto a sus compañeros, debieron sortear diversas dificultades.
Jueves, 01 de abril de 2021 13:35

Carlos Alberto Curi, un salteño de ley, la solidaridad es su fiel compañera. Sus experiencias de vida lo llevaron a observar con otros ojos los problemas cotidianos. No sabe de obstáculos, la palabra rendirse no figura en su diccionario, sus “brazos jamás se desplomarán”, sentenciaron quienes lo conocen. Desde hace algunos años, se aferró a esa increíble denominación llamada: Fe.

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Carlos Alberto Curi, un salteño de ley, la solidaridad es su fiel compañera. Sus experiencias de vida lo llevaron a observar con otros ojos los problemas cotidianos. No sabe de obstáculos, la palabra rendirse no figura en su diccionario, sus “brazos jamás se desplomarán”, sentenciaron quienes lo conocen. Desde hace algunos años, se aferró a esa increíble denominación llamada: Fe.

Acaba de finalizar un nueva travesía, que lo llevó a recorrer más de 300 kilómetros por el río Bermejo. Como es costumbre, sus acciones siempre tendientes a promover la campaña de concientización para la donación de medula ósea.

Cabe recordar que, Carlos Alberto luego de superar una complicada historia de salud, comenzó su camino de ascenso, pero a las montañas. El salteño “plantó” bandera en las cumbres más renombradas.

Además, está certificado que, en cada objetivo cumplido llevó las banderas de Salta y la del Centro de Hemoterapia de Salta, con la intención de sensibilizar sobre la donación de médula ósea para salvar vidas. Entre las cumbres a las que llevó el mensaje se encuentran: el Aconcagua (6.962 msnm); la montaña Kilimanjaro (5.895), en Tanzania; la cima del Monte Elbrus (5.642) en Rusia; y las cinco montañas más altas de México (Nevado de Toluca (4.680), el Volcán La Malinche (4.461), el Volcán La Mujer Dormida (3.600), las Sierras Negras (4.640) y el Pico de Orizaba (5.636).

"Desde hace un tiempo nos planeamos un nuevo desafío, salvo que en esta ocasión sería en el embravecido río Bermejo. La expedición la compartí con dos grandes amigos: Pablo Salas y Víctor Mármol", aseveró el montañista salteño.

La idea original era navegar más de 1000 kilómetros en un gomón, pero las inclemencias del tiempo, le dieron un giro a la historia.

"Ahora entendí porque el Bermejo tiene la fama de ‘río loco traicionero‘. Bramaba con sus turbias aguas, llevándose todo por delante, con olas de más dos metros. Recorrimos hasta la desembocadura del río Paraguay (provincia de Chaco). La intención era seguir hasta el río Paraná, pero por cuestiones de seguridad (mucho viento, crecido y lluvia), decidimos concluir el desafío, y dejar abierta la puerta para una futura travesía. Fueron 10 días sorprendentes, que nos dejó un saldo altamente positivo", acotó.

La experiencia

"El río Bermejo nos sorprendió en cada curva, por momentos la tranquilidad se apoderaba de nosotros, y en cuestión de segundos, pasábamos a enfrentar olas que superaban los dos metros de altura, jamás nos imaginamos sortear estos obstáculos. El río estaba muy picado, con corriente cruzada. Luego de una curva, llegamos a un sector donde desbordaba para las dos orillas: el brazo izquierdo seguía el curso normal, pero del lado derecho se formaba un gran remanso, con remolino y se introducía al monte, quebrando árboles, y arrastrando las ramas. Nos llevo para ahí, con un impresionante viento en contra, además, por el peso del gomón, se nos hacía imposible poder remarlo. Estuvimos en serios inconvenientes con Víctor y Pablo. Nos costó salir de esta dificultad, pero por suerte logramos el cometido. Nunca me imaginé ver algo así en el río Bermejo, realmente me impactó. No teníamos donde armar la carpa, estaba todo inundado", resaltó Curi.

Finalmente llegamos a Fortín Belgrano, para ponerle punto final a la expedición, más precisamente al destacamento policial, donde fuimos recibidos por el sargento Gastón Ramírez y el cabo primero Juan José Díaz, lógicamente con la foto de doná médula ósea. Fueron vivencias únicas, donde compartimos con niños wichis.

Pareciera que la adversidad la fortalece a este salteño de 53 años, un hombre que difunde, de manera permanente, el mensaje de vida y de esperanza.

"El 75 por ciento de las personas enfermas que necesitan de un trasplante no pueden recibirlo de un familiar. Es importante que todos podamos ser donantes, porque solo con un pinchacito y una jeringa es suficiente para poder salvarle la vida a una persona en cualquier lugar del mundo", añadió Carlos Alberti Curi.

Se fortaleció frente a las adversidadesCarlos Alberto Curi creció en una familia de clase media, con su madre Nora que entregó interminables horas a la educación rural “una maestraza en el aula, y también en nuestra casa”, dijo Curi. “Tengo ocho hermanos, y gracias a la crianza de nuestros padres, todos estamos bien encaminados en la vida”, agregó.

Sus primeras picardías se sucedieron en la cancha de básquet de La Candelaria (iglesia La Viña), junto a su inseparable amigo: el Oso Lafuente.

Sus días parecían normales, hasta que empezó a sucumbir su estado de salud, y esta realidad trajo aparejado un cambio rotundo a su alrededor.

"En el 2014, me detectaron en la rodilla derecha un melanoma maligno (el más agresivo en cáncer de piel). Con dos operaciones sencillas ambulatorias, desapareció . Al mes, en la misma rodilla sentía un dolor muy agudo y me detectaron necrosis de hueso (muerte del hueso). Me hicieron una operación llamada Forage, que consiste en agujerear la rodilla con un taladro para que la sangre circule nuevamente y el hueso se regenere. Con el tiempo, la necrosis también me afectó en tres huesos del pie derecho, en la rodilla izquierda (se realizó otra cirugía Forage), y en ocho huesos del pie izquierdo. Todo esto se produjo en un lapso de 2 años. No podía caminar normalmente y usaba silla de ruedas, muletas y botas walker. En dicho período, además se me presentó una trombosis femoral profunda en la pierna derecha, enfermedad grave que puede causar muerte o daño permanente en la pierna. Me atacó también el síndrome del dolor o síndrome de Sudeck en la pierna izquierda, que produce un dolor muy intenso que no tiene cura ni tratamiento y puede durar meses, años, o toda la vida. Me duró 5 meses, era un dolor insoportable con la pierna hinchada, que no me entraba ni un pantalón. Nunca supimos porque se producían las necrosis, pero gracias a Dios superamos el trance”, relató el montañista.

"Fuí atendido en Buenos Aires, en la Academia Nacional de Medicina, en la clínica Mater Dei y Hospital Fernández, por los doctores Horacio Caviglia y Jorge Nassif, quienes realizaron exitosamente mis operaciones. Me hicieron el seguimiento hasta el alta definitiva. Fue grande mi devastación psíquica y física, mis piernas quedaron delgadas, sin músculos, totalmente atrofiadas y con alto grado de debilidad. Todo lo contrario de caerme rendido en una cama, empecé a soñar en grande, con un objetivo totalmente ‘loco’, quería hacer cumbre en el Aconcagua. Las dificultades me abrumaban porque no tenia ninguna experiencia como montañista, encima mis dos mayores temores estaban en la montaña: el frío y la altura. Cuando tuve el alta médica, ese proyecto ya se había instalado en mi mente y en mi corazón. Pasaron solo 6 meses para encarar el mayor desafío de mi vida: la cumbre del Aconcagua. Me uní a una expedición de ocho experimentados montañistas extranjeros, y solo 2 logramos la cumbre, Rowan Stobart, de Sudáfrica, y yo”, dijo emocionado Carlos Alberto.
"Lograrlo generó en mi la necesidad de seguir afrontando nuevas metas. Es así, que logré cumbres en diferentes puntos del mundo. Mi corazón no solo latió en las alturas sino también me empujó a una travesía por el río Bermejo", señaló.

"En todas estas cumbres y aventuras no estuve solo, me acompañaron las banderas de Salta y Argentina, me abrigó el poncho salteño, y la fuerza me la dio el mensaje de vida: Doná médula ósea”, sentenció este hombre de lucha y esperanza.

Heladera solidaria

Curi se desempeña en la gastronomía, aunque en los últimos meses y a raíz de la pandemia de coronavirus, también se abocó al trabajo del campo. Su labor social es permanente y siempre apuesta con el corazón.

"Durante tres años y medio fuí impulsor de la primera y única heladera solidaria en Salta (alimento gratuito a los más necesitados), cocinando todos los días para más de 250 personas. También impulsé talleres gratuitos de capacitación de oficios para una salida laboral rápida, y lograr contención social en el Bº Sarmiento (herrería, cotillón y electricidad). Mi tarea fue colaborar con los sueldos de los profesores y los materiales necesarios", destacó Curi.
 

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