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Dos estilos de pintura y objetos de arte se conjugan en “Amalgama”

Claudia Fissore transita por el realismo y María Victoria Ramón Michel por el abstracto. A ellas se suma Rosalba Panza con piezas hechas con cáscaras de huevo. 
Lunes, 12 de abril de 2021 11:53

Desde hace años El Palacio Galerías ha desarrollado un perfil volcado al arte. En el paseo de compras con dos entradas (Mitre 37 y Caseros 662) es incesante el movimiento de artistas que con sus obras invitan al transeúnte a suspender su derrotero y adentrarse en un mundo paralelo a este, de donde necesariamente se vuelve más sensible y reflexivo. 
Durante este mes esta oportunidad la encarna la muestra “Amalgama”, de Claudia Fissore, María Victoria Ramón Michel y Rosalba Panza, que se puede visitar de 10 a 21. 
Desde el título la exposición anticipa que se buscará la unión o mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta. 
Fissore se dedica a la pintura realista y Ramón Michel a la abstracta, mientras que Panza trabaja con cáscaras de huevo para componer objetos de arte. 
Aclaró el trío que la idea primigenia fue aunar sus producciones y que esto diera por resultado una mezcla de diversos tipos de arte. 
“Tenemos distintos estilos, que en forma conjunta lucen como una amalgama estable, homogénea y fuerte”, definieron, no sin antes advertir que las sustancias individuales no se funden sino al contrario: se logra una mixtura más rica y potenciada de cada una.
“Las tres presentamos diferentes habilidades, elementos que no coexisten en ninguna de nosotras, pero nos beneficiamos en la mezcla”, señalaron, esperando que esta combinatoria resulte atractiva para el observador. 
Rosalba Panza es profesora de Matemática y Física, y artista autodidacta. Sus obras están resguardadas por una vitrina que fue colocada en pleno pasillo de El Palacio. 
Varios paseantes se demoran lo suficiente como para perderse entre los intrincados detalles de las piezas que tienen como base cáscara de huevos de ñandú y de avestruz. Hay alhajeros, relojes, candeleros, candelabros, pesebres, cajas de música, muñecas y ornamentos religiosos. En 2007 Rosalba comenzó a realizar estos objetos. 
Se inspiró en las piezas que el joyero ruso Carl Fabergé (1846-1920) confeccionaba para los zares. Fabergé, considerado uno de los orfebres más destacados del mundo, realizó 69 huevos de Pascua entre 1885 a 1917, con piedras preciosas y metales, de los cuales se conservan 61 y que siguen maravillando por su profusión de estilos y por la técnica guilloché, a la que especialistas han descripto como un tratamiento de grabado superficial sobre metal con el que Fabergé hacía ondas, estrías o cualquier otro dibujo de un modo repetitivo y simétrico.

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Desde hace años El Palacio Galerías ha desarrollado un perfil volcado al arte. En el paseo de compras con dos entradas (Mitre 37 y Caseros 662) es incesante el movimiento de artistas que con sus obras invitan al transeúnte a suspender su derrotero y adentrarse en un mundo paralelo a este, de donde necesariamente se vuelve más sensible y reflexivo. 
Durante este mes esta oportunidad la encarna la muestra “Amalgama”, de Claudia Fissore, María Victoria Ramón Michel y Rosalba Panza, que se puede visitar de 10 a 21. 
Desde el título la exposición anticipa que se buscará la unión o mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta. 
Fissore se dedica a la pintura realista y Ramón Michel a la abstracta, mientras que Panza trabaja con cáscaras de huevo para componer objetos de arte. 
Aclaró el trío que la idea primigenia fue aunar sus producciones y que esto diera por resultado una mezcla de diversos tipos de arte. 
“Tenemos distintos estilos, que en forma conjunta lucen como una amalgama estable, homogénea y fuerte”, definieron, no sin antes advertir que las sustancias individuales no se funden sino al contrario: se logra una mixtura más rica y potenciada de cada una.
“Las tres presentamos diferentes habilidades, elementos que no coexisten en ninguna de nosotras, pero nos beneficiamos en la mezcla”, señalaron, esperando que esta combinatoria resulte atractiva para el observador. 
Rosalba Panza es profesora de Matemática y Física, y artista autodidacta. Sus obras están resguardadas por una vitrina que fue colocada en pleno pasillo de El Palacio. 
Varios paseantes se demoran lo suficiente como para perderse entre los intrincados detalles de las piezas que tienen como base cáscara de huevos de ñandú y de avestruz. Hay alhajeros, relojes, candeleros, candelabros, pesebres, cajas de música, muñecas y ornamentos religiosos. En 2007 Rosalba comenzó a realizar estos objetos. 
Se inspiró en las piezas que el joyero ruso Carl Fabergé (1846-1920) confeccionaba para los zares. Fabergé, considerado uno de los orfebres más destacados del mundo, realizó 69 huevos de Pascua entre 1885 a 1917, con piedras preciosas y metales, de los cuales se conservan 61 y que siguen maravillando por su profusión de estilos y por la técnica guilloché, a la que especialistas han descripto como un tratamiento de grabado superficial sobre metal con el que Fabergé hacía ondas, estrías o cualquier otro dibujo de un modo repetitivo y simétrico.

El huevo “Bianco e Rosso” se asienta en una caja con luces de colores que gira. Javier Corbalán
También se motivó en los pysanky, huevos naturales pintados a mano en Ucrania. Este arte de origen eslavo que conlleva más de cien dibujos simbólicos lo acostumbraban practicar los pueblos paganos para celebrar la llegada de la primavera, aunque hoy se empariente con la Pascua. 
Porque abreva en estas dos tradiciones, pero al mismo tiempo adopta características tan particulares es inevitable preguntarse por los pormenores del proceso de la obra de Rosalba. 
Ella explicó que la dificultad primigenia que le salió al paso fue trabajar con cuidado y precisión un material de gran fragilidad. Señaló que las cáscaras de los huevos de ñandú y de avestruz son más gruesas que la de gallina y sin embargo, comparten con esta la propiedad insalvable de volverse pedazos con facilidad. 
Con el uso de las redes sociales y después de prácticas de prueba y error, ella se topó con que había herramientas específicas para desempeñar esta actividad y asumir menos riesgos de quebradura del material en el proceso. Como un aparato que diseña el conjunto de cuadrados que le permite a Rosalba dibujar sobre superficies curvas. Una vez obtenida la cuadrícula ella despliega lo que tenía en mente, sin perder de vista en qué base lo colocará. Luego comienza a calar con un torno de mano con puntas y discos diamantados para que la cáscara se rompa menos y no se astille. 
El paso siguiente es colocarlo en lavandina o cloro para que se limpie bien, sobre todo por dentro. Una vez seco inicia la decoración. “Después de muchos años de trabajar sobre la cáscara al natural inventé una mezcla de polímeros que le adiciono por dentro en dos o tres manos y hace que quede plastificado”, comentó. Así si se cae no se quiebra en pedazos, sino que sufre abolladuras, lo que lo vuelve candidato a una restauración.  A continuación los pinta con acrílicos y barnices. Los interviene con cordones, cintas, galones, givré, filigrana, entre otros materiales. 

Los huevos se colocan sobre pies, realizados por Rosalba en metal (alpaca y plata), cerámica y hueso o hasta. “Quería darles una impronta salteña. Vi en internet personas que se dedican a este arte, pero lo remiten mucho a la época de los zares, a pesar de que Fabregé no los hacía con cáscaras de huevo”, expresó Rosalba.

Además de los pedestales, las huellas autóctonas pueden rastrearse en ciertos huevos, recubiertos con cuero de ñandú. Las piezas son únicas y merecedoras de un catálogo que se detenga en cada uno de sus aspectos. En algunas bomboneras y cofres, por ejemplo, ha incorporado bisagras mínimas con las que articular las piezas. Acerca de cómo se provee de materia prima especificó que la compra en dos criaderos autorizados de ñandú en Salta. De esta manera se asegura no impactar en la naturaleza. “Si el huevo está fecundado, ellos lo pueden saber mirándolo bajo una luz infrarroja. Si es así lo ponen en una incubadora, si no venden la cáscara”, explicitó. Mientras que las cáscaras de huevo de avestruz se las envían proveedores de Chile, México y Estados Unidos. “Es mucho más grande y grueso, por lo que tuve que adaptar las herramientas, que deben reforzarse, y el torno, que debe moverse a mayor velocidad, para poder calar y cortar. La cáscara es más rugosa, pero el efecto es muy bueno”, evaluó. En la muestra se destaca un candelero hecho con un huevo de emú, un ave australiana. La cáscara en este caso es negra y Rosalba la dejó en su color natural y solo le grabó algunos dibujos.

Expositora

Rosalba fue invitada a exponer en numerosas ocasiones en Buenos Aires, Bolivia (Santa Cruz y La Paz) y Salta (capital y Cafayate). En estos eventos se ha nutrido de la opinión que merecen sus obras entre públicos diversos. “El turista aprecia mucho este tipo de arte, porque no es muy visto”, sintetizó. En El Palacio acostumbra exponer para Semana Santa. “Desde los tiempos precristianos o paganos el huevo simboliza la vida. El huevo está ligado a la celebración de la primavera en el hemisferio Norte, con el culto de la fertilidad, la cosecha, el amor y la procreación”, instruyó.

Abstracto y realista

Dentro de un local exponen en un juego de opuestos Claudia Fissore y María Victoria Ramón Michel. Refiere el catálogo de “Amalgama” que Fissore es arquitecta, artista plástica y profesora de Música y se ha dedicado al arte en sus diferentes facetas. “En 2010 comenzó a disfrutar de su pasión desde pequeña: dibujar y pintar. El retrato, el género que ha elegido, el medio con el que se procura retener la presencia del ser, conservar lo efímero, evitando la ausencia. Personajes influyentes, transgresores, auténticos, con vidas intensas, reflejo de una sociedad de un momento, son captados por la mirada de la artista. A través de ellos se reflexiona sobre la vida, el tiempo, la transmisión, la trasgresión pretendiendo una simbiosis entre artista, obra y espectador”, apuntan. Y el efecto buscado se vuelve inconsciente en quien observa los rostros, de supremo realismo, de Paul McCartney, Kurt Cobain, Jimi Hendrix, David Bowie, Keith Richards, Mike Jagger y Madonna. Además de los dibujos hechos en grafito sobre papel y enmarcados, sorprenden un par de objetos (un sombrero y una cabeza de maniquí) en diálogo con el espacio bidimensional de donde se desprenden.

Una obra de Claudia Fissore, que retrató a Madonna en diversas épocas, intervenida por Ramón Michel. Javier Corbalán

Pequeños mundos

También lo consigna el catálogo, María Victoria Ramón Michel nació en Salta en 1979. Licenciada en Artes Plásticas egresada de la Universidad Nacional de Tucumán, realizó talleres con María Eugenia Pérez entre 1996 y 2000 y con Virginia Montaldi en 2000 y 2001. Describen que ella formó parte de muchas muestras, seminarios y becas, no solo en Salta sino también en otras provincias, y que participa constantemente de exposiciones individuales y colectivas.

 

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