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Íntimo y militar, el adiós a Felipe de Edimburgo

La reina Isabel II despidió al hombre con el que estuvo casada 73 años.
Domingo, 18 de abril de 2021 00:00

De riguroso luto y abrumada, la reina Isabel inclinó la cabeza haciendo una reverencia frente al féretro de su marido, Felipe de Edimburgo. Se sentó sola en la capilla de San Jorge para despedir al hombre con el que compartió 73 años de su vida. El funeral por el duque de Edimburgo se celebró este sábado con una solemne ceremonia en la capilla de San Jorge, en Windsor, con apenas 30 invitados y un pequeño coro que interpretó temas seleccionados por él mismo.

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De riguroso luto y abrumada, la reina Isabel inclinó la cabeza haciendo una reverencia frente al féretro de su marido, Felipe de Edimburgo. Se sentó sola en la capilla de San Jorge para despedir al hombre con el que compartió 73 años de su vida. El funeral por el duque de Edimburgo se celebró este sábado con una solemne ceremonia en la capilla de San Jorge, en Windsor, con apenas 30 invitados y un pequeño coro que interpretó temas seleccionados por él mismo.

Fue un acto sobrio, de escala reducida a causa de la pandemia, sin sermón ni discursos de familiares o allegados -pues solo hablaron el deán de Windsor y el arzobispo de Canterbury- y con curiosos detalles cuidadosamente diseñados en vida por el propio príncipe Felipe.

Entre algunos toques personalizados de este evento histórico, precedido por un cortejo fúnebre con fuerte presencia de las Fuerzas Armadas británicas, figuró un altar de nueve cojines decorado con insignias muy significativas para el difunto. Entre ellas, medallas y condecoraciones que le fueron asignadas por el Reino Unido y países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth), junto con la insignia alada de la Real Fuerza Aérea (RAF) o las insignias de Dinamarca y Grecia -Orden del Elefante y Orden del Redentor respectivamente-, en un guiño a su infancia como príncipe de Grecia y Dinamarca.

La simplicidad marcó una ceremonia en la que la reina se sentó apartada, sola.

El resto de invitados vistieron de civil, rompiendo con la tradición que normalmente obliga a llevar uniforme militar en funerales reales. Un medida adoptada por la monarca para evitar, al parecer, que su nieto Enrique quedara excluido de esa etiqueta protocolaria.

El hijo menor de Carlos de Inglaterra y la malograda Lady Di perdió sus títulos militares cuando en 2020 se apartó de sus funciones como miembro de la realeza para llevar una vida independiente, fuera del Reino Unido, junto con su esposa, Meghan, duquesa de Sussex.

Los varones llevaron abrigo negro, con medallas e insignias mientras que las mujeres vistieron atuendos de día.

En la ceremonia, basada en lecturas bíblicas y cantos religiosos, el duque fue descrito como un hombre "amable, con sentido del humor y humano", por el deán de Windsor, David Conner, el único que tomó la palabra junto al arzobispo de Canterbury, Justin Welby.

"Nos ha inspirado su lealtad inquebrantable a nuestra reina, su servicio a la nación y a la Commonwealth", dijo Conner.

 

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