"Piojo" Guitián publicó en Facebook una hermosa imagen de una señora vendiendo tamales a caballo en la ciudad de Salta. “Aquí les traigo en pleno 2021 a la última tamalera de a caballo... es como si se hubiese transportado del siglo pasado... no se si volveremos a ver a otra después de ella”, escribió en su posteo y estallaron las emociones en los comentarios memoriosos de muchos salteños.
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"Piojo" Guitián publicó en Facebook una hermosa imagen de una señora vendiendo tamales a caballo en la ciudad de Salta. “Aquí les traigo en pleno 2021 a la última tamalera de a caballo... es como si se hubiese transportado del siglo pasado... no se si volveremos a ver a otra después de ella”, escribió en su posteo y estallaron las emociones en los comentarios memoriosos de muchos salteños.
"La Sra Asunción, a eso de las 1200hs, los sábados, estaba llegando a la Santiago y Zuviria, es allí dónde mi suegro y vecinos todos, le compraban, por años, sus exquisitos tamales" (Manuel Fernando Peña)
Y Guitián tiene razón, son postales del ayer que se instalan en el presente como un recuerdo viviente. Al ver un vendedor de a caballo o un afilador de cuchillos y tijeras que llena de música el aire con su flauta de pan, uno tiene la sensación de estar en un espectáculo, dan ganas de quedarse quieto a observar y a escuchar a estas personas inquebrantables, emisarias de otros siglos, a quienes la virtualidad, la inmediatez y la tecnificación de estos tiempos, no han logrado torcerles el amor por los oficios casi extinguidos que practican. No, nada fue suficiente para hacerlos desistir de hacer lo que mejor saber hacer.
"El nombre correcto o tradicional es "arganera" por las árganas( canastas) que lleva una a cada costado..." (Verónica Constansi)
Recordamos en este tren a Gregorio González de Rosario de Lerma, quién recorre los pueblos del Valle de Lerma montado en su bicicleta especial, porque es su herramienta para afilar cuchillos y tijeras desde hace 35 años.
Pero también, en cada pueblo todavía se puede oir el agudo silvato de vapor del manicero como antesala del aroma a maní tostado y salado que nadie debería dejar pasar de largo. Igual que a los vendedores de algodón de azúcar y a los heladeros que tientan en la vereda poniendo música de carrusel. Afortunadamente, y aunque pasan de vez en cuando, los chicos los conocen muy bien.
Ni hablar del escobero, del lechero, de chatarrero y del verdulero a megáfono que hace salir de las casas a compar con su típico: “Vendo uva, banana, manzana, mandarina, manzana de Mendoza, manzana deliciosa...”.
Si escuchan a uno, salgan a ver el espectáculo de ganarse el peso trabajando como en el siglo pasado. O sea, trabajando.