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El atentado terrorista que hizo  temblar al Señor de Sumalao

Ocurrió hace cincuenta años. Fue uno de los primeros atentados de gran magnitud en Salta.
Domingo, 04 de abril de 2021 02:33

Desde el derrocamiento del gobierno de Perón en 1955, en Salta hubo innumerables atentados atribuidos a la llamada “resistencia peronista”. En su inmensa mayoría, fueron causados por explosivos de factura casera, siendo muy escasos los de alto poder. Los ataques que más trascendían eran los que se perpetraban en vías del ferrocarril, postes telefónicos y telegráficos. Estos últimos tenían más repercusión pública ya que de inmediato Salta quedaba aislada del resto del país. Y sus víctimas directas eran, además de los bancos, la prensa por la incomunicación de los teletipos que agencias noticiosas tenían en diarios y radios. En ese sentido hay que recordar que hasta bien entrada la década de los 60, las comunicaciones eran exclusivamente por cables, de modo que la simple caída de un poste portante causaba un perjuicio de grandes proporciones. 

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Desde el derrocamiento del gobierno de Perón en 1955, en Salta hubo innumerables atentados atribuidos a la llamada “resistencia peronista”. En su inmensa mayoría, fueron causados por explosivos de factura casera, siendo muy escasos los de alto poder. Los ataques que más trascendían eran los que se perpetraban en vías del ferrocarril, postes telefónicos y telegráficos. Estos últimos tenían más repercusión pública ya que de inmediato Salta quedaba aislada del resto del país. Y sus víctimas directas eran, además de los bancos, la prensa por la incomunicación de los teletipos que agencias noticiosas tenían en diarios y radios. En ese sentido hay que recordar que hasta bien entrada la década de los 60, las comunicaciones eran exclusivamente por cables, de modo que la simple caída de un poste portante causaba un perjuicio de grandes proporciones. 

Hasta el atentado de Sumalao (19719, los salteños desconocían lo que era un atentado terrorista de magnitud, es decir con alto poder destructivo. Luego, estos hechos se incrementaron a partir del advenimiento de la democracia en 1973, cuando en la ciudad de Salta comenzaron a detonar cargas que prácticamente demolían casas de familia, como las de Roberto Romero, Enrique Herman Phister, José María Martinelli y Fernando Chamorro, entre otras.

Sumalao

El 2 de abril de 1971, aproximadamente a las 9.30 de la mañana, una comunicación telefónica anónima alertó a la redacción de El Tribuno sobre un reciente atentado terrorista. El autor de la llamada, agregó que la sala de una finca de Sumalao, había volado por los aires. La versión telefónica fue tomada con mucho cuidado pero a poco la misma fue confirmada. Ante ello, el diario destacó al lugar de los hechos en Sumalao, un periodista y un fotógrafo.

El Tribuno arribó al sitio del atentado unas dos horas después de ocurrido, según testimonio de los pobladores que aún permanecían en los alrededores del lugar. Se trataba de la finca El Salvador de propiedad de don Joaquín Durand, hermano del exgobernador Ricardo Durand. Por orden judicial, la prensa no pudo ingresar al inmueble, de manera que las fotografías que al día siguiente fueron publicadas, fueron obtenidas por Luis Magna con teleobjetivo.

Los hechos

Los detalles del atentado, pudieron ser reconstruidos gracias a los aportes que hicieron empleados de la finca y pobladores que vivían en las cercanías. Según ellos, aproximadamente a las 8.30 de la mañana llegaron al lugar una estanciera y dos vehículos de turismo de la agencia TEA. De ellos, bajó un grupo de cinco personas -cuatro varones y una mujer- con el rostro descubierto portando armas largas, más los dos choferes (Martos y Resinas) de la agencia de turismo. Ambos iban con sus manos amarradas con piolas. Luego, utilizando una camioneta que estaba en la sala, los armados transportaron a choferes y personal de la finca, hasta un zanjón ubicado a unos 300 metros. Allí los hicieron bajar con la expresa orden de permanecer en el sitio mientras uno ellos quedaba de custodio. El resto de los intrusos se dirigieron a la sala e ingresaron a ella. Allí permanecieron unos 15 o 20 minutos, y luego huyeron en los mismos vehículos que habían llegado, sin olvidar al custodio del zanjón.

El relámpago

A poco de que la gente armada abandonó el lugar, un relámpago encegueció no solo a los que permanecían en el zanjón, sino también a quienes vivían en los alrededores de Sumalao. Y de inmediato se escuchó una terrible explosión que hizo temblar el suelo y desgajar árboles, detonación que, según testimonios, fue escuchada en San Agustín y varios kilómetros a la redonda. En tanto desde el terreno donde estaba la sala, emergía una densa columna de tierra que minutos después pudo ser observada desde El Carril y La Merced.
Un lugareño que por temor no quiso dar su nombre, contó a El Tribuno: “Al escuchar la explosión creí que era un terremoto pues sentí que el ruido venía de debajo de la tierra”. Por su parte, doña Rosa Cholele, cuya casita estaba en el límite con la finca El Salvador, también contó su versión: “Vea señor, yo venía caminando por ese callejón, cuando sentí que se me movía el piso y que un ruido fuerte, una cosa espantosa, me apretaba los oídos. Me asusté creyendo que llegaba el fin del mundo, pero después vi la polvareda que subía entre medios de los árboles de la sala. El ruido era igualito al de un trueno pero más fuerte y más corto. Además, parecía que venía de abajo, como si viniera del fondo de la tierra”.

 Finalmente, un peón de la finca contó: “De pronto vi para el lado de la sala un resplandor y ahí nomás una explosión fuerte mientras la casa del patrón se levantaba por el aire y caía en medio de una gran polvareda”. 

 Una muestra de la destruc­ción ocasionada.

Aviso a la policía

Luego de la explosión y ya repuesto los ánimos, los choferes de TEA y los peones de la finca salieron del zanjón. Por sugerencia de un propietario de la finca, fueron por un Jeep que se guardaba en un galpón apartado de la sala. En ese vehículo fueron a La Merced para comunicar la novedad a la policía. Y como la comisaría no tenía móvil, un agente hizo parar en la ruta un Torino y en él, dos efectivos se fueron a la ciudad para comunicar la novedad a la superioridad y al dueño de la finca. A partir de entonces, la investigación quedó en manos de la Policía y la Justicia. Por parte de la Policía, la gestión quedó en manos del oficial inspector Joaquín Guil y en la Justicia, del secretario del juzgado, Dr. Ignacio Mera Figueroa, quien informó que a poco, el juez interviniente daría razones sobre la marcha de la investigación. 

 Versiones

En el ámbito oficial, las primeras sospechas recayeron sobre integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Organización que se había adjudicado dos hechos delictivos recientes: los asaltos a la Dirección municipal de Tránsito y al Banco Provincia. Además, días antes el comando “Roberto Díaz” del ERP, había “copado los barrios de emergencia” Matadero y Costanera de nuestra ciudad, donde repartieron útiles escolares y guardapolvos.

Ninguno de los terroristas parecía ser salteño

Por declaraciones de los choferes de TEA se pudo saber que los cinco terroristas no parecían ser salteños. Además agregaron, que como a las 6.30 de la mañana del 2 de abril, esta gente había desayunado en la vereda del hotel Victoria Plaza. El mozo que los atendió dijo no recordar sus rostros pero que a las 7 de la mañana, dos vehículos de TEA (propiedad del mayor De la Torres) los pasaron a buscar. Según dijo la agencia, los presuntos turistas “querían conocer el Valle de Lerma”.

El hecho es que a eso de la siete partieron rumbo a Cerrillos. Todo iba normal hasta la altura del INTA, a punta de pistola se apoderaron de los vehículos de turismo, mientras a los choferes Martos y Resinas se les ataban las muñecas con piola. En ese lugar, según los choferes, se les sumó una Estanciera que por lo que escucharon en el camino, portaba los explosivos. En el viaje, los “turistas” le dijeron a los choferes que los autos de TEA serían destruidos pero que a ellos, no les pasaría nada. 

Un nombre de fantasía

Y mientras la Policía, Justicia y mentideros políticos de la ciudad conjeturaban sobre quienes serían los autores del atentado, LV9 Radio Salta, dio a conocer el 4 de abril, un comunicado de los terroristas. Documento que también llegó vía postal, al director de El Tribuno, Roberto Romero. Firmaba el comunicado, la “Unidad Básica de Combate ‘Gauchos de Güemes’”. Montoneros se adjudicaba la autoría y lo calificaba “como un acto de ‘justicia revolucionaria’ y de castigo a Joaquín Durand y al mayor De la Torre, quienes consumaron sus delitos decía -en las gloriosas jornadas de movilización popular que el pueblo vivió los días 12 y 13 de noviembre (1970)”. Cabe recordar, que entonces murió de un balazo el ciudadano Roberto Díaz, cuando una movilización intentaba el cierre del Supermercado Salta de don Joaquín Durand. Para acreditar la veracidad de la autoría, enviaron copia del pasaporte de Durand, robado en la sala de Sumalao. Dirigentes del peronismo local negaron la existencia de la mencionada unidad básica y dijeron que era solo un nombre de “fantasía”.

 El “entrismo” había llegado a Salta. 
 

 

 
 

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