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17 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Los desafíos de Salta en materia laboral

Domingo, 02 de mayo de 2021 01:18

Terminada la segunda guerra mundial se profundizó un consenso que reformulo el capitalismo occidental, respetando la dignidad de los trabajadores y abriendo espacios de participación a las organizaciones obreras. 
Este consenso fue trasladándose lenta y parcialmente a la Argentina. La segunda mitad de los años de 1940 también trajo novedades a nuestra Salta injusta y postergada. 
Los trabajadores salteños lucharon por instalar una Justicia del Trabajo y se apoyaron en la autoridad nacional para frenar abusos en la industria, el campo y los servicios. 
La trayectoria del movimiento sindical de nuestra provincia es, como todas, oscilante, y presenta triunfos y fracasos, momentos de auge y de reflujo. A falta de una historia más o menos abarcativa, trabajos asilados pero muy bien documentados como los firmados por Carlos Abraham y Alejandra Soler, muestran algunos de estos tramos.
Cito la huelga general de 1949 (en plena época del primer peronismo), la huelga de los obreros de la usina de Corralito (1959, tiempos del gobernador Biella) y la huelga general -liderada por Olivio Ríos- contra la dictadura de Onganía (1969).

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Terminada la segunda guerra mundial se profundizó un consenso que reformulo el capitalismo occidental, respetando la dignidad de los trabajadores y abriendo espacios de participación a las organizaciones obreras. 
Este consenso fue trasladándose lenta y parcialmente a la Argentina. La segunda mitad de los años de 1940 también trajo novedades a nuestra Salta injusta y postergada. 
Los trabajadores salteños lucharon por instalar una Justicia del Trabajo y se apoyaron en la autoridad nacional para frenar abusos en la industria, el campo y los servicios. 
La trayectoria del movimiento sindical de nuestra provincia es, como todas, oscilante, y presenta triunfos y fracasos, momentos de auge y de reflujo. A falta de una historia más o menos abarcativa, trabajos asilados pero muy bien documentados como los firmados por Carlos Abraham y Alejandra Soler, muestran algunos de estos tramos.
Cito la huelga general de 1949 (en plena época del primer peronismo), la huelga de los obreros de la usina de Corralito (1959, tiempos del gobernador Biella) y la huelga general -liderada por Olivio Ríos- contra la dictadura de Onganía (1969).

Actualidad

Hoy, los trabajadores salteños y sus organizaciones enfrentan antiguos problemas irresueltos (como la inflación o el trabajo en negro) y nuevos desafíos derivados de la reconfiguración de la economía mundial, del centralismo que ignora al Norte Grande, de la creciente pobreza de larga duración, de las nuevas tecnologías, de la necesidad (insatisfecha) de capacitación permanente, de viviendas dignas, de educación para la igualdad.
En Salta las puertas del Estado (en sus tres poderes) están cerradas para los trabajadores y los sindicatos. Cunde la errónea idea de que nuestra producción solo es viable sin sindicatos, sin leyes laborales, con bajos salarios y sin vigencia de las condiciones de higiene y seguridad que marcan las normas internacionales.
La reciente Jornada convocada por la CGT Regional para tratar el estado de la Justicia del Trabajo setenta años después de su creación, es una primera reacción constructiva.
En este misma dirección la CGT Regional viene enfatizando su compromiso con el concepto de trabajo decente, construido por la Organización Internacional del Trabajo a partir de 1998. En Salta hay mucha exclusión, mucha desocupación, y muy poco trabajo compatible con lo que nuestra Constitución llama condiciones dignas y equitativas.
Los intentos de gobernar Salta de espaldas a los trabajadores no han dado los frutos imaginados por sus promotores. 
La conmemoración de este Primero de Mayo debería mover al gobierno local a una reflexión que conduzca a un giro estratégico. Es hora de aceptar que el trabajo en negro es una muestra de subdesarrollo y no un destino inexorable para miles y miles de salteños. Es hora de abandonar la generalizada indolencia de la Administración Provincial del Trabajo y del fuero laboral. 
La Legislatura, a su vez, debería conformar una agenda reformista que conduzca a modernizar nuestras leyes vinculadas con la producción, el trabajo y la asistencia social. Se impone derogar normas de inspiración autoritaria o sencillamente envejecidas sin pena ni gloria.
Pienso que un buen gobierno requiere algo más que dejarse guiar por intuiciones espasmódicas o por los consejos de consultoras que “cortan y pegan”. No basta tampoco con sacarse, de tanto en tanto, fotos con empresarios locales o extranjeros.

Salto de calidad

Y ese imprescindible salto de calidad comienza con una apuesta por el dialogo social tripartito. Con una convocatoria a las universidades y expertos independientes. 
Seguir como hasta ahora nos condena al subdesarrollo colectivo. A un modelo productivo donde determinados intereses singulares abaten nuestros bosques, extraen nuestros minerales o aprovechan las coyunturas del mercado o las políticas públicas de promoción sin atender a los intereses generales.
El llamado modelo extractivo no es bueno para Salta. Para corregirlo, el Gobierno debería escuchar las recomendaciones de la OIT y convocar a los representantes de los trabajadores. Es imposible tomar decisiones -por ejemplo- sobre el litio sin la participación del sindicato de mineros; las decisiones sobre los biocombustibles o los hidrocarburos reclaman la presencia de los sindicatos del azúcar o del petróleo. Con su participación, las medidas que adopte finalmente el Estado salteño tendrán el sello de la equidad y de la solidaridad intergeneracional. 

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