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ETS160521-028N01-Vienen por todo, con todo

Domingo, 16 de mayo de 2021 02:43

Debo confesar que todos los días me quedo pensando -de manera recurrente y con desazón creciente- en la misma pregunta: ¿es impericia o es parte de un plan? ¿Son inútiles por completo o lo hacen a propósito?

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Debo confesar que todos los días me quedo pensando -de manera recurrente y con desazón creciente- en la misma pregunta: ¿es impericia o es parte de un plan? ¿Son inútiles por completo o lo hacen a propósito?

La recurrencia se debe a la enorme cantidad de hechos diarios contrapuestos; declaraciones inflamatorias; contradicciones entre los dichos, los hechos y las ideologías que pretenden defender o enarbolar y una aparente impericia cotidiana muy llamativa que nos está llevando a una catástrofe sanitaria sin precedente alguno, a una debacle educativa subvalorada y urgente, a un colapso económico otro másÄ; todo combinado con una crisis política que luce desubicada e irracional en este contexto.

La desazón corresponde al inicio de una certeza: el creer o percibir que todo es un plan deliberado, perverso y delictivo.

Algo por completo intencional.

El odio y la grieta

Un día el Presidente clama por la unidad nacional al hacer un llamamiento a la oposición para dejar de lado las diferencias ideológicas y a trabajar juntos en pos del país y, al día siguiente, acusará a ese mismo arco político de no haber entregado casas sociales motivados por el "odio" hacia una determinada parte de la población.

Un día llama a cerrar la "grieta". Al día siguiente él mismo la profundiza y la agrava más. O su jefe de gabinete, cuando denuncia una "celebración de cantidad de muertes" por parte de la oposición.

El llamamiento a la unidad ocurre en un acto en el conurbano bonaerense donde, como excelente muestra de la precarización nacional y de la pauperización ideológica, no sólo rebaja la investidura presidencial al prestar su presencia a la inauguración de una parada de colectivo, sino que, en el colmo del surrealismo, ésta ya había sido inaugurada un año antes.

 

Más deprimente: en un claro síntoma de la pobreza estructural que nos aqueja, las fotos de la instalación tan promocionada muestran con lujo de detalles como uno de sus puntales se asienta sobre una placa de metal apoyada de manera muy precaria sobre un palo de madera más precario aún para evitar que toda la estructura se hunda en el barro y colapse. El diablo siempre se cuela en los detalles. Esas fotos nos retratan con cruel precisión.

La acusación será en otro acto en el conurbano bonaerense. Para el gobierno nacional, últimamente, no existe un país más allá del AMBA. Esta es la nueva construcción política, social e ideológica alrededor de la cual parece agotarse y resumirse todo el país. Es que la ficción del AMBA permite licuar fracasos y culpas de ciertas jurisdicciones que han hecho un manejo desastroso de la pandemia y donde pareciera imposible llevar adelante cualquier tipo de control.

La realidad también muestra que, dentro de este ámbito ambiguo que abarca a dos jurisdicciones disímiles y autónomas, se lleva adelante la madre de todas las batallas políticas: la de las próximas elecciones legislativas y su proyección de cara al 2023.

Lo único que importa a todos los partidos políticos, sean estos mayoritarios o no. Todas las otras crisis mencionadas son secundarias. El único tema que les preocupa a ellos a todos ellos son las elecciones y el reparto del poder.

Así, el presidente un día anuncia su decisión de imponer más restricciones para cuidarnos el padre de una sociedad absolutamente infantilizada de la cual la vicepresidente se auto nominó su madre antes Ä y menos de dos semanas después, en plena vigencia de las restricciones que él impuso, se muestra a sí mismo y a todo su gabinete en otro velorio multitudinario donde impera el caos y la desorganización.

¿Cómo se pueden sentir todos aquellos a los que no les fue ni les es permitido despedir a sus seres queridos por la misma prohibición que el Presidente y su gabinete deciden ignorar?

¿Cuál es el valor del ejemplo presidencial y a qué lugar queda relegado el pueril eufemismo acuñado en la palabra "cuidadanía" tan usada con propósitos propagandísticos y, a la vez, tan ignorada en términos reales por la propia clase gobernante, su dueña y autora intelectual?

Aquella que está obligada, más que nadie, a liderar con el ejemplo. Me pregunto cuál es el valor del ejemplo; dónde queda la ejemplaridad.

Caricatura sórdida

Y así, en una tropelía de agresiones incesantes, me pregunto cuánto más se rebaja el propio presidente cuando no puede reprimir el impulso de reenviar en una red social una foto de un gorila siendo vacunado por él gasa en mano y por el siniestro Presidente de Rusia del cual, en la imagen, sólo parece un ayudante más de él. Una imagen cargada de odio, ya no "odio" entre comillas sino ahora con todo un significado pleno, salvaje y canallesco. De nuevo, el diablo siempre se cuela en los detalles. Vale recordar, de paso, que el mayor opositor político al régimen ruso está al borde de la muerte en una cárcel rusa. ¿Son esos nuestros modelos a seguir; nuestros aliados? Rusia, China, Irán, Venezuela, Cuba.

No por casualidad algunos de estos países son nuestros compañeros entre los primeros diez países en el ranking mundial de la miseria económica global de reciente publicación y en el cual ocupamos el séptimo lugar. 
¿Casualidad o causalidad?

 La deconstrucción como método

¿Acaso no se dan cuenta que, si vacían de contenido a la palabra, estas pierden todo su poder simbólico? Su único poder real. La palabra construye realidad. La palabra vacía construye fantasías. Alguna vez escribí en estas mismas páginas: “la distorsión y la negación malintencionada de la realidad puede terminar a la larga cambiándola, o generando tal sentimiento de confusión en la sociedad que ésta pierde el interés, la capacidad de discernimiento sobre qué es verdad y qué no o sobre quién tiene razón sobre algo o quiénes no. O todo eso junto. Para el caso da lo mismo. El mecanismo es exitoso para estos falsificadores de la realidad”. 
De nuevo, ¿es impericia, confusión, pérdida de rumbo y, en el peor de los extremos inutilidad; o hay una manifiesta intencionalidad? ¿Nos alienan porque ellos mismos están tan confundidos que no pueden evitar hacerlo o porque en la alienación hay un plan? De nuevo, ¿casualidad o causalidad?

Se comienza deconstruyendo la palabra. Sus contenidos y sus continentes. Abrazan la militancia de la virtualidad que agranda brechas educativas, sociales y económicas. Se cierran escuelas, pero se sigue jugando al fútbol en un frenesí de partidos sin igual. Tuvimos colegios cerrados pero bingos, casinos, ferias municipales y artesanales todo abierto en el conurbano también. 
Sin que nos demos cuenta se está destruyendo el pensamiento y la capacidad de pensar. Se cancela la crítica. Se abusa del mecanismo perverso de la cancelación. Se denuesta el mérito y se fomenta el ventajismo. 
No hay lugar para planes o preparación. Sólo la supervivencia y el saber aprovechar la oportunidad. Se impulsa el subsidio y se desalienta el trabajo genuino y la producción. Se crea pobreza. Se vive de la pobreza. Paso a paso, van deteriorando cada valor social destruyendo así a toda la sociedad. Se va desarmando todo orden establecido que es fácil reemplazar con otro; con cualquiera. Con el que ellos quieran. Después de todo, si el gobierno se hace dueño del país y de sus destinos; ¿qué limites se le pueden imponer a aquellos que se atreven a hacerse con su control y organizan sus recursos como más les gusta o conviene? 

La dictocracia está servida y el estado de excepción permanente es en absoluto funcional a la eternización de esta irregularidad. Cual lobo disfrazado de oveja el autoritarismo se disfraza de democracia y los lobos desfilan declamando claras falsedades a viva voz acusando de fascistas a los otros. A todos los otros. 

Cuando el mal triunfa

No veo que nadie los detenga. Por el contrario, hay toda una generación que, deseosa de obtener recompensas rápidas se está apartando de toda legitimidad. Abraza la deseducación. La barbarie. El relativismo a ultranza. El individualismo como todo valor y motivación. La normalidad de la anormalidad. La cultura de la excepción. De la no responsabilidad. La inmediatez sin costo. 
Y crece, a la sombra, toda otra generación que lucra con puestos, con subsidios, con la pobreza de otros; instaurando un pobrismo basal como estrategia de consolidación del poder. 

La ambición, cuando no se persigue en aras del bien común corre el riesgo de convertirse en un crimen. Nosotros ya traspasamos ese umbral hace décadas. Hoy nos gobiernan probados delincuentes cuyo único propósito es la expoliación sistemática del país y que ya están dando los últimos pasos para hacerse del completo control de este. Y una banda de analfabetos acríticos los siguen y veneran. Por conveniencia. Por ignorancia. Por sobre reacción. “El país de los minions” denunciado de manera tan certera por el periodista Francisco Sotelo. Es que cuanto más extendida sea la red de prebendas y de recompensas inmerecidas, más garantías hay de que los que tengan algo que perder en este nuevo orden salgan a defender con violencia si es necesario lo que no pudieron conseguir por sus propios méritos profesionales y personales. 

Una vez más vuelven a ser siempre oportunas las palabras de Edmund Burke: “Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”. Y sigue triunfando el mal. La perversión y el atraso. La mentira y la falsedad ideológica. La construcción de este medioevo insfraniano cruel y feudal.

No parece que fuera impericia ni improvisación. No parece que fuera desorientación ni impotencia. Sólo parece que una parte de la sociedad corre hacia al abismo con otra parte de ella corriéndola desde atrás. El vamos por todo es literal. La “Argenzuela” de Susana Gimenez no es una equivocación de una diva senil autoexilada. Por el contrario, parece la más lúcida descripción del futuro al que vamos corriendo. Un futuro lleno de autoritarismo, barbarie, medievalismo, pobreza y soledad.
Un futuro cruel y distópico. 
Un no-futuro hecho a la medida de un no-país.
 

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