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¿Si hubiera alguien inmortal, sobreviviría a la envidia de los otros?

Atenas siempre sorprende. En esta nota una leyenda de cama caliente para aprender de la mano de Procusto. 
Domingo, 16 de mayo de 2021 10:34

 

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Israel Cinman
Consultor estratégico motivacional    

 

Atenas se presenta impecable, aunque siempre con pecados significantes, que nos los entrega, en sus milenarios mitos.
Mientras recorro sus recovecos voy alucinando con Teseo, el gran ajusticiador de un perverso ajustador, que también podrías ser tú o yo. Te sugiero ahora mismo inmunizarnos, para no perecer...#exploremos
¿Cuando se te hace una crítica y/o corrección (fundada o infundada) te molestas?
¿Ante personas innovadoras o disruptivas, si puedes ejercer poder de neutralizarlas, lo utilizas?
¿Tus frases tienden a empezar o empiezan con un Sí, pero? ¿O un No, pero? ¿Después que alguien propone algo que no se te ocurrió sientes una emoción frustrante?
¿Trabajar con otros en horizontalidad de roles no es lo que mejor te fluye?
¿Acaparas conversaciones buscando tener la razón?
¿Te importa más tener razón que ser feliz?
¿Sois hospitalario preferentemente y casi excluyente con pares?
¿Tu estándar de logro es más o menos exclusivo?
Si a más de dos preguntas contestaste positivamente... alerta podés estar envuelto en el síndrome de Procusto.
El mítico Procusto (el estirador) era un posadero “hospitalario” que luego de la “bondadosa” cena les obligaba a reposar en una cama para “descansar” el que tenía una estatura mayor les aserraban los pies y si era de una medida menor que el lecho lo “estiraba” con un sistema de poleas. La cama variaba inversamente proporcional a la dimensión del que era acostado, para el verdugo ninguna persona daba la talla o sea todos terminaban mutilados o desarticulados. #exploralo.
Esta leyenda de el lecho de Procusto es un aprendizaje fundacional para que evitemos obsesionarnos con querer “ajustar” todo a nuestros estrechos paradigmas y sobre todo para habilitar inteligentemente la formación de equipo con los mejores que nosotros. El rol de procustros deja muchos heridos a su perverso paso.
A los procustos, se los puede encontrar en cualquier lado. Se los puede reconocer por el cuidado con el que eligen entorno para que no les hagan “sombra”. Tienen aberración por el reconocimiento a otros, son amantes del control y ejercen poder con el dinero.
Hoy los procustos de turno, suelen ensañarse con el género femenino y con ridículas aseveraciones como...ella/s no encajan para ese rol.
Una sutileza poderosa, los procustos se disfrazan de generosos defensores de la debilidad y se sienten que hasta hacen un bien desacreditando o llenando de miedo a los más competentes y aparecen disfrazados de paternalistas.
Los procustos no soportan a los científicos y relativizan cualquier técnica que no entienden y/o interpele a su conocimiento de poca fertilidad y de amplia vocación de censura.
Otra forma de identificarlos es observando sus entornos, suelen generar aplaudidores seriales y reidores de chistes lamentables.
Es deseable -aunque no siempre se consigue- que aparezca un Teseo, ese personaje adorable, que invitó a Procusto a medirse en su propia cama, invirtió la dinámica, lo amordazo y lo “ajusto” hasta que pereció, igual como lo hacía con los viajeros.
Voy regresando , apenas llegue al hotel voy a observar- por las dudas- detenidamente al conserje...pero me miraré mejor a mi y al entorno que genero.
¿Qué acciones sugieres para evitar el síndrome de Procusto?

 

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