¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

12°
18 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

No fue el murciélago

Viernes, 21 de mayo de 2021 00:00

Los coronavirus fueron conocidos científicamente a finales del año 1930, y si bien actualmente se sabe que la COVID-19 es un virus particularmente adecuado para atacar a los humanos, es nula o poca la evidencia de que proceda de una evolución natural de un virus derivado de los murciélagos. Es decir, no hay ninguna prueba de que se trate de un virus zoonótico, que ataca a las personas y a los animales.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Los coronavirus fueron conocidos científicamente a finales del año 1930, y si bien actualmente se sabe que la COVID-19 es un virus particularmente adecuado para atacar a los humanos, es nula o poca la evidencia de que proceda de una evolución natural de un virus derivado de los murciélagos. Es decir, no hay ninguna prueba de que se trate de un virus zoonótico, que ataca a las personas y a los animales.

Los virus SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y MERS (Síndrome Respiratorio Medio Oriente), fueron identificados fácilmente como de origen animal o zoonóticos. En el caso del SARS-2, los científicos analizaron e investigaron 80.000 animales, que no demostraron contener este huésped intermedio, conforme lo informado por el New York Times, y las Revistas Science y Nature. La implicancia biológica de estos datos que acaban de ser publicados precisamente por el escritor y periodista británico Nicholas Wade, que se desempeñó en la Sección Science Times, del New York Times entre 1982 - 2012, autor del controvertido libro, "Una herencia problemática: genes, raza, e historia humana".

La COVID-2 SARS tiene una característica inusual. Para infectar una célula, los coronavirus utilizan una proteína, denominada S, la cual se une a la membrana celular a través de un proceso que es activado por enzimas específicas de la célula. La proteína S del nuevo coronavirus difiere de las de sus parientes cercanos, y sugieren que la proteína presenta un sitio, o dominio, que es activado por una enzima de la célula huésped llamada furina. La furina es, para la ciencia, indicio del origen no zoonótico de la COVID-2 SARS.

Wade afirma que las investigaciones del Instituto Virología Wuhan, China, fueron públicas, internacionalmente compartidas y financiadas por fondos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EEUU, dirigido por Fauci, y por el Instituto Nacional de Salud de EEUU, a través de EcoHealth Alliance, presidido por el Dr. Peter Daszak, entre 2014 y 2017. Sin embargo, Wuhan no contó nunca con nivel de seguridad (Biosafety Level / BSL) es decir, las condiciones bajo las cuales los agentes biológicos pueden comúnmente manipularse de forma segura. Cuenta únicamente con las del nivel BSL 2 , equivalentes a un consultorio odontológico estándar.

Allí aparece el origen de la contaminación de los investigadores chinos de Wuhan, luego expandida en pandemia en el planeta, y ocultada por China y la OMS, con las consecuencias trágicas y destructivas que hoy padece la humanidad.

Los virus más cercanos al SARS COVID-2 se verificaron albergados en las cuevas de Yunnan, a 1.500 Km de Wuhan, en el sur de China, territorio donde no estalló ninguna pandemia. Continúa Wade revelando que los virus que saltan a nuevos huéspedes generalmente necesitan muchas mutaciones para perfeccionar su adaptación a la nueva especie objetivo.

El SARS-2 en cambio se adaptó enseguida casi perfectamente a las células humanas.

Wade se pregunta si, conociéndose estos datos biológicos tan definidos, si no será que los virólogos internacionales ante tan dramática y gravísima realidad, se habrían llamado a silencio por el temor a perder financiaciones destinadas a sus investigaciones científicas. Así, en consecuencia, estar incursos en lo que se conoce como "omerta", es decir, ley del silencio. Con esa conducta habrían facilitado en el mundo la versión zoonótica SARS-CoV2 / COVID 19; contrario sensu de un virus creado en laboratorio para ataque directo al ser humano.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD