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Fallecimiento de la Hna. María Silvia Fiorentino, una misionera salteña

Sabado, 29 de mayo de 2021 15:11

Por María Jimena Rodríguez

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Por María Jimena Rodríguez

María Silvia Fiorentino fue Esclava del Corazón de Jesús. En el año 2011 publicó “Africa Nuestra”, un libro en donde se compiló una serie de cartas que ella misma fue escribiendo como experiencia de lo que vivió en la Misión Sagrado Corazón en Benin, Africa.

Este libro no fue pensado como tal sino que fue un rejunte de varios acontecimientos que cambiaron para siempre el curso de su vida: “Por pura necesidad de compartir, de contar, de llegar desde tan lejos a los que estaban cerca de la misión”, aclara desde un comienzo.

María Silvia fue una de las impulsoras de llegar a suelo Africano. Esta misión se funda en mayo de 1997, cuando arriban a Parakou una ciudad de unos 150 mil habitantes. La promoción de la mujer, la primera evangelización y catequesis serían los pilares de la labor en Africa.

¿Pero qué la llevó hasta suelos tan lejanos? En una de sus cartas cuenta sobre sus líderes de su infancia, Jesús, Ghandi, Martín Luther King y Mandela. “Me metí en muchos líos – cuenta – siempre tenía una causa perdida entre mis manos, estaba alterada por alguna injusticia que salvar, me podían los sufrimientos de los demás, empecé a darme cuenta de que los políticos mentían y que no me llenaban las cosas que se podían comprar”

En sus años de juventud se decide por ingresar a una congregación religiosa que muchos piensas que es reducir horizontes pero María Silvia no lo veía así “quería libertad y por eso me hice Esclava”.

María Silvia no era monja de escritorio, ni quería ser monja a medias entonces reflotó un sueño de la infancia, su sueño de exploradora: Africa que luego se tiñó de entrega de saltar fronteras y de abrir nuevos caminos para la Iglesia y el mundo:

“Conocer y compartir con personas de culturas diferentes a la mía me hace crecer como ser humano, me ayuda a descubri valores y posibilidades en todos, me demuestra que Dios está presente en todo y en todos de una forma oculta, silenciosa y permanente, ques es posible pensar y ser distitntos y sin embargo tener muchas cosas en común”.

María Silvia Fiorentino, una Hermana con mayúsculas, un verdadero tesoro que nos dio esta tierra salteña. Una mujer que supo dar testimonio de levar la vocación de ayudar a su maxima expresión. Que Dios nos de muchas más María Silvias que sepan ver “que se puede pensar diferente y tener cosas en común”.

 

 

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