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Objetos de decoración que también son funcionales

Carolina Marozzi cuenta los secretos de una afición que comenzó como arte terapia y que se transformó en su medio de vida. 
Domingo, 30 de mayo de 2021 20:15

Los objetos decorativos, dos veces más bellos cuando son funcionales. Carolina Marozzi realiza restauración de muebles, confecciona muebles a medida y personalizados, hace relojes y espejos en puntillismo más otras artesanías como figuras en yeso. Inició su Tienda Espejitos de Colores después de pasar por un giro total en su vida. De trabajar como secretaria en la empresa familiar decidió dar “el salto al vacío” de la cuenta propia. En su negocio aplicó técnicas de arte terapia, y desde entonces viene asombrándose con ese fluir milagroso del boca a boca, que recomienda en una cadena infinita cuando el producto es bueno. 
“Hace un año y medio me di cuenta de que mis hijos crecían y yo no compartía tiempo con ellos. Que volvía de la oficina cansada y tenía que limpiar mi casa. Durante la cuarentena me propuse un cambio radical. Compré espejos y me pasaba los días haciendo puntillismo. Se me sanaron la mente y el espíritu y pude ver en medio de la crisis una oportunidad”, relató. A través de las redes sociales comenzó a ofrecer sus productos. Particularmente halló clientas entre las usuarias del grupo Género Trueque. Colectiva Feminista. “Ellas compraron mis objetos y me dieron un empujón hacia adelante. Renuncié a mi trabajo donde hacía planillas en Excel, atendía el teléfono y mandaba emails y hoy por hoy siento que tengo una vida hermosa”, destacó. Añadió que de niña era fanática del canal Utilísima y que su madre siempre la proveyó de los elementos necesarios a su hija, que mantuvo una incuestionable inclinación por el arte. De hecho, el maquillaje artístico y la animación de fiestas infantiles son otras faces suyas. A los 16 años Carolina se recuerda dibujando “mujeres árbol” que con sus extremidades inferiores se enraizaban en la tierra y con los miembros superiores alcanzaban el cielo. Se dejaba influenciar entonces por el movimiento prerrafaelista, nacido en Inglaterra de 1848 y representado por pintores que rechazaban el academicismo imperante en la época. Después Carolina se fue a vivir en Buenos Aires, donde conoció el importante circuito de museos y en su regreso a Salta nunca perdió la necesidad de encontrar un estilo mediante el cual expresarse.

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Los objetos decorativos, dos veces más bellos cuando son funcionales. Carolina Marozzi realiza restauración de muebles, confecciona muebles a medida y personalizados, hace relojes y espejos en puntillismo más otras artesanías como figuras en yeso. Inició su Tienda Espejitos de Colores después de pasar por un giro total en su vida. De trabajar como secretaria en la empresa familiar decidió dar “el salto al vacío” de la cuenta propia. En su negocio aplicó técnicas de arte terapia, y desde entonces viene asombrándose con ese fluir milagroso del boca a boca, que recomienda en una cadena infinita cuando el producto es bueno. 
“Hace un año y medio me di cuenta de que mis hijos crecían y yo no compartía tiempo con ellos. Que volvía de la oficina cansada y tenía que limpiar mi casa. Durante la cuarentena me propuse un cambio radical. Compré espejos y me pasaba los días haciendo puntillismo. Se me sanaron la mente y el espíritu y pude ver en medio de la crisis una oportunidad”, relató. A través de las redes sociales comenzó a ofrecer sus productos. Particularmente halló clientas entre las usuarias del grupo Género Trueque. Colectiva Feminista. “Ellas compraron mis objetos y me dieron un empujón hacia adelante. Renuncié a mi trabajo donde hacía planillas en Excel, atendía el teléfono y mandaba emails y hoy por hoy siento que tengo una vida hermosa”, destacó. Añadió que de niña era fanática del canal Utilísima y que su madre siempre la proveyó de los elementos necesarios a su hija, que mantuvo una incuestionable inclinación por el arte. De hecho, el maquillaje artístico y la animación de fiestas infantiles son otras faces suyas. A los 16 años Carolina se recuerda dibujando “mujeres árbol” que con sus extremidades inferiores se enraizaban en la tierra y con los miembros superiores alcanzaban el cielo. Se dejaba influenciar entonces por el movimiento prerrafaelista, nacido en Inglaterra de 1848 y representado por pintores que rechazaban el academicismo imperante en la época. Después Carolina se fue a vivir en Buenos Aires, donde conoció el importante circuito de museos y en su regreso a Salta nunca perdió la necesidad de encontrar un estilo mediante el cual expresarse.

Carolina Marozzi, retratada por Pablo Yapura en pleno proceso de pintado de un mueble. 

Para El Tribuno seleccionó tres productos: los espejos en puntillismo con diseños de mandalas y los muebles y mantas nórdicas. Sobre el puntillismo señaló que es una técnica sencilla. Se van completando los mandalas -en torno de espejos o relojes-, dejándose llevar por los colores y las combinaciones de las pinturas al óleo, por los grosores de los punzones, las alternancias de tamaños y tonalidades, y también por el realce dado con incrustaciones de espejitos. “Nunca se sabe hacia dónde te lleva el trabajo o en cuánto tiempo lo completarás, porque depende del estado de ánimo de quien lo hace”, destacó. El estilo nórdico se ha instalado desde 2015. De líneas suaves, rectas y sencillas y colores en gamas de crudos, grises y nude, es tan versátil que admite combinaciones con elementos vintage, rústicos, industriales, clásicos y minimalistas. En el caso de los muebles que confecciona Carolina -organizadores para frutas o para guardar bijouterie y ropa, y mesas de luz- tienen una base de decoupage. Ella emplea imágenes de papel recortadas que son fijadas a la superficie que se quiera decorar con un barniz. El proceso parece sencillo, pero conlleva un gran autodominio para que el resultado sea muy similar al que se logra habiendo hecho la imagen con pintura y pincel. Esta dedicación también la aplica en la restauración, a la que define como “algo que me llena de amor, porque la gente me entrega sus afectos, sus recuerdos, para que les dé una vida nueva”. 
Por último la manta nórdica se hace con lana merino de 27 micras a la que se la teje con las manos. No tiene ningún agregado, salvo que tengan pigmentos artificiales para darle colores que no existen en la naturaleza. “El tejer con las manos tiene una magia extra. Te queda una sensación en los dedos como que lo estuviste tocando y el olor característico de la lana”, define ella, que finaliza hablando con el corazón: “Que la bolsita de mi emprendimiento forme parte de una sorpresa de cumpleaños o la pongan debajo de un arbolito de Navidad con la fantasía de que la trajo Papá Noel, o el pensar que las personas se van a reflejar durante toda su vida en un espejo mandala es muy gratificante para mí”. 

 

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