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"La virgen me salvó de la COVID-19 y ahora quiero ayudar en Cerrillos"

Liliana Silvera es jubilada y comenzó a vender menús en su casa para poder armar un comedor solidario para la gente que no tiene qué comer en Cerrillos. Una historia de fe.
Miércoles, 05 de mayo de 2021 14:06
Fotografías Pablo Yapura.

"Yo me consagré a la Virgen del Rosario de San Nicolás. Ella me salvó de la COVID-19 y ahora comencé una venta de comida en mi casa para ver la posibilidad de armar un comedor comunitario para niños y madres que no tiene para comer en Cerrillos", dijo Liliana Silvera. 

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"Yo me consagré a la Virgen del Rosario de San Nicolás. Ella me salvó de la COVID-19 y ahora comencé una venta de comida en mi casa para ver la posibilidad de armar un comedor comunitario para niños y madres que no tiene para comer en Cerrillos", dijo Liliana Silvera. 

La historia de la "Abuela Lili" no puede ser contada como si fuera la de una de las tantas personas que superaron la gripe del coronavirus. Su relato conmociona a cualquiera. No se puede entender si el lector no se remonta a su trabajo durante muchos años con la problemática de infancia, siempre desde el Estado. Terminó su carrera de servicio público en lo que fue el Ministerio de Primera Infancia como jefa del Centro de La Merced. "Yo terminé mi carrera laboral con 40 personas a cargo. La coordinación y el manejo de la gente para trabajar por la niñez es muy duro, es cansador y es por eso que yo me jubilé y me propuse descansar, tener al menos 10 años sabáticos", dijo Lili preparando con mucha alegría una carbonada especial de trigo para vender en un día de ideal por las bajas temperaturas que llegaron al Valle de Lerma.

Ella tiene 60 años y se jubiló a fines del 2020. Entre cuarentena siempre estuvo el pensamiento de toda esa gente que asistía y que, por su experiencia, sabían que estaban peor con el parate de la economía.

"El mes pasado me contagié del coronavirus y la pasé muy mal y muy triste. Es muy doloroso, no podía dormir y me dolía todo el cuerpo. Sin embargo pude salir gracias a la Virgen de San Nicolás y de la doctora Pérez del hospital Santa Teresita. Ya fui consagrada y recibí su medalla y el escapulario y por eso tengo que ir hasta la ciudad de Rosario a agradecer. Pero también, como consagrada a la virgen, voy a comenzar a armar un comedor comunitario para los niños y sus mamás que no tienen para comer en mi pueblo", dijo la mujer.

Hace dos semanas que salió de la enfermedad y siente que tiene poco tiempo para tantas cosas para hacer. Entonces armó un emprendimiento de venta de comida para entregar en su propia casa. Su familia la acompaña. Su esposo Hugo también estuvo enfermo y él la pasó peor y llegó a estar internado varios días con vómitos y dolores.

"Yo vendo menús de la misma comida que cocino para mi familia. Comencé el 1 de mayo haciendo locro y me fue bien. Vendí 22 platos y estaba muy feliz. Quiero comenzar a vender de martes a sábado y con lo que gane comenzar a armar el comedor", dijo la mujer.

Vende la misma comida que come su familia. Eso es muy bueno porque tiene una familia grande con 4 hijos, con 5 nietos, 2 bisnietos más un ángel guardian de la casa.

Entonces la cocina de su casa de Villa Los Tarcos se convierte en un hormiguero pateado, muy bien ordenado, en donde casi todos tienen una tarea asignada. La voz de mando la tiene la Abuela Lili.

"Yo tengo que admitir que parte de lo que se gane se la va a destinar a mantener a mi familia. Las jubilaciones no son buenas y tengo que destinar 10 mil pesos mensuales a medicamentos", aclaró.

  • Por ahora, los menús cuestan 250 pesos con plato principal, sopa, postre y pan integral de Gabriela Chaile que tiene la "Panificación Saludable".

  • El comedor "La Abu Lili" está ubicado en avenida Velarde 185, Villa Los Tarcos, Cerrillos, y atiende de martes a sábado. Hay que llamar a los números 0387 4595608 / 0387 5510381.

Bondiolas de cerdo con verduras grilladas, fideos caseros con salsa, hoy carbonada de trigo , mañana quizás polenta con salsa roja y mucho queso, Van cocinando en el día a día y en eso también se compran los condimentos. Vende y vende y, entre broma y broma, va pasando la hora. Ella comienza su jornada a las 8 y recién pasadas las 14 se calma.

Su hija Melina atiende el teléfono, anota los pedidos, envuelve las bandejas, Hugo junior habla y habla y no hace nada, y su nieta Victoria, con sólo 11 años es la encargada de darle el toque final a los platos y anotar los pagos y los vueltos. Marcelo, que es el "ángel de la guarda" de los changos, que es un hermanos más, es el encargado de hacer el reparto. Con su esposo Hugo hacen las compras.

"Lo que yo quiero tener no es un comedor como hay en todos lados. Quiero armar un equipo para un abordaje integral de la niñez y de la violencia de género y familiar. No es sólo dar de comer y listo. Quiero aplicar toda mi experiencia y es por eso que andamos buscando equipo", dijo contenta.

Está todo dicho, el desafío asumido y para aquellas almas solidarias del Valle de Lerma se debe decir que se puede ayudar comprando menús, llamando para aportar implementos para el comedor que aún no funciona o consultándole detalles sobre la formación del grupo para el trabajo integral.

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