Tras un año muy difícil para todos aquellos comercios y oficios que fueron declarados no esenciales, hubo una lenta recuperación a finales del 2020 que se acentuó durante los primeros meses del 2021.
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Tras un año muy difícil para todos aquellos comercios y oficios que fueron declarados no esenciales, hubo una lenta recuperación a finales del 2020 que se acentuó durante los primeros meses del 2021.
Sin embargo, y superando todas las previsiones, una segunda ola llegó mucho antes de lo esperado, obligando a las autoridades nacionales, provinciales y municipales a implementar restricciones con la finalidad de disminuir la circulación de personas, en un intento por evitar un crecimiento exponencial en el número de contagios.
Las medidas, al igual que el año pasado, van de menor a mayor, comenzando con las restricciones horarias. Si esto no es suficiente darán inicio al cierre de los negocios, comenzando con los no esenciales. Esta posibilidad de tener que bajar nuevamente las persianas mantiene en vilo a un sector comercial que será el primero en cerrar cuando la segunda ola se acerque a su pico.
Entre estas actividades más golpeadas, Valeria Villaflor (34) ejerce una de ellas, que la llevó a redoblar esfuerzo e ingenio para transformarse en una resiliente de los efectos de la primera pandemia.
Valeria estudió y se recibió como diseñadora de interiores, con una capacidad innata para transformar un espacio común a uno sumamente agradable para disfrutar de una celebración de tipo social; se dedicó a la ornamentación y decoración de eventos sociales.
En poco tiempo se ganó un espacio entre los más requeridos para decorar casamientos, bautismos o cumpleaños. Esta actividad se transformó en una empresa familiar que involucró a su marido y a tres empleados que trabajaron junto a ella.
La pandemia del 2020 prohibió todo tipo de reunión y fiesta familiar, nada se podía hacer y eso la dejó prácticamente en una condición de desocupación. Esperó como muchos que todo terminara en un mes, pero la cuarentena se hizo eterna. "Nos iba muy bien, teníamos mucho trabajo durante todas las semanas. Eso nos llevó a invertir en la compra de más y más elementos decorativos".
"Cuando se paró todo yo estaba con deudas por las compras que hice, además tenía muchos eventos señados con hasta tres meses de anticipación, tuve que devolver las señas y hacer frente a las deudas sin poder trabajar, fue muy duro para nosotros", recordó Valeria.
Algo que había aprendido en sus años de estudio fue a realizar cuadros y otros elementos decorativos usando elementos reciclados, por lo tanto cambió su rubro al de artesana. "Comencé a pintar cuadros y los vendía por internet, los cuadros gustaban mucho porque eran una novedad, tenían vidrios y luces".
"Pronto me empezaron a pedir que hiciera pequeños artículos decorativos para las casas, los hice y me transformé en una artesana, con esas ventas pudimos subsistir y afrontar varias deudas que no nos dejaban dormir", dijo.
El ingenio y la reinvención
Con mucho tiempo para pensar, llegaron nuevas ideas. “Las familias no se podían reunir, pero había eventos que consideraban muy importantes y no querían pasar por alto, por lo que inventé el Mini Deco Delivery, que eran pequeñas decoraciones para que celebren los convivientes. Yo les enviaba por delivery el material con un video instructivo y ellos armaban la escenografía, por suerte funcionó muy bien”.
Cuando las actividades no esenciales reabrieron pudieron regresar a las decoraciones y ornamentaciones de eventos, sin embargo el temor de que todo vuelva a cerrarse les genera un gran estrés. “Confiamos en que no volveremos a cero, en que las reuniones sociales podrán continuar, con tiempo acotado y menos personas, pero nos permitiría continuar”, dijo.