¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

26°
28 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Los tiempos de Güemes interpelan a nuestro racismo

La comunidad política imaginada por el héroe gaucho integró a las poblaciones indígenas explícitamente y sin eufemismos.
Jueves, 17 de junio de 2021 00:00
Libro de Hacienda de 1811, en el cual aún figuran el tributo indígena y el término "Real".

María Fernanda Justiniano, Doctora en Historia

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

María Fernanda Justiniano, Doctora en Historia

La semana que pasó una gran parte del país y del mundo se conmocionó cuando el presidente Alberto Fernández se declaró europeísta y descendiente de los barcos ante su par español, Pedro Sánchez. En paralelo, con casi nada de impacto mediático, pero con gran dolor, nos anoticiamos del fallecimiento por COVID-19 de Francisco Pérez, cacique que jugó un rol preponderante en la reivindicación de los derechos de los pueblos originarios y en la creación de la Asociación de Comunidades Indígenas Lhaka Honhat. Pérez fue el principal referente de la lucha por la que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado argentino a entregar 400 mil hectáreas en título único a las comunidades de las etnias wichi, toba, chorote, tapiete y chulupí, que viven en el extremo noreste de la provincia de Salta.

Estos 200 años de la conmemoración de la muerte de Martín Miguel de Güemes nos encuentran sumidos en una gran grieta social, cultural y ambiental. Aunque todavía la Argentina integra el grupo de los países con alto desarrollo humano en los informes de las Naciones Unidas, el área metropolitana de Salta es, según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el segundo conglomerado urbano del país con mayor porcentaje de personas pobres, detrás de la ciudad entrerriana de Concordia. El 45,5% de la población de la ciudad de Salta no puede satisfacer las necesidades proteicas básicas para alimentarse.

La tragedia se profundiza en el interior, donde el índice se eleva al 62%, e informes periodísticos advierten que la muerte está a solo un paso, para las comunidades aborígenes de los departamentos del este provincial. El hambre, la sed y la falta de atención médica son las amenazas cotidianas de una niñez cuyo mundo es solo la comunidad en donde viven.

Libro de 1817, donde ya no se recauda el tribuno y el término "Estado" reemplaza al de "Real".

A 200 años de la muerte de Güemes somos responsables, y hay quienes tienen más responsabilidad de haber construido un país y una provincia desigual, racista y sin posibilidades de futuro para la mayoría de la población. ¿Era este el país y la sociedad imaginados por Güemes y la sociedad de su tiempo?

La respuesta es un no contundente. Un no que se expresó en los campos de batalla, en las acciones de gobierno y en los documentos oficiales que se escribieron. La comunidad política imaginada integró a las poblaciones indígenas explícitamente y sin eufemismos. Pocas veces se destaca que durante el gobierno de Martín Miguel de Güemes, y por los influjos de la Asamblea del Año XIII, tuvo lugar una decisión relevante en materia de ciudadanía e igualdad fiscal en estas tierras. El gravamen del tributo indígena dejó de recaudarse en 1816. Los varones indígenas de entre 18 y 50 años, al igual que los mulatos y negros libres, dejaron de tributar por el solo hecho de no ser blancos. Este impulso igualitario y de reconocimiento de las comunidades originarias se expresó como una muestra de valor público del Estado naciente cuando el Acta de Independencia de las Provincias Unidas de Sud América resultante del Congreso de Tucumán se redactó en español, en quechua y en aymará.

La Iglesia dio respuestas a estas decisiones políticas. En 1813 en la Catedral se abrió un libro para registrar los bautismos de aquellas personas que la sociedad de la época clasificó como "naturales o indios" y "negros". En la parte izquierda del asiento bautismal se dejaba clara constancia del origen étnico de la feligresía que se incorporaba a la fe católica.

La fecha elegida para registrar el primer bautismo fue el 9 de julio de 1813, ese día -para nada casual- el cura rector interino, José Manuel Salguero, bautizó a una niña de un día de vida y escribió en el libro: "exorcicé, puse oleos y crisma y bauticé solemnemente a una niña india nativa el nueve de julio de mil ochocientos trece, a quien puse por nombre María Eusebia, natural india libre de este curato". El segundo asiento se correspondió con el bautismo del primer niño afrodescendiente, quien en el margen izquierdo del libro bautismal aparece identificado junto a su nombre con el calificativo "Liberto".

El 12 de julio de 1813, el cura escribió: “... exorcicé, puse óleos y crisma y bauticé a un niño de un día nacido el 11 de julio de mil ochocientos trece, a quien puse el nombre de Juan Gualverto, hijo natural de María Josefa esclaba de Don Francisco Romero (sic)”.
Un repaso de este libro y una reconstrucción de nuestras genealogías con las herramientas que ofrece internet nos bastarían para confirmar que muchos de quienes nacimos en esta tierra venimos de ella, de ella y de los barcos.
El libro bautismal abierto en 1813 también registra a los “morenos”. 

En 1819 se sancionó la Constitución de las Provincias Unidas en Sud-América, cuyo texto fue publicado ese año por la Imprenta de la Independencia. En su redacción intervinieron diputados que representaron a las diferentes ciudades y sus respectivas jurisdicciones de campaña. La entidad política a la que dio origen el propio texto constitucional nunca se concretó y era muy diferente a la actual Argentina. 

El primer registro bautismal de una niña india libre y de un niño afrodescendiente liberto en Salta.

El 24 de mayo de 1819 el gobernador Güemes reunió a la tropa, a los ciudadanos, corporaciones y vecindario para jurar y manifestar su “obediencia y defensa a la Constitución y la Santa Religión del Estado”. Tras ese acto asistieron al tedéum y luego enarbolaron en la propia catedral el Pendón Nacional. La Constitución que el día después fue jurada por el gobernador Martín Miguel de Güemes y el Cabildo de Salta estableció la igualdad en dignidad y derechos de los indios con los demás ciudadanos. En el capítulo II, que establecía los derechos de la ciudadanía, la Carta Magna expresaba: 
“Artículo CX. Los hombres son de tal manera iguales ante la ley, que esta, bien sea penal, preceptiva o tuitiva, debe ser una misma para todos y favorecer igualmente al poderoso que al miserable para la conservación de sus derechos.
Artículo CXXVIII. Siendo los indios iguales en dignidad y en derechos a los demás ciudadanos, gozarán de las mismas preeminencias y serán regidos por las mismas leyes. Queda extinguida toda tasa o servicio personal bajo cualquier pretexto o denominación que sea. El Cuerpo Legislativo promoverá eficazmente el bien de los naturales por medio de leyes que mejoren su condición hasta ponerlos al nivel de las demas clases del Estado.
Artículo CXXIX. Queda tambien constitucionalmente abolido el tráfico de esclavos, y prohibido para siempre su introducción en el territorio del Estado”.
Aquel connato de Estado independiente que fueron las Provincias Unidas en Sud-América llegó a su fin al mismo tiempo que la vida del héroe gaucho. El año de 1821 se convirtió en una bisagra y deberían pasar otras seis décadas para ver consolidada a la República Argentina.
A 200 años de la muerte de Güemes las poblaciones originarias y miles de familias empobrecidas aguardan igualdad y dignidad. Está visto que esto no se logra con políticas focalizadas y de aislamiento, como tampoco con una asimilación forzada. Se trata de valorar y promover las culturas de los pueblos e integrarlas a la identidad nacional de la que son parte. También en esto deberíamos seguir el rumbo que marcaron Güemes y su tiempo.
 

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD