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Macacha, patriota por peso propio

La hermana del héroe gaucho adhirió tempranamente a la causa revolucionaria.
Viernes, 18 de junio de 2021 15:34

María Irene Romero 
Presidenta de la Academia Güemesiana de Salta

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María Irene Romero 
Presidenta de la Academia Güemesiana de Salta

María Magdalena Dámasa nació en Salta el 11 de diciembre de 1787, hija de doña María Magdalena Goyechea y de la Corte y de don Gabriel de Güemes Montero, Tesorero de la Real Hacienda. Fue la cuarta hija del matrimonio.
Poseyó la educación de las mujeres de su clase, doméstica y religiosa. El general José María Paz, en sus Memorias Póstumas, se refiere a Macacha como: “mujer ambiciosa, intrigante y animosa, al paso que dotada de garbo y hermosura”.

Bernardo Frías expresa que era una dama distinguida, de gran mérito, un modelo de perfección aristocrática en su sexo. En el salón en que se hallara presente, se escuchaba su voz alta y sonora, su risa alegre, su conversación franca y graciosa.

Macacha pudo sobresalir en un medio rico en mujeres de relucientes personalidades. Su carácter franco, sus modos amables, hacían dulce y placentera su compañía.

El 24 de octubre de 1803, con solo 16 años fue desposada con don Román Tejada, perteneciente a una antigua y acaudalada familia de Salta.

La Revolución de Mayo fue el acicate para que se despertara en ella el fervor por la causa patriota. Esto la llevó a convertir su casa en taller de confección de uniformes para los soldados de la Partida de Observación organizada por su hermano. A partir de entonces, Macacha fue su más entusiasta colaboradora en beneficio de la emancipación. 

“Cuando su hermano llegó al gobierno, era ya esta joven señora una verdadera celebridad en el mundo político en el espacio en el que le tocó actuar, porque las bellas cualidades con que quiso el destino adornarla la constituyeron en un personaje de la mayor espectabilidad y cuenta”, relata Frías.

Tuvo la misma amable bondad para la gente del pueblo y también para la de rango. Mujer de gran corazón, llenaba de clemencia el gobierno difícil de su hermano en los momentos de mayor furor de las pasiones políticas, y salvaría a más de un adversario que iría a buscar refugio en su casa.

Cultivó muy buenas relaciones con los miembros de la clase distinguida. Con hábil diplomacia estas relaciones no se destruyeron a pesar de las más tirantes desavenencias políticas a que dio lugar el gobierno de su hermano.

Cuando Rondeau movilizó su ejército hacia Salta declarando a Güemes reo de Estado, el Cabildo jujeño lo desconocía. El 16 de marzo de 1816, llegaba Rondeau con el ejército a la ciudad de Salta, y la encontró sin habitantes y sin alimentos. El militar porteño decidió alojar a su tropa en San Miguel de Los Cerrillos, una enorme finca del suegro de Macacha, don Manuel Antonio Tejada. En esta propiedad cultivaba olivares, viñedos y diversas frutas y hortalizas. Las viñas dieron uvas, tan ricas y abundantes, que corriendo los años todo el Ejército de la Patria, al mando de José Rondeau habría de alimentarse por tres días en 1816, al fin de los cuales, agotadas las uvas de Tejada, tuvieron que acordar el Pacto de Los Cerrillos el 22 de marzo de 1816.

Bernardo Frías recoge en su monumental obra “Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina” que, para acercar a Rondeau y a Güemes, fue su hermana quien intervino eficazmente por su talento político y habilidad diplomática.

En la política de aquel tiempo, Macacha constituyó un elemento de gobierno, fue la moderación y el consejo benéfico y saludable. Era ya entonces, y lo sería después, el verdadero ministro de su hermano. Güemes no tenía secretos para ella. El gobernador no realizaba ningún acto difícil sin su mediación, opinión y parecer.

Magdalena Güemes de Tejada intervenía personalmente en actos públicos, también en las acciones de guerra, montando a caballo, recorriendo las filas y arengando a las tropas.

Macacha fue siempre la más querida de la familia, la primera entre sus hermanos, la persona de su mayor confianza, descripta como: “el corazón donde derrama todas sus dudas, donde hallaba luz su espíritu en los momentos de la turbación; donde encontraba consuelo, donde se desarmaban sus enojos, dando en ella con el regulador sincero y saludable en las exasperaciones de la contrariedad que fue, en el agitado período de su vida pública, tan penetrante e intensa. Mujer de mérito sobresaliente en cualquiera de las fases de su vida, apareció como una luz al lado del gobierno más difícil que debía regir los destinos de un pueblo, en los momentos trascendentales y más críticos por los cuales la revolución atravesaría, y como colocada por la mano de Dios en aquel punto de la tierra para servir con honor en la causa de los destinos de América”.

Tras la muerte de Güemes, Magdalena continuó participando en los acontecimientos políticos de su provincia, con la audacia que la caracterizaba. Intervino en la denominada “Revolución de las Mujeres” que, con el apoyo militar de Pablo Latorre, derrocaron al gobernador Fernández Cornejo y pusieron como sucesor al general doctor José Ignacio de Gorriti, un amigo fiel del difunto Güemes.

Macacha fue muy querida por el pueblo debido a su generosidad. Fue conocida como “la madre del pobrerío”. Su esposo, Román Tejada falleció el 3 de noviembre de 1862, y cuatro años más tarde, Macacha mo    ría un 9 de junio de 1866 .
 

 

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