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No hay obstáculos para los perros que probaron la libertad

Durante la escapada, el perro se dedica principalmente a husmear los olores y a marcar su paso con algunas gotas de orina. Ello le provoca gran placer.
Viernes, 18 de junio de 2021 15:37

El perro, que es un animal doméstico, es ante todo un mamífero social cuya vida es indisociable de la estructura del grupo. Según el lugar que se le reserve, podrá comportarse como un macho adolescente dentro de la manada e intentar integrarse en otros grupos y hasta en otras familias que le den un lugar más relevante en la jerarquía.

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El perro, que es un animal doméstico, es ante todo un mamífero social cuya vida es indisociable de la estructura del grupo. Según el lugar que se le reserve, podrá comportarse como un macho adolescente dentro de la manada e intentar integrarse en otros grupos y hasta en otras familias que le den un lugar más relevante en la jerarquía.

Si bien el vagabundeo de algunos perros en el campo nunca ha planteado problemas, no ocurre lo mismo en el medio urbano donde la fuga de un animal supone algunos riesgos. En efecto, la propagación de la epizootia rábica hace extremadamente peligroso el vagabundeo de cualquier animal no vacunado tanto para el mismo como para el entorno. Por otra parte, existe el peligro de un accidente de circulación que pueda matar al perro y herir gravemente a los humanos.

¿Por qué la fuga?

En los machos, la principal causa de fuga es la búsqueda de una perra en periodo de estro, y en las hembras, el deseo de encontrar pretendientes.

Los jóvenes perros, frenados por el miedo y la inexperiencia, apenas se fugan. En cambio, algunos perros, sobretodo machos adultos, que ya se hayan escapado por las razones dichas, aprovecharán cualquier ocasión solo por ganas de estar afuera. La primera escapada nunca será la última, pues parece que con ella el perro le habrá tomado gusto a la libertad. Durante la fuga, el perro suele mostrarse tranquilo y poco agresivo. Evita al hombre pero busca la compañía de otros perros. Si el fugitivo se encuentra frente a un perro prisionero el contacto puede resultar violento, pero si el congénere encontrado está en libertad se muestra mucho más tranquilo. Durante la escapada, el perro se dedica principalmente a husmear los olores y a marcar su paso con algunas gotas de orina. Ello le provoca un placer que basta para explicar la fuga, que, desde ese punto de vista, se presenta como una actividad sana, normal, indicada para liberar muchas tensiones.

Apenas hay obstáculos capaces de detener al perro que haya probado la libertad. Durante la fuga, el animal no suele mostrarse agresivo, y evita al hombre pero busca la compañía de los demás perros.

La correa, que se utiliza corrientemente, solo evita la fuga si el perro está acostumbrado a él desde muy pequeño. El ejercicio también disminuye las ganas de “largarse por ahí”.

El rango social

Los machos dominados no se vinculan al grupo. Además, su rango social le prohibe todo comportamiento sexual delante de sus dueños. Es lógico, pues, que tales perros intenten “probar suerte” en otra parte y, eventualmente, formar grupo con otros fugados.

Para prevenir las fugas existen varios medios: la contención, la educación, la compensación por el ejercicio físico, los tratamientos comportamentales o médicos. Claro que el propietario pensará en primer lugar en la contención, pero tal medio solo será eficaz si el animal está acostumbrado desde pequeño. La contención a posteriori de un perro adulto es completamente ineficaz.

La educación es indispensable. El perro acostumbrado a responder a la voz desde los tres meses de edad puede ser contenido por ese medio en los paseos. Al principio y en caso de dificultad, la correa larga permite evitar la fuga. Pero un perro bien educado no se puede aprovechar del paseo para intentar escaparse. Del mismo modo, el perro la que se le haga hacer regularmente mucho ejercicio físico no es propenso a fugarse.

El tratamiento de la fuga consiste en crear un vínculo que ligue el perro al grupo familiar sin caer en el peligro de darle al animal un rango demasiado elevado que haría que entrara en conflicto con sus dueños. Por ello se asocia el perro a ciertas actividades del conjunto de miembros de la familia (juegos, paseos, mimos). Es cierto que la comunicación entre el hombre y el perro debe desarrollarse, se sabe que los rituales (posturas de significación predeterminada) traducen el vínculo que liga a los diferentes miembros de un grupo social. Los medios médicos y quirúrgicos resultan decepcionantes.

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