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¿Podés dejar de gritar?

Columna de Bernardo Stamateas
Sabado, 19 de junio de 2021 15:24

Muchas personas acostumbran gritar. El grito es una respuesta emocional cargada de agresividad. Nace de una sensación de impotencia frente a un estímulo determinado. Existen distintas variables del grito. Por ejemplo, en la relación de pareja donde uno le grita al otro: “Andá a hacer lo que te digo!” El otro se somete, pero esa dinámica nunca termina porque el reclamo y la demanda son cada vez mayores.
En realidad, el problema no es la tarea, sino el vínculo. Es decir, lo que subyace. En el fondo, es un reclamo del vínculo que dice “ame atención” En algunos casos, ambos miembros de la pareja se gritan mutuamente y entran en escaladas simétricas. Lo que ocurre allí es que están luchando por el poder. El grito significa: “o te escucho, quiero que me escuches vos”
Después está el grito con los hijos. Los padres les gritan: !Limpiá tu cuarto ya!...¡Andá a hacer la tarea!”. Como el niño no responde frente a este pedido, la mamá y/o el papá dan un grito.
El chico ahora cumplió, pero lo hizo por temor a la sanción. No lo hizo por el límite, ni por lo que se le dijo previamente. Es decir que ese hijo registró el grito, pero no el mensaje que se le había dado. En este caso, lo que el adulto necesita trabajar no es el grito (que nunca es un límite), sino en el hecho de que el menor registre el límite cuando se le dijo “comodá”, “acé esto o aquello”, etc.

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Muchas personas acostumbran gritar. El grito es una respuesta emocional cargada de agresividad. Nace de una sensación de impotencia frente a un estímulo determinado. Existen distintas variables del grito. Por ejemplo, en la relación de pareja donde uno le grita al otro: “Andá a hacer lo que te digo!” El otro se somete, pero esa dinámica nunca termina porque el reclamo y la demanda son cada vez mayores.
En realidad, el problema no es la tarea, sino el vínculo. Es decir, lo que subyace. En el fondo, es un reclamo del vínculo que dice “ame atención” En algunos casos, ambos miembros de la pareja se gritan mutuamente y entran en escaladas simétricas. Lo que ocurre allí es que están luchando por el poder. El grito significa: “o te escucho, quiero que me escuches vos”
Después está el grito con los hijos. Los padres les gritan: !Limpiá tu cuarto ya!...¡Andá a hacer la tarea!”. Como el niño no responde frente a este pedido, la mamá y/o el papá dan un grito.
El chico ahora cumplió, pero lo hizo por temor a la sanción. No lo hizo por el límite, ni por lo que se le dijo previamente. Es decir que ese hijo registró el grito, pero no el mensaje que se le había dado. En este caso, lo que el adulto necesita trabajar no es el grito (que nunca es un límite), sino en el hecho de que el menor registre el límite cuando se le dijo “comodá”, “acé esto o aquello”, etc.

Inseguras

Las personas que gritan, por lo general, son inseguras y tratan de imponerse de esa manera. Todo aquel que grita, golpea con sus palabras e intimida al otro y está dejando en claro que no posee los recursos interiores necesarios para manejar una situación. Lo mismo ocurre con aquel que deja mensajes negativos, agresivos, intimidantes, en las redes sociales. Suele suceder que esta persona disfrace su inseguridad con violencia. También es alguien con mucha rigidez que dice: “esto es así y se acabó”.
Para que nuestros vínculos sean mucho más saludables, necesitamos pasar del grito a la negociación. La persona que grita por inseguridad con su familia, sus amigos, sus empleados, etc. tiene la lógica de ganar-perder. Hay que pasar a la lógica de ganar-ganar, salir del grito y escoger negociar con el otro. “¿Y si en el trabajo me gritan qué puedo hacer?”, me han consultado. En esa situación, con voz calma y firme, decir simplemente: “Por favor, no me grites”. Si estás charlando con alguien y la persona empieza a gritar, posponé el conflicto sin evitarlo. Decile: “Lo hablamos más tarde”, y salís de allí porque, cuando uno grita, deja de escuchar y se anula su capacidad de razonar.
Si te has reconocido como una persona que tiene el hábito de gritar, lo ideal es que te tomes tiempo para trabajar en tu seguridad interior. ¿Cómo? Parándote en quién sos, sabiendo que sos valioso/a por quien sos y que tenés un potencial ilimitado para lograr todo lo que te propongas. Y también teniendo en claro cuál es tu espacio (tu rol en la vida) sin necesidad de cercarlo.
Alguien seguro no precisa pelear con todo el mundo e imponerse sobre los demás. Sabe quién es, se ama sanamente, se acepta y se respeta. Y hace lo mismo con otros.
Instagram @berstamateas
facebook.com/bernardostamateas.

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