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Un "New Deal" tecnológico

Jueves, 24 de junio de 2021 02:30

El gobierno demócrata de Joe Biden intenta lanzar un nuevo "New Deal", a imagen y semejanza de aquel shock de reformas que en la década del 30 reconfiguró la sociedad norteamericana.

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El gobierno demócrata de Joe Biden intenta lanzar un nuevo "New Deal", a imagen y semejanza de aquel shock de reformas que en la década del 30 reconfiguró la sociedad norteamericana.

La diferencia con la política impulsada por Franklin Delano Roosevelt es que esta vez el objetivo no es reactivar la economía después de la recesión, originada en la crisis mundial de 1929, ni sentar las bases de la versión estadounidense del estado de bienestar, desmantelado en la década del 80 por la administración republicana de Ronald Reagan, sino promover un salto cualitativo en el sistema productivo mediante el desarrollo de las industrias del conocimiento a fin de defender el liderazgo global frente al ascenso de China.

 

La ley de estímulo industrial y tecnológico aprobada por el Senado y que aguarda la sanción de la Cámara de Representantes, bautizada "Innovation and Competition Act of 2021", implica una inversión de US$250.000 millones. Incluye US$52.000 millones para subsidiar la fabricación local de semiconductores, 81.000 millones en fondos para la Fundación Nacional de Ciencias entre 2022 y 2026 (cifra que duplica los presupuestos previos) y 17.000 millones en ese mismo lapso para que el Departamento de Energía invierta en investigación y desarrollo en cadenas de abastecimiento energético en áreas tecnológicas clave.

Chuck Schumer, titular de la bancada demócrata en el Senado, proclamó que "esta legislación bipartidaria será la mayor inversión en investigación científica y tecnológica en generaciones, colocando a Estados Unidos en el camino para liderar al mundo en las industrias del futuro".

Todd Young, un destacado senador republicano de Indiana, señaló que "hoy nuestro liderazgo está siendo desafiado por un régimen capitalista de Estado en Beijing, que amenaza ganar el próximo siglo dominando las tecnologías que le darán forma. Es tiempo que EEUU pase a la ofensiva a través de mayores inversiones en el descubrimiento, creación y manufactura de tecnología crítica para la seguridad nacional y la competencia económi ca".

Schumer sostuvo que el texto aprobado contempla varias iniciativas de legisladores republicanos que propician la intervención del Estado en la economía, como la de John Cornyn, senador por Texas, que había presentado un proyecto de ley llamado "Chips for America" para alentar la producción nacional de semiconductores. Para The New York Times, la nueva legislación se inspira en las mismas premisas del programa "China 2025", que canaliza cuantiosos recursos públicos hacia las tecnologías en las que Beijing busca independizarse de proveedores extranjeros.

Entre las objeciones a la nueva legislación sobresale la posición de The Wall Street Journal, que califica como "un error enfrentar al desafío chino imitando sus políticas". Según el diario, resultan exageradas las aprehensiones por la dependencia estadounidense de fabricantes extranjeros de chips. Reconoce que Estados Unidos sóolo fabrica el 12% de los semiconductores, pero puntualiza que las empresas estadounidenses dominan la etapa del diseño de los chips (52%) y los equipos para fabricarlos (50%).

El matutino, vocero de la ortodoxia económica de Wall Street, siempre temeroso de la expansión del gasto público financiado con el aumento del impuesto a las ganancias sobre las corporaciones, arguye que "si pudieran decidir, las empresas asignarían capital a sus usos más productivos, pero los subsidios gubernamentales desviarán las inversiones allí hacia donde los dirige la política". Puntualiza que la fortaleza estadounidense "siempre ha sido su sistema capitalista competitivo de mercado, fuertes derechos de propiedad intelectual y el atractivo de las ganancias, por supuesto". Concluye que "así fue como EEUU superó el desafío de Japón en los 80 y 90 del siglo pasado".

Silicon Valley al poder

En contraposición, el republicano Young estima que la vieja ortodoxia ideológica de su partido fue superada por la realidad, reflejada en la forma en que China financia a los conglomerados como Huawei, el gigante de las telecomunicaciones que despliega sus redes 5G alrededor del mundo. Su visión revisionista lo lleva a afirmar que "no podemos casarnos con las viejas doctrinas y dogmas. El mundo ha cambiado, nuestra economía ha cambiado. Y las necesidades de nuestro país han cambiado". Detrás de este enfoque neokeynesiano están los intereses de las grandes compañías tecnológicas. Eric Schmidt, uno de los cofundadores de Google, en un artículo en The New York Times titulado "Silicon Valley podría perder frente a China", planteó la necesidad de "asociaciones sin precedentes entre gobierno e industria". Schmidt es titular de la Junta de Innovación para la Defensa, que asesora al Pentágono en el empleo de la inteligencia artificial, y de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial, que asesora al Congreso. Ambos organismos cuentan con la participación de altos ejecutivos de empresas como Amazon, Microsoft, Facebook y Oracle.

En una nota en The Wall Street Journal, Schmidt esbozó la idea de un "New Deal" tecnológico: "Cada estadounidense debería preguntarse dónde queremos que esté la nación cuando termine la pandemia. ¿Cómo podrán las tecnologías emergentes desplegadas en la crisis actual impulsarnos hacia un futuro mejor? Empresas como Amazon saben cómo suministrar y distribuir de manera eficiente.

Tendrán que proporcionar servicios y asesoramiento a los funcionarios del gobierno que carecen de los sistemas informáticos y de la experiencia. También deberíamos acelerar la tendencia hacia el aprendizaje remoto, que se está probando como nunca antes. La necesidad de una experimentación en gran escala también acelerará la revolución biotecnológica. Si queremos construir una economía futura y un sistema educativo basado en teletodo, necesitamos una población totalmente conectada y una infraestructura ultrarrápida”. 
La tesis de Schmidt tiene antecedentes valiosos. Mariana Mazzucato, una economista ítaloestadounidense frecuentemente consultada por el papa Francisco, sostiene que “muchas de las innovaciones más radicales en el sistema capitalista vienen de la mano invisible del Estado, y no tanto de la del mercado”. En su libro “El Estado emprendedor”, ejemplifica: “El algoritmo que está en la base del dispositivo de búsqueda de Google fue financiado por la Fundación Estadounidense para la Ciencia y la Tecnología. 
La financiación inicial de Apple provino de la Small Business Investment Company (Agencia de Inversión para la Pequeña y Mediana Empresa) y la mayoría las patentes farmacéuticas tiene su origen en el trabajo de investigación básica realizado por los laboratorios norteamericanos financiados con inversión pública”. 
La experiencia histórica acredita esa visión de Mazzucato. Internet, cuya irrupción signó el advenimiento de la sociedad de la información, surgió de un programa de investigación desarrollado en el Departamento de Defensa. La victoria de Estados Unidos en la guerra fría ocurrió cuando la Unión Soviética percibió que la enorme superioridad tecnológica norteamericana, materializada en el escudo antimisilístico conocido como “la guerra de las galaxias”, desnivelaba definitivamente el equilibrio de fuerzas en el terreno militar. Hoy el Pentágono cumple un rol central en la investigación de vacunas y tratamientos contra la COVID-19. Esta nueva política en marcha, patentizada en este proyecto de ley sancionado por el Senado, apunta a reiterar aquella estrategia exitosa en la puja con China. 


 * Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
 

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